Capítulo 53

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Dos días antes

Riley

Me dolía la cabeza.

Sentía como si tuviese los párpados pegados con pegamento y, aunque quería abrirlos, no era capaz. Notaba una presión centrada en mi cabeza y poco a poco, mientras iba recuperando los sentidos, sentía el resto del cuerpo pesado y dolorido. No podía mover los brazos y sentía los hombros adormecidos y tensos.

Finalmente, conseguí entreabrir los ojos con el máximo esfuerzo, haciendo que un gruñido brotara de mi garganta cuando tuve que volver a cerrarlos por la luz que me cegaba. Estaba desconcertada por el dolor y muy desorientada, pero mi confusión solo creció cuando empecé a oír lo que me rodeaba: el piar de los pájaros y el sonido de las ramas de los árboles meciéndose con el viento.

Me obligué a volver a abrir los ojos, siendo consciente de que algo no iba bien. Cuando lo hice, me esforcé por no cerrarlos de nuevo y acostumbrarme a la luz, un trabajo que solo hizo que el dolor de mi cabeza se intensificara. Al principio, no conseguía ver nada. Tenía la visión nublada por la luz y la posible conmoción de mi cabeza, pero poco a poco, los destellos fueron atenuándose y conseguí reconocer lo que me rodeaba. Lo primero que sentí fue que estaba sentada sobre algo que crujía, siendo eso hojas secas y pequeñas ramas. Después, comprobé que, efectivamente, estaba en mitad del bosque, con la espalda apoyada contra el tronco de un árbol. Lo siguiente que comprobé fue que el dolor de hombros y el no sentir los brazos, se debía a que tenía atadas las muñecas detrás de la espalda, raspándome los brazos contra la madera del tronco. Igualmente, pude comprobar que mis tobillos también estaban retenidos al mirarme las piernas, las cuales tenía extendidas delante de mí. Inmediatamente, intenté moverme bruscamente, sin conseguir nada mientras mi corazón empezaba a acelerarse al entrar en un estado de alerta.

Lo último de lo que me percaté era que no estaba sola.

Observé en silencio a la persona que me acompañaba, quien me daba la espalda en aquel momento. Estaba sentado a unos metros frente a mí contra otro árbol mientras afilaba un cuchillo con una piedra. Sentí escalofríos al volver a ver a Jace, y más, bajo aquellas condiciones que no entendía.

Debía haberme oído moverme porque levantó la cabeza rápidamente, una siniestra sonrisa apoderándose de su rostro cuando comprobó que había vuelto a la consciencia. Dejó el cuchillo y la piedra a un lado y se levantó de donde estaba, aproximándose a mí bajo mi horrorizada mirada.

No sabía qué estaba pasando y tenía cientos de preguntas que hacer y respuestas que exigir, pero el miedo me paralizó cuando clavó sus ojos en los míos y se agachó delante de mí.

-Buenos días, bella durmiente.- dijo, apoyando sus brazos sobre su rodilla.

Alzó una de sus manos, con la intención de acercarla a mi rostro, por lo que inmediatamente intenté apartar mi cabeza, pero pronto chocó con el tronco detrás de mí, haciendo imposible apartarme más. Por ello, él no tuvo problemas en entrar en contacto con mi mejilla y acariciarla suavemente antes de apartarme un mechón de pelo de los ojos, dejándolo detrás de mi oreja.

Sentía los latidos de mi corazón como un tambor que no paraba de resonar dentro de mí.

-¿Q-Qué ha pasado? ¿Qué hago aquí? ¿Por qué...?- empecé a murmurar mientras él apartaba su mano y me miraba, torciendo la cabeza hacia un lado.

-Shh, tranquila.- dijo, acariciándome el hombro esta vez.

Intenté apartarme de nuevo, sintiendo miedo e inseguridad cada vez que me tocaba. Él rió un poco al ver mi reacción y terminó por quitarme la mano de encima. Se levantó de su posición y volvió a donde había estado sentado previamente. Se inclinó para recoger el cuchillo y la piedra del suelo, haciendo que mis pulsaciones se dispararan y mis ojos se abrieran de par en par.

Shield [h.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora