Capítulo Uno

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¡Encontré a otra muñeca!Aunque es una lástima, parece estar destrozada

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¡Encontré a otra muñeca!
Aunque es una lástima, parece estar destrozada.

La casa resultaba ser aún más aterradora de noche, incluso para una joven adulta de veinticuatro años como Lou. Y claro. Suponía que también debía de serlo para las niñas.

Esa era su sexta noche de trabajo, casi una semana desde que había comenzado a trabajarle a los D'Lucas, y la tercera vez que tenía que levantarse porque alguna de las más pequeñas tenía pesadillas.

-Sombras... -susurró para sí misma la empleada mientras caminaba en dirección a la que era, por ese momento, su habitación.

Sombras, sombra, la sombra. Eso era todo lo que balbuceaba la más pequeña del hogar, con sus cortos cabellos rubios despeinados y sus ojos cafés abiertos de par en par, el terror que expreseba no era normal, y la mamera desesperada en que buscaba aferrarse a sus brazos conmovió algo en su corazón.

Pero no podía hacer nada. Ya que a pesar de lo mucho que tratara, cada vez quepreguntaba, ella solo negaba con la cabeza.

-Buenas noches señorita Louisa, veo que se ha decidido por dar un paseo nocturno.

La empleada salta en su mismo lugar, asustada por la intrusión de la voz en medio de la nada, dando un tropiezo que casi hace caer un jarron que estaba en la mesa, cerca del lugar.

Se encontraba tan agena en sus pensamientos, que no notó cuando pasó a su lado. Recostada en el cómodo sofa la miraba con su cabeza apoyada en una mano, manteniendo un aura de intimidante superioridad, muy fuera de lugar considerando que ella solo tenía doce años.

Ahí estaba, tan finamente arreglada en su pantalón de pijama, y con su lacio cabello negro peinado, Andrea D'Luca, la mayor de las tres hermanas.

-Oh -Avergonzada, Louisa carrespeó mientras giraba en su dirección-, disculpe señorita Andrea, acabo de volver del cuarto de su hermana que no lograba dormir. ¿Pero me necesitaba para algo?

Ya habían hablado, claro, porque desde que comenzó, su lugar estuvo claro. Era la niñera de las tres quisquillosas niñas, las cuales, no podían ser más distintas entre sí.

Mientras desde el inicio, la más pequeña se mostró revoltosa y efusiva, la mayor era odiosa, y exigente, se atrevía a decir que incluso malcriada. Y la del medio no mostraba interés en querer relacionarse con nadie, a menos que fuera para salir a colorear en silencio en la sala.

Por ello supuso Lou, al ver a la pelinegra ahí sentada, que tal vez quería algo o que, icluso tenía también pesadillas. Por ello trató de verse amable, e hizo el intento de acercarse cuando fue interrumpida por la risa desganada de quien la acompañaba.

-No, no la necesitaba. Solo quería decirle que deje que Bianca se calme sola. No la ayude -exigió con voz baja y lenta. Casi como amenaza.

Bien, ¿dije que Louisa tenía experiencia? Bueno, jamás había lidiado con nada como eso.

El caso de las niñas D'LucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora