Capítulo Diez

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¿Quién lo imaginaria?

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¿Quién lo imaginaria?

Tan hermosas que son esas muñecas, y resulta que una está dañada.

  Tal vez sea demasiado pronto en la historia para decir que en la casa D'Luca no hay una persona que sea honesta en su totalidad, todos guardan un secreto, cada uno tan horrible como el anterior. No exagero cuando digo que nadie se puede excluir. Para demostrarlo, diré que ni Lou lo es, ella también nos oculta cosas, y está tramando algo que puede que afecte a muchas personas.

  Pero no es momento para hablar sobre eso, y además no es conveniente, mejor concentremonos en otra cosa, como en lo que está suciendo en el cuarto de la joven Anthonella; pues ya es de mañana, y la dueña de la alcoba lleva rato despierta.

  La segunda D'Luca está sentada en la orilla de la cama, viendo a sus dos hermanas dormir muy tranquilas. Las mira con un poco de envidia, ya que ella no puede tener ese sueño tan profundo, porque la mayoría de las veces sus noches están llenas de pesadillas que la hacen despertar entre gritos y con sus uñas clavadas en sus palmas, o está él, su mayor miedo.

  Como si su mente quisiera jugarle una mala broma, la imagen de esa sombra acercándose empieza a formarse, llamándola por ese empalagoso apodo que tanto asco le da, tratando de tocar sus cabellos, erizando su cuero cabelludo.

  A pesar del terror que comienza a ahogarla, Nella no hace ni un solo ruido ni muestra estar alterada, más allá de que está  arañando sus brazos de forma inconsciente. Quiere salir, estar tanto tiempo encerrada comienza a ahogarla, hace que imagine sus pesadillas.

  En primer lugar ¿por qué todavía está en el cuarto?

  La voz de la niñera Louisa le responde, escuchándose lejana, pero tan clara y amable como cuando se lo dijo antes.

—Esperenme aquí, iré a hacer mis deberes para luego traerles el desayuno, así no tendrá que pasar otra vez por lo de ayer.

  La joven y confundida Nella D'Luca se dio cuenta rápidamente que pensando en la empleada, había logrado calmarse un poco. Pero no era suficiente, todavía sentía su corazón acelerado, y la sangre le hervía, como si algo malo fuera a pasar en cualquier momento.

  No quería seguir pensando en eso, quería parar, quería...

—Nella, si vas a tener una crisis que sea afuera, aún es muy temprano —reclamó con voz somnolienta Andrea.

  Girando su rostro en dirección a quien habló, ve a su hermana mayor recostada boca arriba, con su largo cabello negro suelto y regado por las almohadas y algunos mechones en su rostro, teniendo abrazada a Bianca, quien parece no darse cuenta de su alrededor. No tiene abierto los ojos, pero sabe que de responderle ella lo escucharía, y está por disculparse, porque no tenía intención de despertarla, pero sus palabras hacen que una idea se le ocurriera a la inexpresiva niña.

El caso de las niñas D'LucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora