Capítulo Siete

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Los locos viven más felices sin conocer la verdad del mundo

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Los locos viven más felices sin conocer la verdad del mundo. ¿O será por conocerla que están locos?

  El golpe de platos al romperse hizo eco en toda la casa, haciendo estremecer a la servidumbre que se encontraba en el lugar, quienes de a poco fueron llenando el pasillo, por lo que vieron correr apurada a una mujer de oscura piel hasta llegar al lugar donde la niña de cabellos negros hacía —cosa no sorprendente—, sus berrinches, pocos minutos después del primer grito.

  Una vez más, Louisa Amésti, la niñera, tenía que lidiar con la crisis de Anthonella.

  Todos los testigo presentes sintieron pena por la joven empleada, ya que a pesar de que la pequeña normalmente no trataba de atentar contra ella de ninguna forma, debía de ser cansado estar en su lugar. Nada más en ese día, la niña ya había hecho dos escenas de ese tipo, sin mencionar que tenía que soportar a la altanera mayor, y a la constante necesidad de atención por parte de Bianca.

  Los empleados estaban de acuerdo en algo, sentían mucha compasión por la pobre Lou... Y también lástima.

  Aunque se corría el rumor de que las dos hermanas Amésti habían llegado a esa casa, luego de tener unos cuantos "problemitas" en su anterior trabajo —y que estos implicaba que estaban relacionadas con el mundo bajo de la pornografía—, no podían negar que le había tocado la peor parte de los quehaceres del hogar a esa joven. Porque ser la cuidadora del trío D'Luca, era definitivamente y sin ninguna duda, la carga más pesada.

  ¿Cuantas niñeras no pasaron por aquellas puertas, gritando por lo insoportable que era lidiar con ellas? Siempre fue la misma escena. O se iban quejándose por los tratos déspotas de la malcriada mayor, o se quejaban de que debían internar a la segunda hermana en un psiquiatra. Rara vez se quejaban de la menor, pero esto se debía a que las dos mayores impedían que cualquiera de las trabajadoras mantuvieran cualquier tipo de contacto con Bianca.

  Niñas peculiares, sin lugar a duda. Y esto solo causaba el rechazo de todos los empleados. Nadie las soportaba, y si no fuera porque de hacerles el más mínimo desplante de forma segura serían despedidos, muchos de los trabajadores ni siquiera les dirigierán la mirada. Y viéndose limitados, solo podían evitarlas lo más posible, y de cruzarse con alguna de las hermanas, soportaban en silencio lo que les tocara.

   Pero Lou no tenía esa opción. Ella sí o si tenía que estar con ellas.

  Algunas cuantas personas dejaron de lado sus quehaceres para poder escuchar lo que pasaba, con ganas de acercarse y ver con más detalle, pero se abstenian ya que de estar cerca, lo más seguro es que terminarían convirtiéndose en el blanco para desahogar el ataque de aquella ira. Unos cuantos minutos pasaron donde solo se escuchó los gritos de la niña. Pensando que ya todo había acabado, se apuraron unos cuantos a correr hasta el comedor, creándose cualquier escusa para cruzar el lugar.

El caso de las niñas D'LucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora