Capítulo Dos

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Ay

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Ay. Ya no quiero jugar.

-¿Por qué no le decimos todo a la niñera, y ya? Ella es muy linda, y siempre roba dulces para mi. Si ustedes se le acercarán seguramente también lo haría por ustedes.

Los cortos pies de la niña se balanceaban de adelante a atrás despreocupados, dejando en evidencia su corta estatura y realzando su tierna belleza.

Bianca se había enterado de lo que su hermana mayor le ordenó a la nueva empleada, le había afectado al pensar que tendría que volver a lidiar con sus pesadillas sola, pero no discutió porque no quería ser una niña grosera. Ya aceptaba la idea; porque jamás nadie contradecia a Andrea.

Pero la noche anterior había vuelto a soñar con él, en su sombra. Y el miedo le ganó. Y fue cuando al fin confirmó lo que ya sospechaba de la empleada. Ella si era buena. Porque cuando pensó que iba a derrumbarse sintio sus brazos rodeandola, cantandooe nanas que la hicieron calmar.

Sentía que podía confiar en ella.

-Además -agregó en tono cansado la niña rubia-, ¿qué es eso de que la amenacen? No es mala, capas y hasta pueda ayudarnos.

-No digas tonterías Bianca -La voz infantil pero imponente de la mayor se escuchó a la vez que cerraba su libreta de golpe, dejándola de lado antes de levantarse de su incómoda posición al hacer las tareas-. Es más que obvio que no podemos ir por ahí contándole a cualquiera lo que pasa. Mucho menos a la sirvienta.

Una clara mueca de molestia se mostró en el lindo rostro de la rubia, que mirando impaciente a sus dos hermanas, no evitó que en sus labios se formara un puchero.

-¿Por qué no?

-Nos diría mentirosas y seguramente le contaría a Melissa.

Una tercera voz se les unió en su conversación, y en el momento en que el par de hermanas giraron sus rostros, se encontraron con la mirada cansada de la chiquilla de cabellos cortos, la cual jugaba distraidamente con sus manos, mientras se mantenía con la vista perdida.

-¡Claro que no! Ella no es así... -exclamó en defensa la más pequeña, pero fue interrumpida otra vez por Anthonella.

-¿Cómo sabes qué no es así? No la conecemos. Dime, Bibi -hablaba en tono bajo-, ¿por qué nos creería?

Un chillido de fastidio se escapó por los labios de la pequeña, la cual molesta por la actitud de sus hermanas ante la nueva niñera. Pero tenían razón, aunque no quisiera admitirlo. No sabía casi nada de ella y nada le aseguraba que fuera a ponerse de su lado.

Aún así, ya estaba cansada de luchar sola.

-¿Y entonces? ¿Van a seguir evitandola y amenazandola?

El caso de las niñas D'LucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora