Capítulo Seis

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Escucha los secretos que las paredes quieren contar

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Escucha los secretos que las paredes quieren contar.

  ¿Cuantos días llevaba así? Louisa, justo en ese momento, no estaba muy segura de nada. ¿Estaba haciendo lo correcto? ¿Está bien que dude? ¿Qué pasará luego?

  Su mente parecía no estar en el mismo lugar que su cuerpo, y aunque se estaba esforzando para que ninguna de las niñas lo notara, no se podía decir que para los adultos pasara desapercibido. Agradecía que hasta el momento no hubiera roto nada, ni cometido ni un error grave, por lo que nadie se molestaba en seguir indagando en su repentino cambio de actitud.

  Todo estaba bien, aún nadie se daba cuenta de sus preocupaciones.

—La señorita Andrea tiene un gusto particular por las galletas saladas... —murmuraba para si misma, mientras colocaba unas cuantas de estas galletas en la bandeja con la merienda de la niña.

  Ser niñera de estas jóvenes era extremadamente sencillo, había momentos donde Lou se cuestionaba de manera muy seria sobre lo exagerado que eran los rumores entre las otras empleadas. Tal vez fuera porque estaba acostumbrada a lidiar con niños, pero en realidad no veía problemas mientras atendía.

  No niega que suelen ser un poco groseras y mezquinas, pero muy fácil se aplacan si les sigues la corriente y dejas que sean ellas las que decidan.

  Incluso, entre las tres pequeñas, Lou había creado una escala mental de dificultad, comenzando con la más tranquila, y terminando con la más rebelde. Y iba en el siguiente orden:

  1. Andrea, siendo la mayor no pedía mucho, ya que la mayoría de las cosas las sabe hacer ella, suele tratar a todos los que la rodean con desdén, pero en realidad ella lo encuentra más divertido que ofensivo, por lo que no le molesta. Nada más le busca cuando quiere que le prepare algún postre, o necesita que la acompañen afuera.

  2. La pequeña Bianca va de segunda, solo porque suele hacer berrinches sino le prestan atención, pero es la más obediente. Si no fuera porque comienza a gritar cuando está sola, o cuando está con alguno de sus padres, sería la que tiene el comportamiento más normal.

  3. Por muy raro que parezca, Anthonella era la más problemática. Rara vez se le sentía alrededor, jamás buscaba ayuda, y no le gustaba tener a nadie cerca. Fuera la situación menos complicada, si solo fuera que la niña es aislada, pero el caso es que cada vez que se le perdía de vista, era seguro que ella iba a destruir algo e iba a terminar con alguna herida, que luego Lou iba a tener que ir a curar, no importa que estaba haciendo en ese momento, porque la niña no deja que nadie la toque, a menos que sea ella.

  Una escena curiosa, ¿verdad? Pues se repite de dos a tres veces por semana.

  Agarrando la bandeja, se apura a ir al cuarto de la señorita Andrea, aún distraída, pensando en un sin fin de cosas y sin importarle nada lo que pasa alrededor. Pero es en el momento en que va a cruzar el umbral que separa el pasillo de la sala, cuando de pronto escucha una sueve risa que hace poner su piel chinita, y la despierta de aquel estado de embobamiento. Mira en dirección de donde viene el sonido, y casi se atraganta con la saliva al darse cuenta que es el área de limpieza.

El caso de las niñas D'LucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora