Capítulo Cinco

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Que hermosas son las flores

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Que hermosas son las flores...

Me encanta ver como se marchitan en mis manos, y así volver su último suspiro mi propiedad.

  Jasiel Amésti era la segunda en todo. Fue la segunda hija en nacer, la segunda opción cuando se tratara de amistades, y ante sus otros hermanos más chicos quedaba de lado. Y aunque había aprendido a vivir con eso, había algo que estaba despertando su molestia.

—¿Qué le pasa a tu hermana? Últimamente la he visto muy distraída —comentó de manera casual su compañera, Luz, mientras terminaba de planchar la ropa a su lado—, ¿ha tenido algún problema o algo?


  Si, ella también había notado como Lou se comportaba en esos días. Se le veía más desganada mientras trabajaba. Estaba comiendo menos.

  Y hubo veces que se le encontraba soltando lágrimas de la nada.

  La primera vez lo dejo pasar, ya que suponía era por el pequeño problema que habían tenido antes, en su anterior empleo. Pero los días pasaban y por mucho que preguntara, ella nunca decía nada.

—No estoy muy segura, pero creo que tiene que ver con ese particular trío de niñas que tiene que cuidar —declaró Jas con desprecio, mientras terminaba de aspirar los muebles.

  Las mocosas D'Luca.

  La vieja prematura.

  La niña fantasma.

  Y la gritona.

  No creo necesario aclarar cual es cuál.

  Ninguna de las dos continuó hablando, no porque no quisieran continuar o porque no les interesara el tema, sino que la voz de la señora Melissa se escuchaba acercarse. Por mucho que quisieran seguir platicando en contra de las malcriadas, Jasiel sabia que no podía tentar su suerte, ella necesitaba ese trabajo y ser despedida por faltarles el respeto no estaba en sus planes.

  Además que seguro su madre la mataría...

  Sin decir nada, recogió la aspiradora, hizo como si ya todo estuviera listo, y pasó por el pasillo, caminando de forma distraída hacía el pequeño cuarto de limpieza. Era obvia su meta. No quería encontrarse con los señores D'Luca.

  Tan pronto como estuvo sola, dejó escapar un suspiro de cansancio, y se arrodilló frente los detergentes, no por nada en específico, nada más era que su mente se encontraba en ese momento en blanco, y necesitaba un lugar para relajarse y aclarar sus ideas.

  Jasiel era la segunda opción para casi todos, menos para su hermana.

  Lou nunca le había fallado, estando con ella siempre que la necesitaba, apoyandola con una sonrisa. Incluso cuando Jas quiso estudiar, trabajó tanto para pagar sus libretas y demás materiales, ignorando las quejas de su madre sobre como era un desperdicio de dinero y esfuerzo. Y aunque tuvo un poco de razón, ella no se lo reprochó.

El caso de las niñas D'LucaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora