Canción en multimedia: Dead Flowers [Nightlane ft. Jordyn Kane]
Capítulo treinta y dos: Citas y bolos.
Sábado, 24 de noviembre
Danielle Ilsen:
Junto las manos sobre mis piernas, nerviosa. Ayer no pude contener las ganas y, tras darle un par de vueltas, terminé por enviarle a Jayden un mensaje diciéndole de ir a la bolera. Él me dijo que iba a pasar el día con su hermano porque se iba esa tarde y descartó el plan así que terminé pidiéndole un favor a Charlie que consistía en que pidiera pizza y le pidiera de mi parte su número a Keagan. Le llamé esa misma noche, le pregunté si querría ir conmigo a jugar a los bolos y quedamos.
Así que ahora estoy en Bowling Universe, que, la verdad, me gusta cómo han decorado. Es un lugar algo oscuro, iluminado por luces neón que se deslizan por las paredes con rabia. El techo está lleno de falsas estrellas e incluso las pistas brillan con distintos colores. Espero junto a la puerta, con la espalda contra la pared y el local buscando mi mirada a través de las puertas de cristal.
Keagan va tarde.
No es que me importe mucho, sé que es difícil quedar a una hora y estar justo allí, es sólo que, cuando como y, llegas quince minutos antes porque, bueno, no quería estar en casa, la espera se hace más larga. Mientras espero, pasando la mirada entre el interior del local y el aparcamiento, tiro de los cordones de mi sudadera. Es de un blanco sucio, con el nombre de un equipo de béisbol que le gusta a Rob grabado delante y que él me regaló pensando que después podría quedársela. No se la di. En su lugar me la quedé yo y, ahora, aunque me llegue hasta los muslos, sigue gustándome más que bastantes prendas de ropa que tengo.
Charlie ha querido venir a casa a prepararme, pero no se lo he permitido. Ni siquiera le he dicho lo que iba a ponerme porque, estoy seguro de que si le digo que voy con la sudadera que me regaló Rob, unos vaqueros algo rotos y zapatillas, me hubiera gritado durante horas. No sé lo que piensa de hoy, pero no quiero que empiece a decirme que es una cita, Keagan me ha caído bien, es amable, ¿por qué no pasar un rato con él?
Él llega diez minutos después de las cuatro, diez minutos tarde, pero con una rápida disculpa sobre sus labios.
—Había caravana —explica mientras se acerca—, ha habido un accidente o algo a un par de calles aquí y han cortado un tramo.
—No hay problema. —Nunca me han gustado los saludos formales, nunca he sabido bien qué hacer así que, cuando él se acerca para besar mi mejilla, me siento incómoda. Ni siquiera Rob hace eso, aunque, claro, si a él no le he visto en mucho tiempo siempre le abrazo, y él me deja tirada la mitad en ese gesto de las veces. Ahora señalo la puerta para disimular la incomodidad—. ¿Entramos?
Keagan abre la puerta para mí, con la sonrisa todavía en sus labios, agradable y algo nerviosa. Siento, mientras por fin puedo ver por completo la totalidad del local, cómo su mano se apoya en mi espalda, no presiona, pero lo siento como indicación hacia dónde ir.
ESTÁS LEYENDO
Compañeros de delitos
Novela JuvenilSin nadie en quien poder confiar, amenazados y utilizados como marionetas por una red de criminales, Jayden y Danielle no tendrán otra opción que la de romper todas las leyes y sus propios límites para tratar de mantener con vida a sus seres querido...