Capítulo 53 - Simmons.

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Hora de saber qué lleva pasando realmente todo este tiempo...

Canción en multimedia: The human condition [Chelsea Cutler]

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Capítulo cincuenta y tres: Simmons

Miércoles 26 de diciembre

Danielle Ilsen:

    Salgo del baño después de una larga ducha en la que, de nuevo, he dejado mi piel al rojo vivo de tanto frotar. Todavía no puedo quitarme todo lo que ha pasado de la cabeza y, cada vez que miro las noticias y busco en el ordenador lo que se dice, termino hundiéndome un poco más cada vez. Hace dos noches, sin ir más lejos, estuve toda la noche en el baño, vomitando o con arcadas y con mi madre a mi lado porque pensaba que estaba enferma, que algo me había sentado mal. Ella se quedó adormilada apoyada contra el lavabo y yo no tenía fuerzas ni para decirle que sí, que quizás estaba enferma, pero que no era por ningún virus o comida que me hubiera sentado mal, fue porque esa noche leí un par de artículos que salieron después de la segunda rueda de prensa de la policía y eso fue demoledor.

    No vomitaba por la comida, vomitaba porque mi cuerpo estaba tratando de purgarse desde dentro, sacando todos mis actos, todos mis momentos de moralidad cuestionable. Ese fue el día que me enteré por qué había tan poca información sobre el estado en el que se encontraron a los niños que habían fallecido. Por suerte, yo tenía razón al pensar que no era por algo sexual, pero también me equivoqué cuando creí que lo escondían por respeto a las familias. Escondían algo, todo ese tiempo, para no dañar aún más a una población herida.

    Sólo pensarlo me revuelve el estómago una vez más y tropiezo de camino a mi habitación. Tomo aire, dejo a un lado esas palabras que tan grabadas están ahora en mi cabeza y abro la puerta de mi habitación. ¿Cómo pude colaborar en eso?

    Pero antes de caer en esa culpa una vez más, veo a Tim sentado en mi cama. Él tiene las piernas cruzadas y ese chándal nuevo que le compró mamá porque su ropa había empezado a quedarle algo grande. Todavía es extraño verle así, con el pelo más corto, limpio y en un entorno agradable. A veces me cuesta tanto procesarlo que, por segundos, pienso que es Arthur.

    Tim levanta la mirada.

    De nuevo, sus ojos brillan cristalizados y yo dejo la toalla con la que estaba secándome un poco el pelo en mi escritorio. Por suerte, él no va a ver las marcas rojas en mi cuerpo, ni siquiera las pequeñas rozaduras que han empezado a aparecer, que nadie lo vea es la razón por la que ahora siempre me cambio en el baño, o al menos me pongo esa bata larga para cubrir todo lo que puedo. Ellos piensan, de ver algo, que la rojez es por el calor del agua, no lo es, pero se irá igualmente en pocas horas así que, ¿para qué negarlo?

    Esta es una de las veces en las que me he cambiado por completo, mi madre no se ha dado cuenta de que Tim no es el único al que no le queda bien su propia ropa ni que esa es la razón por la que no suelo usar ropa muy pegada. Supongo que eso es bueno porque nunca he sido de tener demasiada ropa holgada, sólo la justa y más que nada abrigos grandes. Aunque tengo algún pantalón de chándal, no terminan de ser demasiado holgados, eso sin contar con que, cuando los compraba, siempre eran en el conjunto completo y la mayoría de partes de arriba eran cortas. Mi ropa para estar por casa nunca ha sido descuidada y eso tengo que mantenerlo para que no salten las alarmas de mi madre. Así que, incluso con conjuntos más viejos de estar por casa, intento usar siempre esos que más cubren, como ahora, que he puesto por encima una sudadera cerrada que tiene un nudo en la cintura y, pese a no llegar a la altura del pantalón, cubre más que otras.

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