Canción en multimedia: Safety [Alter]
Capítulo cuarenta : Recuerdos y salidas.
Viernes, 7 de diciembre.
Danielle Ilsen:
Trago saliva, dudando en llamar.
Bajo la mirada a la caja que tengo entre mis manos. Una vez, fue una caja de zapatos, pero ahora está pintada de rosa, decorada con flores que parecen ser margaritas por fuera y por dentro. Ahora tiene un arsenal de dulces dentro, con un bote de mostaza y una bolsita plateada que guarda una pulsera color bronce con una cruz en ella. Sé todo lo que hay dentro porque no pude evitar abrirla cuando la encontré, hace dos días, bajo la cama de Tim.
Él me pidió cajas, le di al menos cinco cajas de zapatos que iba destrozando hasta venir a pedirme la siguiente. Empezó hace un mes con esto, a pintarlas, a tratar de preparar algo personal que regalarle a Lily por su cumpleaños. Le veía, cuando se escondía en el garaje para decorarla porque le daba vergüenza que alguien le viera. Y le veía, también, cuando devolvía la caja a escondidas a su habitación con una sonrisa orgullosa sobre sus labios. Tim, que nunca ha regalado algo que no fuera comprado en el último momento y que ni siquiera tenía nada relacionado con la persona que lo recibía, se pasó un mes dándole vueltas a su idea y preparando el regalo de Lily.
Su cumpleaños fue el viernes pasado, sé que se me pasó el día, pero no pensé en ello. A Tim se lo llevaron tres días antes. Él nunca pudo llevarle el regalo y, ahora mismo, Lily debe de pensar como el resto del mundo. Debe de pensar que Tim no va a volver, que nunca lo hará. Ella no puede hablar con él, no puede verle como yo lo hago, nadie sabe qué ha sido de él salvo yo y, aun así, ni siquiera yo creo que vaya a poder salir de esta.
Miro la caja una vez más, diciéndome que es lo menos que puedo hacer y llamo a la puerta de casa de los Bremen. Una parte de mí quiere que no estén en casa, que nadie abra y volver corriendo a mi coche para salir de aquí. Esa parte de mí cuenta rápidamente hasta diez recordándome que, si llego a veinte, ya podré irme.
Pero abren cuando llego a quince.
Quisiera poder poner mi mejor sonrisa, pensaba que podría, sólo que al ver a la señora Bremen, con su fina melena recogida en un alto moño y su mirada llena de compasión al reconocerme, no soy capaz.
—¿Está Lily? —pregunto.
—¿Danielle? —La señora Bremen lo pregunta como si necesitara que se lo confirmaran. Trato de sonreír, ella pestañea, mira fuera y después reacciona—. Está helando, pasa. —Cierra detrás de mí. Sí, es un día bastante frío, tanto que ni siquiera mi jersey de cuello vuelto y abrigo grueso pueden protegerme de la temperatura y del gélido viento—. ¿Quieres algo para entrar en calor? ¿Una manta? ¿Un café?
—No hace falta, gracias.
—¿Segura? ¿Ni siquiera un té o algo caliente que tomar?
ESTÁS LEYENDO
Compañeros de delitos
Roman pour AdolescentsSin nadie en quien poder confiar, amenazados y utilizados como marionetas por una red de criminales, Jayden y Danielle no tendrán otra opción que la de romper todas las leyes y sus propios límites para tratar de mantener con vida a sus seres querido...