Sin nadie en quien poder confiar, amenazados y utilizados como marionetas por una red de criminales, Jayden y Danielle no tendrán otra opción que la de romper todas las leyes y sus propios límites para tratar de mantener con vida a sus seres querido...
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Capítulo cuarenta y dos: Quién es Jayden Bremen.
Miércoles, 12 de diciembre.
Narrador: Jayden.
Cierro mi taquilla con fuerza. Más bien cierro lo que queda de ella.
Mindy Brockton ha vuelto a hacer de las suyas, esta vez ha roto la puerta de mi taquilla, más o menos. No sabría decir cómo, pero ahora tengo sólo media puerta, la mitad inferior. A mi lado, Sam suelta un silbido.
—Danielle se ha puesto las pilas —comenta.
—Ya, no ha sido ella.
Me rindo a sabiendas de que no hay forma de ocultar lo que hay dentro o tener algo de privacidad. Todo lo que hay dentro de mi taquilla, está expuesto. Al menos cuando Danielle reventó mi taquilla dejó una cortina. Con una foto horrenda mía a sabiendas de que la dejaría puesta porque no me quedaba otra, pero la dejó.
—¿Estás seguro? —Sam pasa la mano por la puerta, probando a abrirla. No, la mitad de abajo sigue bien afianzada por la cerradura, el resto ya es otro cantar—. Esto tiene su firma.
—Si hubiera sido ella hubiera tapado la parte rota con alguna estupidez o hubiera escrito algo con espray contra la puerta. No ha sido ella.
Alcanzo mis libros a través del agujero.
Sam rompe a reír y no dudo antes de alcanzar la botella de agua que no sé por qué dejé aquí y, vacía, se la lanzo a Sam a la cabeza.
—No tiene ni puta gracia, ¿qué se supone que haga ahora con la mitad de la taquilla? —pregunto, más molesto de lo que había esperado.
Mindy me está sacando de quicio.
Primero fue la foto, de acuerdo.
Luego esa foto recorrió todo twitter.
Vale.
Preferí no darle atención para que lo dejara ir, pero pasó el incidente con la harina en la cafetería. Con eso aparecieron vídeos míos del momento y decenas de fotos después por las cuentas de Snapchat de mis compañeros, el vídeo también rodó por alguno de los grupos de WhatsApp. Ahora, cuando pensaba que por fin podría llegar a entender que quiero que me deje en paz, se carga la mitad de la puerta de mi taquilla. Además, ¿con qué ha hecho esto? ¿Con un soplete? Porque definitivamente eso es lo que parece por las marcas que han quedado.
—Puedes guardar tu dignidad.
No es Sam, sino Danielle quien habla. Mientras que Sam estaba tan absorto como yo en las marcas, Danielle ha parado cerca y, ahora, le echa una mirada a mi taquilla.
