Capítulo 7 - Un virus

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Canción en multimedia: Outrunning Karma [Alec Benjamin]

Canción en multimedia: Outrunning Karma [Alec Benjamin]

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Capítulo siete: Un virus.

El lunes llego al instituto de buen humor. Mis hermanos han estado tranquilos esta mañana y no han armado ningún escándalo cuando he tenido que llevarles a su colegio porque, de nuevo, han perdido el autobús. Así que eso me deja de bastante buen humor, uno que ni siquiera la clase de historia con esa profesora que ahora ha desarrollado cierto desagrado hacia mí puede robarme.

Durante el almuerzo, hay otra pancarta colgando del techo, esta vez con unos globos atados y otra petición para ir juntos a un baile que se organizará durante el viaje de navidad. Charlie y yo nos sentamos en la mesa más alejada que encontramos de esa zona sin importar quién se siente ahí habitualmente. Cuando dejamos las bandejas, ella finge sentir un escalofrío.

—No puedo con estas cosas, lo juro —comenta. Su mirada cae en el chico que pronto aparece cerca del cartel, andando por la zona rodeado de un par de amigos y, ¿son eso bombones? Charlie hace una mueca—. Llegan a hacerme eso y me falta tiempo para fingir que no le conozco y salir corriendo.

Sonrío, no es como si no lo hubiera hecho antes. Hace dos años, un chico de intercambio usó san valentín para declararse a Charlie. Trajo su guitarra y un ramo de rosas. Entró en un descanso al aula en el que sabía que Charlie estaría y, aprovechando que todavía no estaba el profesor, le dejó el ramo sobre el pupitre y cantó una corta canción que compuso para ella antes de pedirle una cita. Las amigas con las que estábamos, pusieron su mirada soñadora, emocionadas e inmensamente felices. Charlie, en cambio, enrojeció de rabia.

Ella le estampó las flores en la cara y se fue del aula.

Ese tipo de actos gustan a muchas de nuestras amigas, pero para Charlie y para mí no son más que formas de incomodarnos, es como forzarte en cierta forma porque, ¿quién se atreve a decir que no cuando tantas personas se acercan a mirar? Bueno, Charlie lo hace. Yo terminé con un chico sobón y que no entendía un "no" como respuesta en el baile de fin de curso del año pasado porque no pude negarme cuando él apareció con una pancarta y globos con forma de corazón para pedirme ir juntos. Sabía cómo era y pensé en rechazarle, quería hacerlo, pero al presión que sentí fue demasiada, sobre todo porque lo hizo en medio del almuerzo y subido a una mesa.

El recuerdo me trae la incomodidad de ese día de vuelta. ¿Cuántas veces tuve que mover sus manos porque, cuando bailábamos, no paraban de "patinarse" de mis caderas para seguir bajando? ¿Cuántas rechacé sus besos tanto cuando él se lanzaba como dejándole verbalmente claro que no me interesaba?

—Estás pensando en Darren, ¿verdad? —Charlie me saca con eso de mis pensamientos y acierta de lleno. Se ríe—. Chica, deberías haberle mandado el mensaje que te dije y cancelar la cita.

Apoyo una mano en mi frente, frustrada ante el recuerdo. Al menos ahora no me habla más. Le veo por los pasillos a veces, pero me esfuerzo en no hacer ni siquiera contacto visual con él.

Compañeros de delitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora