Capítulo 47 - Zugzwang

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Ufffff. Suerte.

*Zugzwang: En el ajedrez, se dice que un jugador está en zugzwang si cualquier movimiento permitido supone empeorar su situación.

Canción en multimedia: Another Love [Tom Odell]

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Capítulo cuarenta y siete: Zugzwan*

Sábado, 15 de diciembre.

    Danielle Ilsen:

    Llegar a cualquiera de las "sedes" improvisadas de Simmons empieza a tener un patrón. Muchos de los seguidores de Simmons, porque no sé de qué otra forma llamarles, me reconocen. Abren la puerta para mí sin tener que preguntar porque reconocen mi rostro y, a mis espaldas, he oído cómo se dirigen a mí como "La favorita de Simmons" más de una vez. Si soy sincera, temo entender la malicia con la que lanzan esos comentarios y lo que piensan que pasa detrás de las puertas. Aunque no lo digan, lo oigo. Está en sus miradas hacia mí, en ese deje de empatía por parte de algunas mujeres con las que me cruzo y esa suciedad en ciertos hombres.

    Por eso llevo cada día ropa más holgada y raída cuando vengo, incluso gorras bajo las que esconder el pelo recogido. Intento no sólo pasar desapercibida sino evitar esas miradas sucias que me advierten de todo el respeto que he perdido (eso si alguna vez me han tenido alguno).

    Acomodo los mapas bajo mi brazo en busca del despacho de Simmons. Hubo una vez, hará poco más de tres semanas, que golpeé con demasiada fuerza su puerta. Iba con prisa, como siempre, porque a él le gusta darme el tiempo justo, como si disfrutara de mi agobio, o quizás como si estuviera presionando a propósito para que falle porque eso le divierte. El punto es que golpeé su puerta fuerte. Él no estaba de humor ese día.

    Si miro con buena luz, todavía puedo ver el recuerdo del moratón que quedó en mi cintura cuando me empujó contra su estantería nada más abrir la puerta. Desde entonces, siempre llamo tres veces con tanto cuidado que temo que no pueda oírme.

    Tomo aire, me doy un segundo para mentalizarme y me preparo para llamar a su puerta.

    Tiran de mi mano lejos bruscamente.

    —¿Pero qué crees que estás haciendo?

    Tamira, la mujer que no tardó en ocupar el espacio vacío que dejó Margueritte junto a Simmons, lanza la pregunta en un grito ahogado. Sin entender, no soy capaz de poner las palabras en orden y ella me suelta.

    —Está reunido, nunca le molestes cuando está reunido —explica.

    —Pero tengo que traerle lo que me pidió.

    —Nunca le molestes cuando está reunido —insiste.

    —Pero si no se lo doy antes de y veinte...

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