Capítulo 13 - Primera entrega

8.3K 869 378
                                    

Vuelvo como el chicle que se pega al zapato, pero, capítulo interesante, [y tranquilo :)] ojalá os guste

Canción en multimedia: Moral of the Story [Ashe]

Canción en multimedia: Moral of the Story [Ashe]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo trece: Primera entrega.

Lunes.

Me hablaron de jueves, pero nadie cumplió su palabra. Terminó siendo el lunes donde, con ropa holgada y  una mochila llena de barritas nutritivas, salí de casa fingiendo ir a la casa de Charlie. Mi madre se asomó a la ventana, creyendo verme entrar en el coche de Rob cuando, en realidad, era el coche azul oscuro de Jayden. Sólo que, en la oscuridad, no lo vio demasiado bien. Y yo me aseguré de despedirme de mi madre con un gesto de la mano y una sonrisa en la distancia hasta que ella soltó la cortina de la cocina y volví a dejar de verla.

Primero, lancé la mochila en los asientos traseros y yo fui después, sin cinturón y algo hundida en el asiento. Como estuve durante los siguientes minutos hasta que, con el busca en la mano todavía, no soy capaz de soportar más el silencio.

    —¿Dónde te quedarás? —pregunto, con el GPS pidiendo girar a la derecha en el siguiente cruce. Jayden estira un brazo para bajar un poco el volumen.

    —A diez minutos andando del parque.

    Asiento. Él acomoda el espejo delantero y puedo ver sus ojos oscuros con claridad, tal que me incomoda y vuelvo a hundirme un poco más, jugueteando con los cordones de mi sudadera que, sin poder evitarlo, he puesto bajo una cazadora negra. Charlie me mataría si me viera así vestida, pero lo único en lo que podía pensar era en que... No siquiera lo sé, sólo que prefería que ninguna parte de mi cuerpo fuera notoria ni llamativa en ningún sentido.

    Tomo una profunda bocanada de aire, recordando nuestra conversación de esta mañana, donde, tras un par de intentos sin éxito de separarle de su grupo de amigos para hablar a solas, al fin lo conseguí y, asegurándome de que no hubiera nadie cerca, solté la bomba.

    "¿Has recibido algo en el busca?" pregunté.

    Jayden negó, con una sonrisa asomándose.

    "Sólo bromeaban, han pasado dos semanas, no era más que una..."

    "Me han escrito, Jayden. —Con eso él se calló de golpe—. Y no creo que pueda hacer esto sola." confesé.

    Después le conté todo, cada punto y cada coma de esa simple frase donde me pedían algo tan simple como llevar cincuenta barras nutritivas que sustituyan una comida. Por aquel momento no tenía más, no tenía una dirección ni una hora, pero sí una certeza, la que le confesé, y era que yo no sería capaz de ir por mi cuenta adonde fuera necesario. No sola. Podía sentir, de sólo pensarlo, el malestar y estaba segura que, llegado el momento, me paralizaría, que no podría mentir a mis padres o que me quedaría a mitad de camino. Que, quizás, no pudiera arrancar el coche o llegados a un punto mi pie temblaría sobre el embrague, freno o acelerador como me pasó durante el examen práctico. Que, de ahí, no podría seguir. Además, la idea de hacer algo así, sin nadie que lo supiera, me hacía arder de impotencia, no, ¿y si pasaba algo? ¿Cómo ir sin nadie que supiera de mi paradero, sin nadie que pudiera dar un paso al frente y decir: yo sé algo? Así que le pedí esa ayuda a Jayden porque él era el único tan metido como yo. Así que, técnicamente, no estaba incumpliendo el mantenerme callada, no del todo, al menos.

Compañeros de delitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora