Canción en multimedia: The one that got away [Cover, sad version]
Capítulo cincuenta y cinco: Año nuevo
Domingo, 31 de diciembre
Danielle Ilsen:
A las cuatro de la tarde sigo con mi ropa de estar en casa y terminando de ordenar los últimos detalles de mi habitación. Me aseguro de que mi armario esté impoluto, de que no haya suciedad en el suelo y que el escritorio esté tan ordenado que casi parezcan haber colocado las cosas tomando medidas. Luego meto las fotos que imprimí en verano en una pequeña caja bonita y la dejo con la tapa quitada en el escritorio también, quiero que sea fácil de encontrar. Fácil de ver. Son mis recuerdos, esas que quería tener impresas porque me di cuenta de lo volátiles que parecían los recuerdos en la cámara del móvil. Siempre las he tenido guardadas en cajones, ahora quiero que estén a la vista que, si mis padres entran, sea una de las primeras cosas en las que se fijen.
Ese pensamiento me hace sentir las lágrimas, el hacer esto para que a ellos les sea más fácil. El dejar todo ordenado para que no tengan que preocuparse por eso y que mis fotos, mi vida, esté bien colocada para que ellos puedan recordarla, recordarme. Ellos me han preguntado, al verme tan ocupada toda la mañana, qué hacía limpiando con tantas ganas, mi padre se preocupó al verme limpiar los cristales de la ventana subida a una silla, quizás piensan que lo necesitaba para distraerme y lo han aceptado, pero aun así, han preguntado. Yo sólo he respondido que no había una razón, sólo me apetecía hacerlo.
Como he dicho esta mañana cuando todos se han despertado con el olor a tortitas, huevos y bacon recién hecho. He preparado la mesa para ellos, sus desayunos favoritos: huevos con bacon con un café sin azúcar para papá, fruta cortada y un té para mamá, y las tortitas con sirope de caramelo con las que los gemelos arrasan siempre. Les he dado los buenos días y, de nuevo, les he dicho que sólo me había apetecido hacerlo.
Al igual que me ha apetecido darme a mi madre una pulsera porque "nunca me la ponía y a ella le quedaría mejor", con ponerle la excusa de que la he visto mientras hacía limpieza, ella la ha aceptado. Es de plata, la que compré con mis primeros ahorros tras trabajar un verano como camarera. Es una de mis posesiones más preciadas porque es eso que compré con mi dinero, con ese esfuerzo, es lo que me recuerda a ese verano y que me gustó por tanto tiempo. A mi madre también le gusta, siempre me lo recuerda cuando la ve, hoy se la he dado a ella.
Al terminar con mi habitación, dejo el cuaderno que preparé anoche de vuelta en uno de los cajones de mi escritorio y doy esto por terminado. Ya he hablado con Charlie y Rob gran parte de la mañana, ya he recogido mi habitación, ya he dejado en orden muchas cosas. Miro, con pena, a mi alrededor sabiendo que, cuantas más cosas tache de la lista, más cerca estoy de esta noche.
No quiero ni pensarlo.
A las cuatro y media en punto llaman al timbre y yo me apresuro escaleras abajo sabiendo que es Jayden porque habíamos quedado en esta hora, al abrir, él me recibe con una sonrisa algo nerviosa.
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Compañeros de delitos
Teen FictionSin nadie en quien poder confiar, amenazados y utilizados como marionetas por una red de criminales, Jayden y Danielle no tendrán otra opción que la de romper todas las leyes y sus propios límites para tratar de mantener con vida a sus seres querido...