Capítulo 46 - Los planes de Jayden Bremen

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Canción en multimedia: Empty Gun (Bishop Briggs)

Capítulo cuarenta y seis: Los planes de Jayden Bremen

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Capítulo cuarenta y seis: Los planes de Jayden Bremen.

Sábado, 15 de diciembre.

Jayden Bremen:

—¿Lo tienes todo? —pregunto por tercera vez. A través del espejo delantero, centro a Danielle—. ¿Mapas? ¿Móvil? ¿Navaja?

Ella dobla de nuevo los mapas y les pone una goma para que no le incomode llevarlos.

—No voy a llevar una navaja.

—Vamos, apenas se ve, no se darán cuenta.

Niega de nuevo. Es una vieja navaja que, cerrada, ocupa lo mismo que mi pulgar. Algo pequeño, pero me dejaría más tranquilo saber que la lleva consigo. Aun así, Danielle sigue negándose a llevar cualquier cosa que no hayan especificado ellos. Por eso incluso cuando hablo de que mantenga mi llamada en altavoz para que yo pueda oír algo, se niega de nuevo. Me recuerda que la última vez lo supieron e instintivamente lo echa a un lado. Además está la parte de llevarla hasta allí. Tampoco quiere eso.

—¿Te escribo al volver? —pregunta.

—¿De verdad tienes que preguntar?

Da igual cuántas veces se lo diga directamente porque ella sigue creyendo otra cosa. Es como si hubiera un resorte en su cabeza que le hace creer que no merece la preocupación de nadie. Estoy seguro, cuanto más tiempo paso con ella, que el último "perdón" que me mandó después de sus mensajes de hace dos noches, fue por creer que me había molestado, por arrepentirse de haberme escrito como si hubiera sido un mal impulso. Se lo he dicho, por activa y por pasiva, quiero saber si está bien. Ella me preocupa, ¿no se lo dejé claro ayer? ¿No se lo he dejado claro hoy?

Pero ella pregunta, pregunta como si no estuviera segura.

No importa las veces que le diga que se merece esa preocupación, porque ella seguirá rebatiéndolo. Le han hecho daño. La han destrozado mentalmente hasta el punto en el que ni ella misma es capaz de verse en condiciones. Por eso, ahora, no siento ganas de desbloquear el coche y dejarla ir. En cuanto se suba al suyo, se irá. Se irá y envenenarán su mente un poco más.

—Puedo seguirte, podría quedarme a un par de kilómetros del punto de encuentro y esperar ahí si te sientes más tranquila.

—No.

—No sabrán que estoy ahí —insisto.

—¿Recuerdas que anoche me dijiste que tenías una teoría sobre el pendrive? —¿Y ese cambio de tema?—. Yo tengo otra sobre todo esto, y es que no me hicieron recoger tu entrega por coincidencia. Una chica, Ruby, la que nos citó la primera vez, me paró el otro día. Ella dijo cosas que... no sé si me estaba poniendo a prueba, pero dijo algo que... —Acomodo el espejo una vez más para seguir sus movimientos—. Nunca antes me habían dejado usar uno de sus coches, ella dijo que le pusieron micros una vez. Quizás nos escucharon.

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