La reina blanca

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"Porque tu crees que el tiempo cura y que las paredes tapan. Y no es verdad. No es verdad".


"Bodas de sangre", Federico García Lorca


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Ese día la chica de la recepción le había entregado la primera nota. No se sorprendió. Habían tardado. Desde que sus padres se marcharan a Japón, la casa donde habían vivido e incluso la casa de sus abuelos, estaba en manos de familiares. Tenían un acuerdo interno, privado, de que todo lo que llegara a su nombre fuera entregado en persona. Así que Taehyung conservaba unas cientos de cartas en su poder y habían otras esperando por él.

No sabía el porcentaje, pero muchas de ellas tenían un contenido demasiado gráfico como para que llegara a conocimiento de nadie. Las leía todas. Antes de cambiar su número también habían llegado a su teléfono. Videos de personas apaleando a chicos gays en plena luz del día, amenazas de cortar testículos y ponérselos en la boca, deseos de terminar con toda la familia Kim para que dejen de traer al mundo pervertidos, propuestas de sexo y sadomasoquismo, burlas, infinidad de burlas, sus fotos envueltas en terribles collages donde los descuartizamientos y las cruces se confundían con su cara y la de los chicos, más burlas.

Mientras iba a algún restaurante o centro comercial, él siempre miraba los ojos de las personas con las que se cruzaba y pensaba cuál de todas ellas podía significarle realmente una amenaza. Cuál tendría el valor de humillarlo o levantar un puño, o solo gritarle puto y reírse. Por lo general el pueblo coreano era bastante reservado en la vida pública y solo deslizaban miradas reprobadoras y se alejaban de su camino. Pero el que los mensajes no fueran nunca cara a cara, no significaban que estos no hubieran dejado una herida perenne y cada vez más profunda.

De cualquier manera, le preocupaban más las discusiones entre familiares que lo defendían y los que lo repudiaban. En la última cena dos bandos irreconciliables se dieron la espalda para no volver a hablarse. Le preocupaba el silencio férreo de su hermano menor. Le preocupaban los amigos que seguían sin contestar.

Por eso entendía el miedo de JungKoook como nadie más lo haría. Pensaba en Jungkook mientras trataba de entrar a su departamento temporal y vacío, ya también sin Yoongi. Pensaba en Jungkook y pensaba en Bae, en como había logrado cambiar las piezas de lugar en el tablero con un par de palabras.

Era casi empezar una partida nueva. Eso era.

Su tarjeta no funcionó ni la primera ni la segunda vez que la colocó. Se fijó en el número. No solo se había equivocado de departamento, se había equivocado de piso. Regresó al ascensor. Pensaba en JungKook. Pensaba en Bae. Su capacidad innegable de estratega lo asustaba. Acaso no confiaba en sus intenciones. Pensaba en cómo Bae afectaría a Jungkook de ahora en adelante. Porque no tenía ninguna duda, Kook era frágil e inestable, sería un peón para la reina blanca. De esos pequeños obreros de fábrica que por cualquier razón se deben sacrificar en primer lugar para avanzar y obtener ganancias.

Finalmente pudo entrar a su departamento y sacarse zapatos y saco y gorro y bolso, y hubiera querido dejar allí en la entrada su propio cerebro en alerta.

Le hubiese gustado hablar con Jimin. Lo extrañaba de manera dolorosa.

Antes del lunes, antes de las acusaciones del fiscal, SM haría oficial el traspaso de las tres bandas emblemas de BH: M21, TXT y Bangtan. De esa forma los CEOS se aseguraban una cuantiosa suma de dinero que posiblemente ya estaría entrando en una maquinaria desesperada de defensa, Bufet de abogados, silencios amigos, prensa.

Taehyung leave BTS [Completa]♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora