Una puerta nunca vista

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... ... ...

No tuvieron demasiado tiempo después. El teléfono sonó según tenían previsto. Hubo una sobrerreacción por parte de Taehyung, un cierto nerviosismo que volvió a tensar sus músculos que habían comenzado a relajarse sobre la cama.

Ahora escuchaba el agua correr. Esperaba su turno. Era tentador quitarse los bóxer, abrir la puerta y pegar el cuerpo del mayor al suyo. Porque en 10 minutos Tae debía estar en su propia suite, cinco pisos abajo. El ascensor tragaría a su hermoso hombre y lo hundiría en la oscuridad.

¿A cuál de los dos se le había ocurrido la muy magnífica o muy idiota idea de acostarse bajo las narices de Gan? No lo recordaba, lo único claro era la necesidad absoluta de hacer el amor, porque ellos nunca habían hecho otra cosa cada vez que tenían relaciones. Era amor. Y era deseo, y estaban frente a frente, después de dos años. No habría fuerza humana que pudiera detenerlos.

Tae había hecho la llamada a Shin Bo-Hyun. Solo un par de horas más, solo rogaba por un par de horas más.

Ella dijo que sí.

Lo invitó a almorzar.

Él aceptó.

Pero no podía asegurar el tiempo exacto que aquello les llevaría.

Entonces reservaron en el hotel más cercano y con habitación disponible que encontraron: el mismo en el que la familia Gan estaba parando. Eso era como el arma de doble filo más peligrosa que hubieran podido conseguir. La oportunidad y la trampa tenían la misma puerta.

Salieron del baño sin mayores preámbulos.

"Tenemos que irnos" dijo al aire. Evitó la mirada de todos. La de Alessio en particular. No necesitaba la opinión o la aprobación de nadie, ni los reproches o las advertencias. Aunque una punzada de culpa volvía ahora que lo pensaba mejor.

Entró al hotel primero. Barbijo y gorra. Firmó y subió hasta el décimo cuarto piso. Esperó. Eran sus nervios los de un adolescente. Contaba con los dedos de una mano las veces que habían intimado. Un auto. La antigua casa de Bangtan. Su departamento en Seúl. Una casa plantada al borde de una playa. La escasez de situaciones las convertían en explosiones atómicas. Toda vida moría a 1000 kilómetros a la redonda. Un apocalipsis emocional y físico. Una panorama desolador en el después. ¿Cómo harían para que aquella vez no se sintiera como la última vez? ¿cómo harían para que no fuera realmente la última vez? ¿para no esperar años y años? Siempre era la última vez para su corazón. Siempre era muerte y separación. Necesitaba al menos tener días debajo de las sábanas. Meses dentro de una habitación. Años en un departamento. Habían compartido casi una vida como amigos. Necesitaba otra como amantes, como pareja. Porque si lo primero había sido excepcional, lo segundo podría ser indescriptible.

Solo fueron 20 minutos tortuosos donde extrañas ideas afloraron en su cabeza.

20 minutos de espera donde entró al baño a mirarse en el espejo como tres veces y en la cuarta decidió bañarse. Solo porque nunca estaría lo suficientemente limpio. Menos después de haber plantado una duda en el corazón de Tae.

Solo fueron 20 minutos de histérica espera, en donde miró su teléfono 100 veces y acabó prendiendo el enorme televisor que daba al mullido y blanco sillón. En la pantalla un programa musical daba paso a la banda kpop del momento. Eso distrajo momentáneamente su atención: eran buenos. Eran todo lo que había sido ellos: buenos en el baile, en el canto, en dominar el escenario. Pero ellos habían sido buenos, y también otra cosa. Otra inexplicable cosa que después de tanto tiempo no le parecía muerta.

Eso creía.

Mientras, en ese país, y sin querer aceptar la realidad, seguían repitiendo la formula después de BTS. Ellos, que habían elevado la industria a lo más alto, también la habían arrastrado hasta el fondo. Y en el presente, a nadie, por fuera de Corea o Japón, le interesaba las boyband o girlband de aquel pequeño país.

Taehyung leave BTS [Completa]♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora