Por esa puerta

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...... ..... ....... .....

Una mancha roja, que había comenzado como un charco repentino en el medio del pecho, pronto se convertiría en diluvio.

Todo rojo sería el cielo y los pájaros ahogados. De su boca de su nariz de sus oídos solo saldría rojo a borbotones.

Jungkook se había convertido en material explosivo, en misil y si su radar no encontraba un objetivo pronto ¡bum!

Solo, él y sus daños colaterales sufrirían. 

¡Maldito imbécil! ¡maldito y jodido imbécil!

¡Ah! Ni siquiera supo cómo dejó ir a Taetae. No supo. Si alguien se lo preguntaba, no sabría responder. Aún escuchaba su llanto a través de la roja cortina de lluvia. Y él se ahogaba.
Porque no era posible. De ninguna manera era posible.

¿Cómo mierda había pasado? Y esa era una pregunta que había comenzado a crecer y ocupar todo por dentro ¿Qué clase de monstruo repulsivo era Gan Jae-gyu y por qué caminaba entre los que tenían alma?

Se  sentía tan enfermo de pensar en el dolor, en la vergüenza, en la miseria de Tae, llorando como un niño, como un niño perdido sin su madre. El mundo era una cosa horrible para los inocentes.

Era difícil describir sus emociones, había desaparecido la sonrisa de Kim y eso era igual a perder los amaneceres con todo y sus pájaros. Porque estaban muertos. Como su corazón.

Muerto.

Los monstruos no deberían ir robando vida de humanos para aparentar ser uno de ellos.

Jungkook recordaba a Jun ki y se daba cuenta que no era el mismo tipo de odio. Era un nuevo nivel.

Desquiciante.

El enfermo hijo de puta torturaba allí donde él había conocido la posibilidad del amor. Deshilvana el frágil cuerpo de Tae y con sus propios hilos lo ahorcaba.

¿Y qué haría entonces Jungkook? ¿Qué se supone que haría cuando encontraba sus manos atadas por el mismísimo Taehyung, por los hilos de su deshilachada existencia?

"No hagas nada, por favor"

Lo cierto era que, su hyung no había tomado la precaución de atar sus pies y él solo había huido

¡Corre Kook! ¡Corre! ¡Es todo lo que puedes dar! Abandono. Lo que le diste siempre, joven o no. Deja que se seque la fuente de tu amor y tristeza y has como si nada.

Había llegado a su departamento en un estado inconsciente, en una nebulosa roja, porque tampoco tenía memoria de haber salido del hotel y haber manejado. Entró pidiendo que lo dejaran matar al monstruo, como si le tuviera que pedir permiso a alguien.

Teseo perdido en el laberinto, pidiendo por favor que lo dejen matar al minotauro.

Una figura confusa se acercó a recibirlo. Por un segundo no supo quién era el hombre que hacía shhh shhh y le daba palmadas en la espalda. Tuvo que hacer un esfuerzo para incorporar su persona a la realidad. "Shhh, tranquilo... shhhh" Ese era el sonido latino para calmar tempestades.

Alessio lo empujó suave al sillón y trató de diluir el espeso color en sus venas, pero el alcohol solo avivó el fuego y se encontró buscando afecto en otro hombre. Uno  fuerte. Uno libre. Uno capaz de contenerlo, abrigarlo, ampararlo, empujarlo a otra vida.

Solo se dejó llevar.


Por la mañana o más bien pasado el mediodía apareció Yoongi. ¿Era él o se le hacía cada vez más parecido a un cuervo? Su pelo oscuro brillando junto a las malas noticias.

Lo miró de aquella forma... Jungkook aún estaba en ropa interior y con claras secuelas de una borrachera. Yoongi sabía de borracheras y no iba a asustarse, pero su compañero también estaba semidesnudo, con el pelo desordenado y era fácil despejar X en esa ecuación. ¿Qué había hecho? Trataba de alejar de su precario estado la noche anterior. Pesaba. Lo hundía. Los fornidos brazos de su amigo italiano lo habían sostenido cuando más cerca del infierno había estado. Pero no iba a decírselo a su hyung. No iba a contarle que mientras más pasional se ponía Alessio más él se desmoronaba, y que en vez de un orgasmo solo obtuvo un llanto descontrolado mojándole la camiseta. Y se convirtió en un niño. El niño que entre el temor y el respeto había evitado a Suga en los inicios. El niño que solía enojarse y llorar sin motivos aparentes. Tan lleno de miedos....

Jeon Jungkook era Kookie, Kookie era el golden Maknae, el que crecía, no bajo el sol de la calle, sino bajo la luz artificial de los reflectores. El que entrenaba o ensayaba en vez de jugar durante más de 8 horas al día.
Ese que estaba desesperado por construir murallas y laberintos que lo protegieran de la mirada escrutadora. Nadie debía saber quién era. Ni él mismo.

En ese llanto de infante, en ese llanto que venía del pasado, pudo sentir sobre la cara a Tae soplando, como el lobo de los cuentos, sus robustas defensas.

Taehyung leave BTS [Completa]♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora