Pequeño dragón de fuego

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"Creemos adivinar los sentimientos del otro,no podemos, por supuesto, nunca podremos.No tiene importancia.En realidad es la ternura la que me interesa.Ese es el don que me conmueve, que me sostiene,esta mañana, igual que todas las mañanas".Raymond Carver

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Había una infancia que Taehyung consideraba lejana y preciosa.
Allá, en el horizonte, no existía ningún dragón que dejara una estela más brillante que su ingenua y porfiada felicidad.

Su abuela había tejido para él, las alas más abrigadas, fuertes y hermosas, utilizando lanas de todos los colores.

Su abuelo había soplado lo suficiente como para mantenerlo muy arriba. Cerca de las estrellas, la lluvia y los deseos.

"Pide un deseo Taetae, cierra los ojos y pide un deseo ¡rápido! antes de que sea demasiado tarde" 

Incluso aceptando que no podría vivir ni con sus padres ni con sus hermanos, Taehyung fue un niño activo, un pequeño dragón de fuego, pidiendo deseos antes de realmente desearlos.

Era amado y era suficiente.

Hasta la pubertad.

De a poco las escamas se fueron opacando. Quizás por su propio elemento, quizás porque tanto pedir deseos sin respuestas había cavado un vacío en su corazón, quizás porque crecer transformó su espíritu en piedra.

Imposible mantenerse en el aire, ajeno a los abismos de la propia realidad. Y de las otras realidades chocando con la suya.

¡Pobre pequeña bola de fuego!

Estar más cerca del suelo le apagó tantas veces las ganas de reír que le resultaba incluso más natural ir encendiendo sus lágrimas, autodestruyéndose. 

"Nunca te avergüences de llorar. Tus lágrimas son pequeños faros de esperanza, Taetae. El que no llora se ha rendido"

Cada vez río menos abuela, pero lo que más me asusta, es que ya casi no lloro. 

¿Por qué pensaba en todo eso, justo en ese instante? Porque en verdad los dragones nunca mueren, al igual que los tigres. Se transforman en mitos, se enrollan entre sus alas y duermen durante siglos. A veces sentía en su corazón, el aleteo de su sueño intranquilo. Eso sucedía cuando podía subir a un escenario y cantar, por ejemplo. Y también cuando encontraba a un igual. Su igual. Ahora, atrás suyo. Respirando fuego. Lo supo la primera vez que lo vio.
¿De dónde había salido ese niño de ojos redondos? El cielo lo había dejado escapar. Su fuerza estaba contenida, encriptada.

Ven a jugar pequeño dragón de azúcar.
Tiene miedo, Tae. Ve despacio. Acércale tu mano para que pueda olerte. Así es. Deja que se acerque a ti, es muy desconfiado ¡Despacio! ¡No! ¡No lo toques! ¡No aún! ¡Eres demasiado impulsivo! ¡Lo has asustado!

Pero él no podía contenerse. Entre tanto deseo pedido, le había rogado a las estrellas no sentirse solo, ajeno. Alguien con quien volar sin necesidad de explicarse o justificarse o sentir vergüenza. Alguien con quien arder  ¿Y si el dragón dentro de Jungkook estuviera tan controlado por sus miedos que nunca se despertara y lo reconociera? Por suerte, de alguna forma natural y en unos pocos meses, encontró la llave, abrió la jaula, y esperó. Las alas negras y hermosas se extendieron como la noche y él, él amó a ese animal de una forma primitiva. Un amor cuyos alcances no entendería hasta unos años después. 

Podía jurar que se habían incinerado mutuamente a lo largo de ese tiempo, pero no. Allí estaban, los corazones ancestrales hablándose por encima de los razonamientos y las decisiones. Por encima de la realidad.

Taehyung leave BTS [Completa]♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora