✧ Después de experimentar el sentimiento de la felicidad con Jungkook, le daba igual como fueran sus tratos hacía él.
Porque después de todo, con Jungkook, siempre sería feliz, o al menos eso era lo que le había prometido.
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Jungkook bajo de su auto, después de haberlo estacionado después de haberlo dejado en el lugar de estacionamiento que era especialmente para sus clientes.
Fue hasta las puertas de cristal donde las empujó suavemente, entrando ganándose saludos amables de los empleados y también reverencias. Tenía que ir al punto, más hizo una mueca al ver a TaeHyung limpiar una mesa.
—¿Qué estás haciendo?– preguntó acercándose, confundido. Ya que esas no eran las labores de este.
El Omega rápidamente levantó la mirada e hizo miles de reverencias saludando educadamente al hombre. —C-como termine mis labores en la repostería, la señora Hwang dijo que podía ayudar a limpiar porque aún es temprano. –respondió.
—¿La señora Hwang le pidió eso?– arqueo una ceja.
Kim se encogió un poco, haciendo una pequeña mueca con sus labios. —¿Está m-mal...? –preguntó temeroso.
—No, no, –levantó los hombros. —Está todo bien.
TaeHyung se quedó ahí estático sin saber que hacer, carraspeo bajito asintiendo. Estaba a punto de tomar unos trastos sucios pero fue interrumpido por la voz del Alfa.
—¿Tienes planes para estos días o para el fin de semana? –preguntó acercándose el chico, este lo pensó unos segundos y después negó rápidamente.
—¿Por qué pregunta eso?– parpadeo curioso el Omega.
—Necesito que me acompañes a una parte, ahora mismo, –le pidió, pero más bien sonó como una orden.
Jungkook volvió a repetir la palabra "ahora" cuando el Omega se quedó en silencio.
—Oh, s-si, –asintió rápidamente. —Solo voy a buscar mis cosas, –le dijo y el otro asintió, yéndose hacía un pasillo.
Jeon solo tuvo que esperar unos segundos para que el varoncito regresará con su bolso colgando sobre su hombro, y una pequeña sonrisa.
Ambos comenzaron a caminar juntos hacia la entrada, más TaeHyung observó a la señora Hwang, quien le miraba con los ojos entrecerrados.
La señora Hwang era la encargada, la que había entrado en el lugar de la señora SeokGi. La que le había tomado cariño a Kim, y le cuidaba como si fuera su pequeño.
—¡Nos vamos! –gritó no muy fuerte haciendo sonreír a la anciana. —¡Adiós! – se despidió agitando su diestra cual niño pequeño.
Jungkook solo puso su brazo al rededor del hombro delgado del Omega, guiándolo hasta la salida porque este se había entretenido despidiéndose de la anciana. Estuvieron frente a el auto y cada uno subió.
—¿A dónde vamos?– preguntó curioso el rubiecito, poniendo el bolso sobre sus piernas.
Jeon encendió el motor del auto, arrancando inmediatamente. —A una parte, –respondió.
