Los Reyes de la Noche

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Un poco más. Un poco más... Llevaba unos buenos diez minutos tratando de abrir sus grilletes. Si estuviera N presente, el muy imbécil estaría muriéndose de la risa mientras observaba como Leo seguía siendo pésimo en esas cosas. No ayudaba para nada que su hermano, el muy gilipollas tenía un tiempo récord en abrir cualquier cerradura. Leo maldijo por lo bajo. ¿Por qué estaba en un calabozo nuevamente? Este plan se veía más lindo en su cabeza que en la realidad.

Ir al reino de los Demonios de Sangre, dejarse atrapar, liberarse y abrirse paso hasta el trono parecía un plan simple. Más simple que encontrar a Vashyti... La muy zorra ha estado trabajando con su creador, así que era evidente que mintió demasiadas veces para los gustos del vampiro. ¿Qué diablos? Leo ni siquiera podía saber si el verdadero nombre de la elfa era Vashyti.

Ese descubrimiento lo dejó con muy pocas opciones. Él podía tomarse la eternidad buscando a la elfa para entregarla a los demonios, siendo perseguido por ellos en todo momento. O hacerse con el reino y luego buscar a la elfa, sin que nadie le joda la existencia. La segunda opción parecía ser la más lógica. Por esos minutos de paz, Leo estaba dispuesto a morir.

Consideró pedirle ayuda a Lyrania, quien conocía a esta raza de demonios más que a ella misma, pero a saber dónde estaba la Leorin. No ayudaba para nada que ella cambiara el número de su móvil casi con la misma frecuencia con la que cambia su ropa interior. Tampoco podía pedirles ayuda a sus hermanos pues ya estaban hasta el culo con los problemas. Eso lo dejaba en una misión suicida, con su locura de acompañante.

Una vez liberado, sin perder ninguna parte de su cuerpo, salir del calabozo fue como quitarle un dulce a un bebé. Si la información recopilada era totalmente cierta, uno podía hacerse con el trono de un Demonio de Sangre si el que esta ocupando el puesto no es un heredero. Si el que esta ocupando el trono es un Demonio de Sangre cualquiera, una criatura puede retarlo a una batalla y quien ganara sería el rey, o en todo caso, la reina. Este reino no discriminaba géneros.

Como no todo estaba perdido, el heredero al trono estaba perdido. Eso era casi suficiente para hacerlo llorar de felicidad. El vampiro solo tenía que desafiar y ganarle al suplente. Luego tendría que capturar a Vashyti y tendría aliados para lo que se avecinaba. Entonces, él entregaría el trono sin pensarlo dos veces. No era un mal plan... pero si lograba saber en que parte de todo el inmenso castillo estaba el trono, fuera la epifanía.

Sin nunca haber estado en los perímetros, Leo encontró el dichoso salón. El tiempo se hubiese acortado si se hubiese traído a Ravi. Cuando despierte, yo lo volveré a dejar inconsciente. Ravi conocía estas zonas mejor. Que diablos, el hombre conocía casi a todas las razas. Su hermano era lo suficientemente inteligente como para trabajar su reconocimiento entre los seres y tenía aliados por todos lados. ¿Qué es eso de estar postrado en una cama? El muy cabrón...

-¿No han considerado poner un mapa del castillo como en lo hacen en los centros comerciales?- Preguntó Leo como quien entra a su casa, haciendo que todos los presentes lo miraran confundidos por unos segundos-. No hace falta que se pongan de pie -Dijo al ver que los presentes hicieron el ademan de pararse se su asiento, y no precisamente para recibirlo de buena forma-. Exijo un ¿parsell? -Los demonios se rieron y Leo estuvo seguro que, aunque ellos entendieron lo que él quiso decir, el vampiro no estaba pronunciando la palabra correctamente por lo que ellos no iban a hacer absolutamente nada a parte de morir de la risa. Maldita sea...

-Creo que lo que quisiste decir es Praselle -Dijo una morena de ojos amarillos, casi igual de alta que él.

-Eso mismo. Exijo un Praselle.

-Gabrielle, ¿qué hace una súcubo en el reino de los Demonios de Sangre ?-El demonio ignoró a Leo, mirando a la mujer como si le hubiesen servido un banquete y él estuviera hambriento-. ¿Estas buscando algún afortunado? -La larga trenza de la mujer bamboleó en su espalda cuando ella negó con vehemencia.