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6, 7, 8...

De pronto, el alboroto que se organizó en los alrededores de la casa fue bestial. Al ver aparecer los coches de la policía, unos guardaespaldas de Escudero dispararon contra ellos mientras otros entraban para alertar a sus jefes.

Márquez y sus hombres abatieron a los dos tiradores de la entrada y a otros que disparaban desde las ventanas del piso superior; luego entraron en el salón. A Márquez se le revolvió el estómago cuando comprobó quiénes estaban allí. Acaudalados y poderosos hombres le devolvían una mirada incrédula. Aquello sería un escándalo para sus carreras y sus familias. Había jueces, abogados, políticos, gente influyente en el mundo de la prensa y de la televisión.

-Vaya... vaya... ¿a quién tenemos aquí? -murmuró Dani.

-¿Ves a Escudero? -preguntó Juliana por el intercomunicador.

-No. Pero tiene que estar -susurró Mariana que miró a un hombre de ojos oscuros con un mechón blanco en el centro de la cabeza.

Juliana aceleró el paso.

-¡Mierda, Mariana! ¿Está o no? -gritó parándose en la calle.

Mariana se fijó en los hombres, pero no distinguía a Escudero. Nerviosa, observó a los detenidos mientras Márquez y Sergio desataban las niñas.

-¡Respóndeme, mierda...¿agarraron a Escudero?

En silencio, Mariana corrió hasta la entrada para mirar en el furgón donde estaban metiendo a los detenidos, los alumbró con una linterna uno por uno y respondió:

-¡Mierda..., no está!

Juliana cerró los ojos unos segundos y cambió su rumbo.

-Ve hacia el lateral derecho de la casa. Tengo el pálpito de que allí estará. Voy hacia allá,

Márquez las oyó y miró a su alrededor. Juliana, sin aire, llegó hasta el callejón donde el chofer de Escudero había estado. En la oscuridad comprobó que un tipo se ponía con rapidez una chaqueta y una gorra roja de pizzero. No conseguía ver con claridad si era Escudero o no.

-¡Alto! ¡Policía! Aléjate de la moto y pon las manos en alto donde yo las vea -gritó Juliana con la pistola en la mano.

-Ni lo sueñes, inspectora Valdes.

Juliana reconoció aquella voz. Escudero.

-No te muevas, hijo de puta, o te juro que te meto un tiro.

En medio de la oscuridad que la rodeaba, Juliana disparó a la rueda de la moto y acertó. Escudero maldijo, arrancó la moto e intentó atropellarla. Con una sangre fría pasmosa, Juliana esperó a que se acercara lo suficiente, se abalanzó sobre él y ambos rodaron por el suelo. Mariana oyó el tiro y se imaginó lo peor. Sin mirar se lanzó desde lo alto de la valla con la mala suerte de que cayó encima de Juliana y ambas se golpearon la cabeza.

Durante unos segundos las dos quedaron fuera de combate; Escudero se levantó y empezó a correr, pero dos metros más adelante, Márquez, Dani y otros policías ya le encañonaban.

Una hora después, el centro médico Scielo atendía a las dos muchachas de sus respectivos golpes en la cabeza.

-Menos mal que no te han tenido que dar puntos -suspiró Mariana.

Juliana tenía horror a las agujas. Enfermaba sólo de pensar en ellas.

-Pero el ojo te lo he puesto de diseño -susurró Mariana.

-No te preocupes -sonrió su amiga-. El otro día leí en una revista que este año se lleva mucho el morado y los tonos oscuros en los ojos.

Las dos reían cuando Márquez se acercó hasta ellas.

Si yo no te tengo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora