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Dos segundos después, unas descolocadas Ivanna y Valentina, junto a Elena y Giselle, llegaban hasta ellos.

—Jonny, amado mío, ¿qué ha pasado? —Elena y Giselle corrieron para socorrerle.

Al levantar la vista, Juliana vio que Elena corría hacia su novio y pasaba junto a su llorosa hija sin prestarle atención. David, harto, sin importarle las consecuencias, con calidez la abrazó.

Ante su gesto, Val se movió para decir algo, pero su abuelo Vito dijo alto y claro:

—Déjalos. Son novios y tienen mi aprobación.

—¡Qué le han hecho a mi novio! —gritó Elena horrorizada al verle sangrar.

—Jonny, debería contarle algo a su novia, ¿no cree? —siseó Juliana mientras le colocaba las esposas.

—Son todos unos delincuentes —gimió aquel—. No les creas nada, Querida mía. Se han inventado una serie de cosas que nada tienen que ver conmigo.

—¡Ay, Dios mío! Pero ¿qué le han hecho? —gritó ella mientras la gente de la fiesta se arremolinaba a su alrededor.

—Señora, creo que la pregunta exacta sería: ¿Qué ha intentado hacer Jonny a su hija Eva? —gritó Mariana incapaz de seguir aguantando la frialdad de aquella mujer.

Val se tensó. ¿De qué hablaban? Y como una autómata se acercó a Jonny, le cogió de la pechera y le dio tal puñetazo que la sangre salpicó a su madre, que esta vez sí se desmayó. Ivanna y Vito acudieron a auxiliarla.

—Más te vale que no sea cierto lo que mi mente imagina, porque sí es cierto, te mato, me entiendes te mato —siseó Valentina antes de que uno de los asistentes de la fiesta le sujetara.

Pasados unos segundos, Elena volvió en sí y cuando se sentó, miró a su hija Eva. Al verla en brazos del chico de servicio, gritó:

—Eva María Carvajal . ¿Se puede saber que haces en brazos de ese muchacho? ¡Apártate de él!

—No, mamá. David es mi novio. Lo quiero y no pienso apartarme de él nunca.

Juliana la miró y sonrió. De pronto, Eva, aquella jovencita, se había convertido en una mujer capaz de defender su amor a capa y espada.

—No digas tonterías y apártate inmediatamente de ese... ese... —regañó de nuevo Elena al verse rodeada por la gente de la fiesta.

—No, mamá, no lo haré. Amo a David y pienso casarme con él. Me da igual si tú o Valentina me desheredan. No necesito su dinero. Solo quiero ser feliz y con David lo seré.

Todos se observaban entre sí en silencio hasta que Giselle habló:

—Se volvieron locos todooos —y acercándose a Eva, que la rechazó, dijo—: Déjate de bobadas, Eva María, y no le des ese disgusto a tu madre. Aléjate de ese muchacho de servicio. Sé juiciosa e intentemos arreglar este embrollo absurdo con Jonny.

Sin importarle las consecuencias ni la dura mirada de Val ni estar atrayendo la mirada de todos, Juliana sugirió:

—Quizá en este caso su madre debería ser la juiciosa, y darse cuenta de que con ese muchacho Eva es feliz. Y de que gracias a él, el asqueroso de Jonny no ha cumplido sus sucios propósitos.

—No hables así de mi suegra —espetó Giselle, muy digna.

—Te prohíbo que hables así de mi Jonny —gritó Elena casi al tiempo.

Juliana se cuadró antes ellas y antes de que nadie pudiera hacer algo, soltó:

—A ti, flaca desnutrida, Jodete! y apartarte no te me sigas atravesando— y volviéndose hacia Elena dijo—: Y a usted, por respeto a su edad, solo le voy a decir una cosa: ¡Váyase a la mierda!

Si yo no te tengo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora