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En otro punto de la ciudad, al llegar a la casa de la pediatra, Mariana entró con urgencia al baño. Había bebido demasiado y su vejiga estaba a punto de reventar.

—Vaya, mi Barbie —rió al oírla—. Meas igual que un elefante.

—¡Payasaaaaa! —gritó muerta de risa.

Cuando salió del baño y fue al comedor, Ivanna la miró y preguntó.

—¿Qué quieres beber?

—Uf... pues me pones en un aprieto, doctora —sonrió—. Si bebo, corro el peligro de que vuelvas a compararme con un elefante.

—Anda ya, no seas tonta mi rubia. Eso fué una broma.

Divertida y con gesto aniñado, abrazándola Mariana susurró.

—Más te vale, cariñito, si no quieres morir esta noche.

Ivanna se le dió un poco y mirándola dijo:

—Si es a polvos, no me importará, siempre y cuando sea contigo.

Mariana puso los ojos en blanco y dijo:

—Dame un Ron y coca-cola, pues.

Ivanna preparó un par de vasos y puso música de fondo; luego se sentó junto a Mariana y sin pensarlo la rubia se quitó los zapatos.

—Oh, Dios... qué placerrrrrrrrrrrr —suspiró Mariana al sentir sus pies liberados.

Pero al volverse hacia Ivanna y ver cómo la miraba, preguntó:

—¿Te estás calentando, doctora?

—¿Qué? —pregunto ella sorprendida sin poder hablar.

Con una sonrisa pícara, Mariana se levantó, deslizó su vestido caderas arriba y se sentó a horcajadas sobre Ivanna.

—Aunque afuera está haciendo frio aquí parece que está caliente, muchos más caliente, y sabes que? creo que estás excitada —susurró moviéndose mientras le miraba a los ojos—. Me tienes que exploto payasita, —y le besó en el lóbulo de la oreja—.

—Nunca había escuchado una chica tan específica—rió Ivanna—. Pero claro, si partimos de la base de que aunque hable un perfecto español, soy inglesa de nacimiento, tengo unas copas de más y tu estas así sentada sobre mí estrujandote, entenderás queee, que... qu...

Al ver la sonrisa en sus ojos, Mariana le susurró:

—Ahora me gustaría que me dijeras que estás excitada en inglés.

—¿Ahora? —preguntó a punto de explotar.

—Sí, ahora. Háblame en inglés. Eso me sube la temperatura — le chupó la boca.

Sin darle tiempo a pensar, se levantó, se quitó el tanga, el vestido y quedaba desnuda completa no llevaba y sentándose de nuevo encima de ella, le desabrochó el saco y con una sonrisa de lo más morbosa, cogió sus pechos los estrujo, cogió los pechos de Ivanna y se los pellizco. Con rapidez Ivanna susurró:

—I'm excited Barbie, you're fucking hot, and I'm crazy for making love with you.

—No sé lo que me has dicho, cariñito, pero por tu bien espero que sea algo bonito —murmuró mientras agarraba los dedos de una de las manos de Ivanna y se los llevaba a su centro, y poco a poco se los introducía en ella.

—Te he dicho, Barbie policía —dijo penetrandola con posesión a dos dedos—, que estoy excitada porque tú eres demasiado sexi y estoy como loca por hacer el amor contigo.

—¡Perfecto! —Suspiró Mariana— Porque cuando termines y me corra en tu mano, yo también quiero saciarme de ti, de tu cuerpo, de tus ojos y de tus besos, inmediatamente las invadía el poder del morbo y ambas suspiraban de placer.

Una hora después, y tras haber hecho el amor un par de veces más, con una sonrisa Ivanna la besó en el cuello mientras Mariana desnuda se levantaba del sofá, abría la nevera y cogía dos cervezas.

—Eres fantástica, ¿lo sabías?— dijo la pediatra.

—Sí. Ya me lo habían dicho.

Ivanna le dio un cachete en el culo.

—Eh... ¿quieres que te dé yo uno de vuelta?

—No vuelvas a contestar algo así. No me gusta— le dijo tomando de la cerveza.

—Estaba bromeando, celosa. —sonrió besándole.

Con gesto hosco, Ivanna se fue al baño y abrió el grifo. Ella la siguió.

—¿Te vas a duchar?

—Sí.

Y sin decir nada, con el ceño fruncido, abrió la puerta de la ducha y se metió.

Pensar en Mariana con otra persona era un suplicio. Solo imaginarse que ella podría hacer las cosas que hacían ambas con otra, le paralizaba el cuerpo y se ponía de muy mal humor.

Dos segundos después, se abrió la puerta y Mariana se metió.

—¿Qué haces? —preguntó Ivanna que estaba entre los chorros de la ducha.

—¿Tú nunca has oído eso de «ahorra agua, no te duches sola»?

Al ver su graciosa cara, Ivanna tuvo que sonreír; bajó la intensidad del agua y la acogió entre sus brazos y Terminator le susurró:

—Es mentira lo que te dije antes. La única persona que me ha dicho que soy fantástica has sido tú muñequita, así que sonríe, bésame, soy toda tuya, echemos el polvo del adiós.

—¿El polvo del adiós?

—Sí, cariño. Estoy agotada y quiero irme a mi casa a dormir.

Ivanna pestañeó, le besó cada uno de sus pechos y dijo:

—Vamos a ver, Mariana, ¿por qué no te quedas aquí conmigo? La cama es grande para las dos y no hay ninguna necesidad de salir ahora a la calle.

Pero ella cogió la esponja, el gel de baño y comenzó a lavarle el cuerpo a su payasa diciendole:

—Mira, payasita caliente, lo siento, pero no me puedo quedar.

—¿Por qué siempre haces lo mismo? —preguntó molesta.

—¿A qué te refieres? —murmuró sabiendo perfectamente a qué se refería.

—Ni yo puedo quedarme a dormir en tu casa, ni tú te quedas en la mía. ¡Esto es ridículo!

—Si te prometo que el próximo día me quedo, ¿me besarás y me harás el amor? —dijo tocándole con una mano su intimidad.

—Juegas sucio no puedo llevarte la contraria en este momento, baaaaarbie—suspiró con una sonrisa mientras su rubia le apretaba su botoncito y le mordía un pezón.

—Pues entonces, cállate y bésame.

Ivanna le hizo caso, se calló, le hizo el amor con todo el erotismo del mundo, la adoró como se adoran a las diosas, y una hora después, mientras amanecía, la dejó en el portal de su casa, ella arrancó y se marchó. Tenía que hablar con Juliana. Quizás su amiga le responderá el porqué de aquella fijación de Mariana por no pasar la noche entera juntas.

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Si yo no te tengo (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora