Capítulo 6

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Maratón 2/2

América

Después de coger un autobús de media hora de trayecto, llego al museo metropolitano de arte, mejor conocido como el MET. Este museo alberga junto al museo de arte de Londres y al de París una de las obras más extensas de arte grecolatino. Aquí es donde encontré trabajo antes de venir a estudiar a la Universidad de Columbia. Era una de mis imprescindibles para venir a vivir a Nueva York.

Subo las escaleras del edificio, es precioso. Entro por la puerta y me dirijo directamente a la sala de cultura clásica. Para poder llegar allí se necesita pasar antes por la de Arte Medieval, esculturas Europeas y por Oceanía, pero como trabajo aquí tengo una tarjeta para poder pasar de sala en sala, y así ahorrar tiempo.

Llego a mi sección preferida, sin duda. No es que sea griega y por eso me encanta. Desde pequeña nuestro abuelo nos enseñó a las tres a amar el arte y a mi sobre todo me gustaba la historia de los dioses del Olimpo, la cultura griega y sus avances sanitarios. Era demasiado pequeña para entenderlo todo al nivel que lo entiendo ahora.

Me paro para observar un mural: Polifemo y Galatea en un paisaje. Es una pintura de los principios imperiales de la última década del siglo I a.c. y es preciosa y enorme. Es de dos metros de largo y uno y medio de ancho.

Veo entrar a mi jefe en la sala. Lo saludo y me informa sobre la exposición que se hará en unos días. Me informa de que parece ser que ha habido un problema en los papeles de una escultura y por supuesto le digo que puedo ir ahora mismo a solucionarlo. Me da las gracias por mi colaboración y se va para ocuparse de otras cosas.

Decido pasear un poco por las salas contiguas, cuando llego a otra de mis preferidas, Arte Contemporáneo. Me encanta ver las pinturas impresionistas y románticas, son mi otra cara.

- Preciosa – me giro inmediatamente del susto, porque pensaba que estaba sola. Veo a Cédric detrás de mí, con un folleto del museo.

- ¡Cédric! ¿Qué haces por aquí? – le doy un abrazo como saludo.

- Como sé que estudias arqueología y eso es mas o menos arte, pues he venido a echar una ojeadita al museo.

- ¿Me estás diciendo que desde que vives aquí, nunca habías venido al MET? – me sorprende que aun haya gente que no le interese visitar museos cuando son historia

- Nunca digas nunca, mírame - se señala.

- Pues si quieres puedo darte una visita exprés, que después tengo que ir a hacer unas cosas del trabajo.

- Ah, claro. Que trabajas aquí, no me acordaba - ¿Por qué no me lo creo?

Le enseñé las salas de la sección donde estábamos y le expliqué un poco de que trataba el impresionismo ya que allí en Atenas la carrera que yo cursé era arte y arqueología, por tanto, sabía de dos ramas históricas-culturales.

Cuando me giro para enseñarle una de las obras maestras del museo me encuentro a Caleb hablando con una mujer, y no con cualquier mujer, sino con mi tutora del doctorado.

Podéis creer como estaba. Un shock increíble. Ni me moví cuando vi que venían hacia mí. Estaba tensa y rígida.

- América – Cédric me sacó de mi trance – esta es Charlotte Ford, nuestra madre.

¿Cóóómooo? ¿Pueden haber más coincidencias en mi vida?

- Nos conocemos – dice ella – es mi alumna del doctorado. Encantada de verte por aquí América.

- Igualmente, Sra. Ford – le estrecho la mano.

- Veo que has conseguido que dos de mis hijos vengan al museo sin yo obligarlos – me guiña un ojo y me siento muy avergonzada. No sé porque Caleb está ahí, pero deduzco por su comentario que es por mi.

- Mamá, América me estaba explicando cosas sobre el impresionismo – me pasa su mano por encima de mi hombro y la mirada de Caleb recae sobre este.

- ¿Si? Eres una caja de sorpresas, además de ser una experta en arqueología también sabes sobre arte, impresionante – me coge del brazo y me guía hasta el cuadro que tenemos delante.

- No es para tanto, solo me gusta saber sobre que estudio – le devuelvo la sonrisa que me había dado.

- Y América – veo que Cédric y Caleb están detrás nuestra - ¿Qué opinas sobre esta obra de arte?

- Qué es sin duda una de mis obras preferidas de Monet – observo el lienzo que tengo delante de mis ojos. Ese que miro todas las noches antes de irme a dormir.

- ¿Ya está? ¿Eso es todo? – dice por detrás Caleb. Odio que hable como si fuera un sabelotodo malcriado rico.

- En verdad no – miro a la Sra. Ford – Es un óleo sobre lienzo. Monet lo pintó desde una terraza del Hospital de San Thomas, en la orilla del Támesis y es el Parlamento Británico. Lo realmente bonito de este lienzo y que lo convierte en una obra clave del impresionismo es la variación de la luz y la atmósfera, creando así una niebla sobre la silueta fantasmal del edificio – me giro para ver las caras de asombro de los chicos, y me vuelvo hacia su madre – que pena que sea falso.

Sus caras cambian completamente. La Sra. Ford parece que le brillan los ojos y me mira a modo de pregunta.

- ¿Por qué dices eso, América? – su cara me dice que ella también sabe que es falsa.

- Sinceramente, sería casi imposible de averiguar. Esta es una de las replicas más valoradas de la verdadera y por eso vale también mucho dinero. Fue pintada por un su hijo, Michel Monet, unos años antes de la muerte de su progenitor y este decidió firmarlo como suyo para que la gente dudara cual era el verdadero. Pero en la esquina superior izquierda escribió las iniciales de su hijo – señalo la esquina y todos miran ahí.

- Es maravillosamente impresionante – dice Cédric detrás de mí aplaudiendo. Yo le sonrío y miro a Caleb que luce sorprendido pero rápidamente vuelve a su cara de siempre.

- Hay muy pocas personas que saben eso. Y que yo sepa, del museo solo lo sabe el director que es quien conoce al verdadero propietario del lienzo, y quién también nos cedió este, para el agrado del público.

- Querrás decir propietaria. Yo diría que no soy hombre.

Si antes no había sorprendido a Caleb, ahora lo había dejado cao. Su boca se había abierta y la de su madre también.

- ¿Tienes un cuadro original de Monet en tu casa? – masculla sorprendido Caleb.

- En mi apartamento, con seguridad. Pero sí. Lo tengo.

- Eso debe de valer un pastón – dice Cédric mirando a su madre para confirmarlo.

- Así es, hijo – ella me mira. En su mirada veo que está orgullosa de que sea su alumna - ¿Sois pareja? – nos señala a Cédric y a mi.

- NO – contestamos a la vez Caleb y yo. Es raro que él haya contestado casi tan rápido como yo.

- Que pena. Ojala mis hijos trajeran a novias a casa – parece apenada.

- Yo he traído a novias – dice Cédric orgulloso.

- De ti no hablo. Me refiero a tu hermano Caleb – se gira hacia él e inmediatamente Caleb se endereza – Ojalá trajeras alguna novia a casa y de paso que fuera como América. Que te cuesta ¿eh? ¿Tan difícil es para ti ser simpático?

- Yo soy simpático – intenta rechistar.

- América ¿Caleb ha sido simpático contigo, desde que os conocéis?

- Emm – alerta, alerta – Sinceramente, no mucho. Pero no me molesta. Sus otros hijos son fascinantes y muy buenos amigos.

- Me alegro.

Nos despedimos y yo me voy a buscar a mi jefe para ver que necesita de mi. Arreglo el problema de papeles que había en una escultura y salgo del museo para ir a casa.

Tres Son Una (Olimpo #1) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora