Capítulo 41

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América

- ¡Está nevando!

- ¡Whoa! ¡¿Eso es nieve?!

Abro los ojos poco a poco y giro sobre mi cama. No hay nadie a mi lado y que yo recuerde ayer Caleb durmió conmigo.

- ¡Qué guay! – escucho otra vez los gritos que me han despertado.

- ¡Meeeeri! ¡Hay nieve en la calle!

- ¡Ya os he escuchado!

Me levanto sin prisas de la cama. Ayer estuve todo el día estudiando hasta la noche, que vino Caleb a rescatarme de tantos libros.

¿Dónde estará?

Salgo de mi habitación y camino hasta el salón donde veo a mis hermanas asomadas por la ventana.

- Pero cerrad la ventana. Hace demasiado frío – me acerco a ellas para cerrarlas.

- Es que nunca había visto nevar. Ya sabes que en Atenas es imposible que nieve

Asiento. Tiene razón. Por donde vivimos es imposible que la nieve cuaje o se mantenga.

- ¿Queréis chocolate caliente? – pregunto yendo a la cocina.

- No hará falta que hagas chocolate – escucho la voz del chico que está robando mi corazón – Hemos pensado en ir hoy a hacer turismo por Nueva York. Cuando nieva es preciosa.

Me giro y veo a Caleb, Cole y Chase con abrigos y bufandas.

- Abrigaros mucho y os esperamos para ir a pasear – nos informa Chase – Es pecado que llevéis un mes aquí y no hayáis visto la esencia de Nueva York.

Mis hermanas se ponen a saltar de alegría y se van a sus respectivas habitaciones a vestirme. Yo en cambio, me dirijo hacia Caleb.

- Me he levantado esta mañana y no estabas – me cruzo de brazos.

- ¿Te has sentido sola, nena? – sonríe de forma pícara.

- Un poco – suelto los brazos y los envuelvo sobre su cuello – Me has malacostumbrado a tenerte cerca.

- Yo también te he echado de menos estos cuarenta minutos que he estado sin ti – me da un beso corto en los labios.

- Voy a cambiarme.

Giro sobre mis pies y ando hasta mi habitación. Antes de cerrar la puerta, veo aparecer a Caleb.

- ¿Crees que daría tiempo a uno rapidito? – me coge de la cintura.

- ¿En tu vocabulario existe la palabra rápido? Porqué que yo sepa para ti rápido es media hora y no disponemos de ese tiempo.

- Por intentarlo... - se ríe y yo me río junto a él.

Me separo de su cuerpo antes de que termine cayendo en la tentación.

Me quito el pijama y abro el armario para coger ropa que abrigue.

- No puedes decirme que no y luego desnudarte, amor – se queja.

Sé que está comiéndome con la mirada y que le falta nada para echarse encima de mí y tirarme sobre la cama para hacerme suya, pero no es el momento.

Me pongo un jersey de cuello alto y por encima un polar. Por último, un abrigo de esquí que tenía guardado para alguna ocasión.

 Por último, un abrigo de esquí que tenía guardado para alguna ocasión

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Tres Son Una (Olimpo #1) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora