epílogo

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Caleb

- Hoy estamos aquí, en el Museo Arqueológico de Atenas, para honrar y agradecerles a las hermanas Olimpo su trabajo en la recuperación de una obra tan preciada como la Afrodita de Cnido – dice un hombre mayor – Hace años, su abuelo Ícaro Olimpo se unió a la causa, pero desgraciadamente falleció antes de lograr encontrar la escultura. Es por eso que sus nietas decidieron formar parte de la búsqueda y gracias a ello, hoy podemos abrir el Museo con una nueva adquisición.

Cojo el móvil para marcar de nuevo el número de teléfono. Llevo llamándola desde que amanecí hace un día, solo en mi cama. Después me enteré del robo y mis hermanos me contaron lo sucedido.

- Desde el gobierno griego y desde el Museo les damos las gracias – mira a las dos chicas que tiene detrás.

- Como representante de arte enviado desde Estados Unidos – dice un hombre más joven que me resulta conocido. Debe ser el director del MET – Quiero pedir disculpas por parte de la Casa Blanca y del presidente por no estar al tanto de semejante robo y apropiarse de una obra cultural.

Tiro la cerveza hacia la pantalla de la televisión y esta se ensucia de líquido y espuma.

- Caleb, levanta del sofá – escucho que me dice Cole.

- He llamado a Meri... Doce veces... - digo apenado y enfadado.

- Se siente mal por lo que te ha hecho sufrir, dudo que te lo coja – me explica.

- ¿Tú has hablado con ella? – me giro para mirarle.

Su cara parece estar preocupada por mi estado inestable. En su rostro se ve que no quiere contestarme por miedo a como pueda reaccionar a su respuesta.

- Supongo que si – digo volviendo a mirar la televisión - ¿Por qué no ha ido a la celebración?

- No quiere que le agradezcan algo por el que no está orgullosa – me contesta con un suspiro – Tenemos que hablar contigo, Caleb.

- Estamos preocupados por ti – habla Chase detrás del sofá – No has salido de casa en dos días y no paras de gastarte dinero en alcohol.

- ¿En qué voy a gastármelo si no? – me quejo.

- En un billete de avión – me propone Chase – Nos vamos a Atenas. Son las vacaciones de navidad y vamos a celebrarlo con las chicas.

- ¡No entiendo porqué no estáis enfadados! – grito desesperado - ¡Nos traicionaron! ¡Robaron estando nosotros durmiendo!

- Tenían un motivo – alega Cole.

- Si nos lo hubieran dicho... Papá seguro que habría cedido la estatua – me digo a mi mismo.

- ¿Cedido? Caleb, él no puede ceder algo que no es suyo. Esa escultura era robada y ellas lo único que querían era recuperarla. Trabajan de eso, son aventureras.

- ¡Qué más da! ¡No voy a ir a Atenas! ¡No quiero saber nada más de ellas! ¡Quiero que sufran y que se sientan mal por lo que hicieron! – empiezo a decir sin pensar - ¡Ojalá nada les vaya bien en la vida!

- No digas cosas por las que te puedas arrepentir – dice Cole.

Yo me levanto rápidamente del sofá y me acerco a él en dos pasos. – Como vuelvas a decirme que tengo que decir, hacer o pensar... Vas a desear no haber nacido en esta familia – le amenazo por el enfado que llevo encima – Si cogéis ese vuelo, dejaréis de ser mis hermanos.

- Vale, pues adiós – Cole da un paso hacia la puerta y luego mira a Chase - ¿Chase? ¿Te vienes?

La cara de mi hermano pequeño es confusa. Parece como si quisiera irse para reencontrarse con su novia, pero por otra parte como si quisiera quedarse conmigo.

- Lo siento, Caleb – dice acercándose a Cole – Espero que nos perdones.

Salen por la puerta y entonces me quedo solo en el salón de la fraternidad. Todos los estudiantes se han ido a sus casas por navidad y no hay nadie que pueda quedarse conmigo.

Maldito América. Me ha arruinado la vida y la odio a muerte. Me ha roto el corazón. Me dijo que podía confiar en ella y la creí, y ahora estoy aquí en el sofá traicionado.

Espero que el alcohol pueda ahogar mis penas y hacerme olvidar.

Tres Son Una (Olimpo #1) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora