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-Gracias por ayudarnos Mabel. La verdad es que estamos algo viejos para esto.
-No importa Ford.
-Por cierto, en tu última carta decías que tenías invitados. ¿Siguen por aquí?
-Eh… Sí. No consiguen arreglar su coche.
-Con coche supongo que te refieres a la limusina de allí.
-Sí.
-A veo.
Entraron a la cabaña, dejando las maletas en el salón, donde estaba Lionel, sentado en el sofá.
Parecía no darse cuenta de los recién llegados.
-¿Es él?
-Uno de los dos. Lionel, él es Stanford.
No hubo respuesta.
-¿Lionel?
El chico pareció despertar.
-¿Hm?
-Decía que él es Stanford.
Lionel lo registró con la mirada.
-¿Tiene seis dedos?
-Uh, sí.
-Ya veo.
Salió del lugar, pero se escuchó como murmuraba un “es raro”.
Ford hizo una pequeña mueca.
-Tranquilo, seguro que lo ha dicho en el buen sentido. Yo misma le preguntaré.
Y sin más, Mabel  salió en busca de su hermano.




-Apariencias.
-¿Qué?
-Digo que debo mantener las apariencias. A Ford le extrañaría si un desconocido se comportara como su difunto sobrino-nieto, ¿no crees?
-Pero le ha dolido.
-Siempre puedo disculparme. Bill, quieto.
El mencionado bufó.
Estaban en el porche de la cabaña, Dipper y Mabel en el sillón, Bill sentado en el suelo, dándoles la espalda, ya que el castaño le estaba trenzando algunos mechones de su cabello.
-¿Ya has terminado?
-Si te estuvieras quieto, sería más fácil.
-¿Qué hacéis?
-¡Wendy! Estábamos  hablando, ¿quieres unirte?
-Me encantaría, pero Stan me ha llamado. Luego os veo.
-¡Adiós!
La pelirroja se fue, pero, como venía siendo costumbre, su novio también estaba ahí.
Dipper no parecía haberse dado cuenta, pues estaba totalmente concentrado en el cabello de su actual pareja.
-¡Que no te muevas!
-¡No me he movido!
-¡Si lo has hecho!
-¿Qué todo ese alboroto? ¿Arthur?
El chico se encogió de hombros. Dipper miró al dueño de la voz, Stan.
-¿Quién es usted?
-La misma pregunta debería hacer yo.
-Ah, sí. Stan, él es Lionel. Y el del suelo, Félix. Chicos, Stan, el hermano de Ford.
-¿Seis dedos?
-Sí. Pero, créeme, no es lo mejor llamarle así.
-¿Y eso?
-Ya te contaré.
-¿Es una broma?
-¿El qué?
-Ese… apodo que le has puesto a mi hermano. ¿Es en que sentido?
-En sentido de que tiene algo que le hace diferente al resto, y, para su suerte, lo tiene de nacimiento. No como otras personas que conozco.
-¿Quienes?
-Créame, no quiere saber la respuesta.
Después de eso, Stan se marchó, algo confundido.
Y mientras esa conversación había tenido lugar, Ford había encontrado algo interesante en su detector.
Dos presencias.
Y no muy normales.

Muerto {Billdip}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora