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Mabel se acomodó mejor en el sofá. Llevaba bastante ahí fuera, esperando que su hermano volviera. No había querido entrar, así que Wendy y Arthur se habían quedado con ella. A pesar de todo, el sueño les había vencido a los tres. Resopló. Si Dipper no llegaba, también se dormiría. Escuchó un ruido de coche, y se puso alerta. Pronto no se oyó nada.
Casi sin darse cuenta, se durmió.
Ahí es cuando Dipper aprovechó para entrar a la cabaña.





Subió a su cuarto y agarró todo lo que había traído, lo metió a una bolsa de viaje y bajó a la cocina. Abrió la nevera y los armarios que usaban de despensa, metiendo comida suficiente para un viaje de unas semanas. Después volvió a salir, metiendo todo a la limusina, haciendo que esta desapareciera, aunque en realidad regresó al lugar donde la habían encontrado.
Se acercó a su hermana. Se iba a arrepentir, pero tenía que hacerlo. No sabía si El Cazador saldría de su prisión algún día. Antes de dirigirse al pueblo para su última tarea, dejó un sueño común a los tres. Debían entender sus razones.











Sintió que se caía desde una gran altura, aterrizando en un espacio negro, iluminado donde se encontraba él, como si hubiera un foco demasiado arriba como para verlo. A su lado aterrizaron Wendy y Arthur, al parecer tan confundidos cómo ella.
-¿Dónde estamos?
Antes de que alguno pudiera responder, un grito resonó en el lugar.
Se giró al lugar de donde parecía venir, viendo una puerta blanca. Se acercó.
-Mabel, no creo que deba hacer eso.
No hizo caso. Abrió la puerta.








El interior era gris, pero le costó acostumbrarse. En las paredes y el techo había miles de pantallas, todas de diferentes colores. Encontró un cartel, donde indicaba que se sentía en cada recuerdo, basándose en el color. Había muchos de color amarillo, felicidad, pero el mismo número de azul oscuro, tristeza. A medida que avanzaban, aparecían más colores. Ni Wendy ni Arthur lo entendía, pero Mabel conocía algunos recuerdos.
-Son de Dipper. Estos recuerdos son suyos.
Llegaron al último verano que pasaron juntos. Aparte del azul y el amarillo, había mucho gris, impotencia, rojo, rabia, y unos cuantos negros, indefinido.
Apareció su último recuerdo, su muerte, donde se juntaban todas la emociones y después...
Nada.
El pasillo volvió a ser gris, insensible, solitario. Pero Mabel continuó caminando.
-¿Dónde vas?
-Hay más. Estoy segura.
Llegó a una sala redonda. Los recuerdos se amontonaban en las paredes. En el centro estaba su hermano, de rodillas y cabizbajo, como si se hubiera dormido mientras se apoyaba en algún lugar incómodo.
-¿Dipper?
Wendy se acercó a él.
-¿Está... bien?
-Oye Wendy, creo que no deberías acercarte.
-Arthur, era uno de mis mejores amigos. ¿Vale?
-Arthur tiene razón. Parece una trampa.
-¿Mabel?-Dipper levantó la cabeza, y se puso de pie. Sonrió-¡Mabel!
-Dipper, ¿qué te ha pasado?
La sonrisa del chico se desvaneció. Su imagen parpadeó, y durante un instante se vió a Lionel. Pero enseguida volvió a ser Dipper.
-No lo sé. Muchas cosas. Puedes verlo. En las pantallas.
-¿Cuál es esa?
Arthur señalaba a una morada.
-Nostalgia.
El recuerdo se desprendió, y se acercó a los chicos. Salía una imagen de Mabel creando un traje.
-¿Cómo viste eso?
Dipper soltó una risa seca.
-Yo lo veo todo.
Regresaron su vista al chico. Pero ahora era Askel.
-¿Qué?
Ahora Dipper.
-¿Que pasa Dipper?
Lionel.
-No lo sé. Deberíais iros.-Askel- Si sois bastante listos. Entenderéis esto.
Despertaron.













-¿Vosotros t-también habéis visto eso?
-Ajá.
-¿Qué ha sido?
-¿Qué pasa?
Saltaron un poco por esa voz. Después del sueño, había sonado demasiado real. Era Lionel. Los miraba extrañado.
-¿Estáis enfermo por dormir fuera o algo? No os desperté porque creí que era una especie de acampada o algo. Tal vez debería haberlo hecho.
Se vió interrumpido por otra voz.
-¡Tú-era El Cazador-¡Tú me encerraste en esa cosa!
-¿Uhm?
Miraron alrededor. Alguien había convocado a todo el pueblo.
El Cazador lanzó una bolita a Lionel. Esta se abrió y salieron varias cuerdas, las cuales le dejaron atado.

















Ataron a Lionel a un palo clavado en el suelo, de forma que estuviera de pie. Se le veía molesto, y murmuraba algo que nadie entendía.
-Bien-El Cazador empezó a hablar- Ustedes querían que atrapara al demonio que había aquí, ¿no? Pues lo he hecho.-Señaló a Lionel- No parece gran amenaza, pero consiguió atraparme. De cualquier forma, siempre tengo un as en la manga, así que no fue un gran problema. Ahora, querrán pruebas, y yo las tengo.
Apretó un botón, y empezó a reproducirse un vídeo.
En él se veía a Dipper hablando con la estatua de Bill, atrapando al Cazador, recubriendo las cabezas de Wendy Mabel y Arthur con algo que después desaparecer, y muchas cosas más, todas demostrando lo que era en realidad.
-Bien, vistas las pruebas, voy a ocuparme del demonio.
Alguien entre la multitud preguntó como.
-Fácil. Lo mataré. Es peligroso, así que mejor no se compadezcan.-Sacó un pequeño cuchillo de filo brillante.-¿Últimas palabras?
-Ergo et multo magis, peto ut salvum me: sed non est salus.
El cuchillo bajó.












Pero no le dió a nada.











-Bonita jugada-La potente voz heló la sangre de lo presentes- Lástima que no haya funcionado.
Lionel estaba libre. Tenía el mismo traje que cuando trató de alejar a Gideon de su hermana, estaba cruzado de brazos, y no tenía una cara muy amigable.
-No creo que debas ser tan severo con él, Askel. No entiende la importancia de nuestra existencia.
A su lado estaba Lucy.
El Cazador estaba asustado. Pero por nada iba a perder su reputación. Sacó una pistola y disparó.







-¡NO!













-¡Mabel!




















Por ello, y por mucho más, te pido que me salves, aunque yo no tenga salvación.

Muerto {Billdip}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora