5) Calido

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Dos días que el rubio no fue a estudiar y el azabache estaba ¿preocupado? Si, esa era la palabra correcta, pero también se formulaba ¿por qué? ¿Por qué el chico ha faltado?

—Maestro le manda esto el director -una estudiante le entregó una hoja.

La leyó detenidamente y esta decía "el alumno Uzumaki esta ausente por motivos de salud"  parpadeo un par de veces ¿su alumno, el grosero estaba enfermo? Pero si se miraba perfecto la última vez que lo vio. No entendía muy bien pero aunque le fastidiara la idea no era algo que le incumbe.

Suspiro y siguió con su clase.

[...]

—Ya son dos días y mi nieto aun no se levanta de la cama -dijo una rubia demasiada preocupada.

—Debe ser mi culpa, yo... -el castaño retenía sus lágrimas provocadas por la culpa.

—No Iruka, ya el doctor dijo que era normal -trató de tranquilizar la mujer.

—P-pero las fiebres solo le duran un día -dijo el chico comenzado a llorar. La mujer solo lo atino a abrazar para darle tranquilidad, sabia que el castaño era como un padre para el rubio ya que ellos viajan y lo dejaban solo todo el tiempo.

El rubio desde esa tarde que fue correteado se sintió mareado y con dolores de cabeza así que decidió dormir, a la mañana siguiente amaneció muy débil y sin poder moverse a causa del dolor, ardía en fiebre y no dudaron en llamar al doctor.

Este les dijo que era lo normal, ya que cada tres meses presentaban los mismos síntomas, pero la fiebre no bajaba, así como Iruka mencionó; estas no duran mas de un día.

La tarde paso y la fiebre bajo, el rubio paso dormido casi todo el día y cuando despertó le dio un hambre, pero para su desgracia no podía comer grasas, y peor aún la pizza con doble queso que exigía.

Con quejas se comió el caldo de pollo que le sirvieron, odiaba la comida caldosa. Bueno el ramen no cuenta.

Pero al momento de salir de la cama ya recuperado iría a la pizzería y comería hasta reventar, de eso estaba seguro.

[...]

El joven maestro casi se daba con el escritorio, ya había explicado un simple problema diez veces y sus idiotas alumnos no entendían. Dios te los llevas o te los mando, pensó en su momento de agonía.

—Miren mocosos inútiles, mas por mas es igual a mas, mas por menos es igual a menos, menos por mas es igual a menos y ¡menos por menos es igual a mas! -explicó por onceava vez  —¡¿entienden la maldita ley de signos?!

Todos se miraron entre si y negaron.

—Largo... Quiero que vayan a casa y las escriban cien veces cada una ¡para mañana! Y espero que se las aprendan o sera un gusto reprobarlos ahora ¡largo! -de dejó caer en la silla, se masajeo el puente de la nariz. Esta era su última clase y en ese salón apenas podían contar hasta diez.

Lo bueno que solo tuvo una clase en el salón del rubio y no lo extraño mucho, al menos ellos si podían multiplicar y sabían la jodida ley de signos.

Solo quería ir a casa y dormir unas horas, lo bueno que mañana es viernes, se dijo mentalmente.

Al día siguiente el rubio se escabulle de su casa muy temprano, ya que no quería ser visto por su educador, no quería ser obligado a comer algo "nutritivo".

Corrió por las casi vacías calles de la cuidad, a esta hora su cafetería favorita ya estaría abierta. Comer una tarta de manzana y un capuchino bien cargado le daría un buen comienzo a su mañana.

Al entrar fue directo al mostrador donde, Karin, la cajera cobraría por su pedido, siempre pedía lo mismo así que no tenía molestarse en pedir.

—Kaaariiiiin bebé ya llegó tu reeeey -saludó con su tono de coqueto como es costumbre para la chica. Ella rió y negó.

—Cuanto tiempo mi rubio -dijo con un choque de manos.

—Si mi reina, me enferme pero como soy inmortal no me pasó nada -reí el rubio mientras se recarga contra el mostrador.

—Pobrecito, ¿estas mejor? -pregunta la chica.

—Claro, sólo fueron dos días que estuve fuera de servicio -dijo giñando.

—Me alegro por ti -dice aliviada —¿comeras aquí o para llevar?

—Es temprano así que comeré aquí -dijo el rubio sacando el dinero para pagar, la chica asiente mientras se dirige a la cocina para pedir el pedido.

—Ahora te lo llevo, cinco minutos -el chico asiente y mira a su alrededor para buscar una mesa perfecta.

Mira al fondo y casi se queda sin habla al ver a su sexy profesor de matemáticas, este tiene en una mano el periódico y en la otra una taza de café. Se ve muy atractivo en esa posición, sus piernas cruzadas, en la forma que sorbe su café y esos lentes, esos jodidos lentes que lo hace ver caliente. Debe admitir que verlo en ese ajustado traje lo calienta más que el sol de verano.

Mordiendo su labio inferior se acerca con cautela.

—Muy buenos días mi querido profesor -dice el rubio coqueto al sentarse frente a él.

—¿Que tienen de buenos Uzumaki? -pregunta el azabache tratando de sonar desinteresado. El azabache estaba contento que su alumno lo notara ya que desde que entró a la cafetería no le quitó la mirada de encima, se miraba bien y recuperado.

—No lo se, usted dígame -sonrió inocente.

—Escuche que enfermó -dijo cambiando de tema el azabache.

—Si, casi moría -dice el rubio haciendo un tierno puchero.

El azabache rodó los ojos al ver la falsa actuación del rubio.

—No fue lo que escuche cuando se lo mencionó a la cajera -dice divertido mientras sonreía de lado.

—Me estaba espiando, que travieso -el azabache borra su sonrisa al escuchar al rubio.

—Jódete -dice molesto.

—Grosero -habla el rubio sacando la lengua.

—Infantil -dice el azabache con burla.

—El comal le dijo a la olla -murmura entre dientes el rubio.

—¿¡Que dijiste!? -grita molesto.

—Que que bonitas las estrellas -dice con una sonrisa que muestra sus dientes.

—Eso ni siquiera rima y ¡estamos de día! -el azabache se cruza de brazos mostrando su furia.

—Que distraído, me confundí -reí el rubio mientras hace una mueca divertida.

—Como veo estas mas sano que una mula -dice sacando un suspiro, mientras sonríe, se inclina un poco y acerca su mano al rubio para acariciar su cabello —me alegro mucho.

En esa frase no hubo arrogancia, ni burla ni mucho menos diversión, esa frase estaba llena de alivio y alegría. Ese gesto fue muy dulce de parte del azabache y eso el rubio lo notó, su corazón también al momento de acelerarse y al encender sus mejillas.

—Bueno me voy, tengo una reunión, disfruta tu tarta pequeño. No llegues tarde o tendrás problemas -y así se fue el azabache dejando un rubio atontado.

—Eso fue raro...-susurra mirando su pedido en la mesa ¿hace cuanto tiempo llegó que no se dio cuenta?

Su corazón volvió a la normalidad pero sin dejar esa calidez, era la primera vez que sentía su corazón de esa forma y culpaba al azabache por ponerlo así.

Joder Sasuke, ¿que maldita jugada fue esa? Juro que me vengaré.

Ahora viene el remate, prepárate.

Continuara...

Gracias por leer 3!

-H 🍉🍉

Mi chico malo [SasuNaru] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora