capitulo 23

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Hace 4 años

Giles Swift

–Era una Daga linda – me dijo mi padre al otro extremo de la sala.

– ¿Qué? –Negué con la cabeza – ¿Cómo lo...? –me callé al recordar que él era el único que sabía cada recuerdo que se almacenaba en su mente.

– No puedes salir con ella, Giles

–No es nada serio, papa –hice un gesto de despreocupación con mi mano –no te estreses.

–Por eso mismo es que no quiero que salgas con ella –dijo si paciencia. –eso le hace daño y como ya te dije, su mente es muy sensible.

–Siempre le quitas la diversión a las cosas –le recordé –con Ryley hiciste lo mismo hasta que nos separaste.

–Terminaste con ella porque era tonta –hizo una mueca –yo solo te lo recordaba. Y además era demasiado impulsiva y estaba demente.

– ¿y Jade no lo es? –el sarcasmo se me noto más de lo que quería –porque a mí me parece que sí.

–No, Giles, no lo es –chasqueó la lengua –es todo lo contrario a tonta. –Lo miré con desaprobación y siguió –de hecho es mucho más inteligente, calculadora y sanguinaria que tú. –Sonreí ante la declaración –pero a diferencia de ti, ella sí tiene sentimientos.

–En primer lugar –sonreí – ¿Por qué crees que me interesé en ella? –Lo miré a los ojos – y en segundo lugar, ¿se supone que debería ofenderme por no contar con esa debilidad?

Resopló y dejé de mirarlo –no sé cuándo aprenderás que tener sentimientos no es una debilidad –Dijo negando con la cabeza –cambiando de tema. Mírame –lo miré – ¿Cómo te está yendo con la psiquiatra? me dijo que estas más abierto.

–Bien, supongo. –Miré al techo y seguí –es algo intrigante la forma en la que me mira cuando hablo. Además es linda.

–Tienes motivaciones extrañas, pero por lo menos sirve –dijo levantándose –voy a dormir, si sales me avisas.

–Adiós –le dije con un toque de sarcasmo –voy a salir con Jade –me miró y sonreí

–Te hablo enserio, Giles –con eso se fue a su habitación dejándome solo en la sala.

Fui a la cocina para hacerme algo de comer y me quede viendo netflix por dos horas hasta que el reloj me indicó que ya podía llamar a Jade. La llamé un par de veces hasta que contestó. Su voz se escuchaba casi como sollozos retenidos.

–Jade, ¿estás bien? –puse voz de preocupación.

–Sí –respiró pesado –es solo que he tenido un día algo pesado –nos quedamos en un silencio hasta que habló de nuevo – ¿me llamabas porque...?

–Ah, lo siento –reaccioné – ¿quieres salir?

–Sí, creo que me haría bien y hoy es sábado, asique podemos salir sin que me atrapes. –me dijo y sonreí.

–Bien, llego en 10 minutos –dije, luego reaccioné al recordar todo el tiempo que se tomaban las chicas en arreglarse –o no sé cuánto tiempo necesites.

–Ven en una hora –me dijo –acabo de terminar mi entrenamiento y bueno...

–Bien, ahí estaré. –le contesté con una nota de dulzura.

Después de 40 minutos y un capítulo de la serie que estaba viendo fui a la habitación de mi padre y le dije que iba a salir, era obvio que sabía que saldría con ella. Aunque él no quería que me acercara a ella, su dulzura, su voz, su olor y su forma tan sádica de ver las cosas en secreto me llevaban de vuelta a ella. No podía negar que la chica sí era guapa, demasiado, pero quería descubrir todo sobre ella, quería ser su mundo entero, solo por pura curiosidad.

Cuando llegué la llamé y Salí a fumar mientras la esperaba. Hacia un frio terrible, bote el humo y cuando gire la cabeza la vi caminado hacia mí. No pude evitar quedarme embelesado con lo bien que se veía. Tiré el cigarrillo al suelo y lo aplasté. Se paró frente a mí y sonrió. No era muy alta, pero tampoco era un hobbit.

–Hola –me saludó.

–Hola, Jade –le dije mirando hacia abajo –que linda te ves. –llevaba un falda de cuadros con pliegues, un suéter de tiras negro y unas botas militares con medias largas. Sencillo, pero en ella se veía increíble.

–Gracias –me dijo –tu también te ves bien, como siempre –se rio.

–Me alegra que lo admitas –le dije. –bien ¿quieres ir a...?

–No sé –me dijo. Palmeó su quijada en aire pensador –ha sido un día demasiado movido ¿Qué tal si vamos al bosque?

– ¿Qué? –le pregunte más confundido de lo normal.

–Hay un bosque no muy lejos de aquí y hay un lago y –

–No –le dije de inmediato –no puedo dejar que te pase nada, y eso se saldría de mis manos por completo. –hizo un mohín. Me abrazó por la cintura y puso ojos de súplica.

–Por favor, Giles. –sus ojos pasaron de suplica a malicia -Va ser divertido

–No, Jade –le tome las muñecas y la devolví a su postura normal –no quiero que te pase nada, no quiero que te hagas ni un solo rasguño bajo mi cuidado.

–Bien –se rindió –vamos al cine.

–A eso sí puedo aceptar –le di un beso en la frente –eres un poco raras.

–Lo sé –se rio –y estoy segura que por eso te gusto. –me reí y la besé. Sé que la tomó por sorpresa porque no abrió sus labios al instante. Me dio paso a su boca y sentí el sabor a menta que desprendía. Tomé su cuello y la acerqué a mí. Baje mis manos por sus brazos, sentí que se erizó, me gustaba tener ese efecto en las chicas, y la tomé por la cintura. Ambos movimos los labios a un ritmo cardiaco, acelerado, necesitado. En el momento en que separamos nuestros labios y la miré, ambos aun agitados, me di cuenta que ella era lo que quería. 

I N S I D EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora