CAPÍTULO 18

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Fueron juntos a la habitación del niño, quien ya se encontraba profundamente dormido. La luz aún estaba encendida, y había un libro de cuentos sobre la cama, lo que la hizo sentirse culpable. Se había vuelto un hábito que leyeran algún cuento antes de dormir. Tomó el libro dejándolo sobre el velador, luego lo arropó con cuidado, tiernamente hizo a un lado rebeldes mechones de cabello rojizo y besó su pequeña frente. Se giró a Inuyasha, que los miraba con una cálida sonrisa, en silencio vio que se acercaba a la cama para acariciar la cabeza del niño, luego la tomó de la mano al tiempo que apagaba la luz y caminaba llevándola consigo fuera del cuarto. Kagome cerró cuidadosamente la puerta. Atrayendo a Inuyasha, guiándolo hasta su propia habitación, la cual se encontraba al fondo del pasillo. Sango se alojaba en la habitación frente a la de Shippo, lo que ahora agradecía, ya que sentía algo de pudor, de que la joven escuchara algo más embarazoso de lo que ya era evidente, a estas alturas.

Entraron en silencio, sin encender la luz. Caminó hasta el centro del cuarto dándole la espalda, mientras él cerraba la puerta.

No podía evitar sentirse aún temerosa. El futuro siempre era algo incierto, sin embargo la sombra de Kikyo nublaba sus ilusiones de felicidad, transformando lo desconocido, a una permanente incertidumbre y en un frío casi palpable en la piel.

Entendía las circunstancias que llevaron a Inuyasha, a ocultar lo de su hermana, y escuchar la verdad de lo ocurrido le brindaba fe, algo que se había negado a sentir, pero aún así no lograba desprenderse del miedo.

Unos tibios brazos la envolvieron desde atrás, instándola a apoyar la espalda contra aquel fornido pecho, como queriendo trasmitirle valor, junto a una muda promesa que encerraba una vida de esperanza, felicidad y amor.

Había necesitado tanto de él, de ese halo protector que lograba transmitirle la fortaleza de la que a menudo carecía, haciéndola flaquear, instigándola a dejarse vencer por las duras pruebas que se vio obligada a enfrentar.

- Fue tan duro sobrevivir sin ti - musitó acariciando sus brazos, provocando que la estrechara con más fuerza. Él apoyó el mentón sobre su hombro, provocándole un escalofrió al sentir el cálido aliento masculino chocar contra su cuello y oído.

- Lo sé, también lo fue para mí - murmuró con voz grave - Pero luego de saber todo lo que tuviste que afrontar sola, me siento como un miserable. Perdóname Kagome - añadió con voz quebrada - Como quisiera borrar de tu memoria el sufrimiento, y tan sólo pudiera volver atrás para...

- No - interrumpió con suavidad girándose sin romper el abrazo viéndolo a los ojos - Por más doloroso que haya sido, no deseo olvidar, sino aprender. Cometimos errores Inuyasha. No confiamos el uno en el otro. No fuimos capaces de hablar nuestros problemas, nuestras dudas y temores, y yo... yo sólo huí de todos ellos - expresó amargamente - No deseo que volvamos a cometerlos.

- Tienes razón, fue un crudo aprendizaje - concordó quitando un mechón de cabello azabache que caía sobre sus bellos ojos chocolate - Pero aquí estamos... juntos... Ahora sólo quiero estar donde tú estés. Viviendo este amor a cada instante, sin permitir que vuelva a escaparse de nuestras manos - sentenció acercando sus labios a los de ella con lentitud. La besó con ternura, degustando la dulzura de la boca de la joven, que respondía a él de la misma forma, comprendiendo sus sentimientos - Te necesito a mi lado siempre - reafirmó. La joven sonrió acariciando la mejilla áspera a causa de la barba que comenzaba a evidenciarse - No se te ocurra volver a escapar Kagome, porque soy capaz de esposarte a mi cuerpo o mi cama -amenazó mirándola de una forma que dejaba claro que no se trataba de una broma.

- Ninguna de las dos alternativas me parece tan terrible - contestó traviesa - Quizás debiera intentarlo para comprobar si cumples tu amenaza.

- No hay necesidad. Con mucho placer te ofreceré una demostración - señaló con una sensual sonrisa de medio lado.

Nisshoku no kokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora