CAPÍTULO 5

7 1 0
                                    

Miró su imagen en el espejo del ascensor mientras subía al piso donde se encontraría su oficina, sonrió satisfecha, cada vez se acostumbraba más a su apariencia. Ahora era una mujer de negocios, presidenta de una gigantesca compañía, y por supuesto debía lucir como tal. Le molestaba un poco tener que sujetar su largo cabello en complicados moños o coletas, pero así perfeccionaba su renovada imagen, "A quien engañas, sólo lo haces porque él siempre decía que le gustaba tu cabello suelto..." dijo una voz interior. Abrió los ojos con sorpresa – ¡Maldición! – masculló "No voy a dejar que sea mi propio cerebro el que me traicione" pensó molesta.

- Muy bien Rin, hoy comenzaremos a trabajar en este lugar... ¿Te agrada? – preguntó el joven

-Sí, es muy acogedor – contestó la jovencita, de cabello largo y negro, ligeramente ondulado, y unos dulzones ojos de un extraño café rojizo – Aunque no estoy segura de que resulte... bien – murmuró agachando la cabeza con pesar

- ¡Vamos! – exclamó acercándose a ella, tomándola delicadamente por la barbilla levantando su cabeza para que lo mirara a los ojos – Te aseguro que todo resultará mejor de lo que esperas... Además yo estoy contigo – añadió mirándola con ternura, haciendo que la jovencita le sonriera agradecida.

- ¡Buenos días!. Siento interrumpir, pero es algo ridículo tocar en la recepción de mi propia oficina – comentó Kagome con voz algo áspera, pero sin evidenciar expresión alguna que indicara el malestar que le había provocado la escena que acababa de presenciar.

- Buenos días – saludó Inuyasha, soltando sin prisa a la joven – No pensé que hoy decidieras cambiar tu hábito de llegar tarde – añadió burlón

- Sí... puedo darme cuenta – murmuró con ironía.

- Bue... buenos... días... – saludó la joven con evidente nerviosismo

- Rin, ella es Kagome Higurashi, la otra presidente de H&T Corp – anunció Inuyasha – Kagome, ella es Rin Hamada, mi asistente personal, trabaja conmigo desde hace algún tiempo, y como es una joven altamente capacitada y eficiente no dudé en traerla conmigo.

- Mu...mucho... gusto... se... ñorita... Hi gurashi – tartamudeó la joven nerviosa mirándola con los ojos muy abiertos, a medida que Kagome se acercaba mirándola con fijeza.

- Igualmente señorita Hamada – contestó, extendiéndole la mano, la otra la quedó mirando aún más sorprendida, como no pudiendo creer que la tratara amablemente, pero se recuperó rápidamente tomándole la mano y dándole un delicado apretón.

- Por favor llámeme por mi nombre. Señorita Higurashi, no dude en pedirme lo que necesite, también estoy a su entera disposición – ofreció con amabilidad, dándole una tímida sonrisa.

- Gracias Rin, eres muy amable – contestó Kagome, devolviéndole una sincera sonrisa, extrañada de que a pesar de la íntima situación en que la había encontrado con su jefe, esa joven no le era desagradable – Pero tendré mi propia asistente, su nombre es Ayame Fuwa. Debe estar por llegar. Por ahora, ¿puedes ser tan amable de indicarme mi oficina?

- ¿Eh?.. Sí..si claro... – balbuceó

Su oficina resultó ser impresionante, moderna y elegante, demasiado amplia para ser sólo de ella, pero sumamente cómoda, había un enorme escritorio con cubierta de vidrio, un sillón café claro de tres cuerpos y otro individual, con una pequeña mesa junto, que era parte del mobiliario de su oficina para la recepción de visitantes, un exquisito biombo de vidrio ocultaba la puerta a su baño privado, algunos estantes contenían archivadores y carpetas, algunos libros. Lo que más le encantó fueron los enormes ventanales que dejaban ver gran parte de la ciudad, afortunadamente era un rascacielos tremendamente alto, por lo que la visibilidad no era obstruida por edificios aledaños. Por lo mismo no le agradó que por la posición del escritorio diera la espalda a tan hermosa vista. Cuando se presentó su asistente Ayame, a quien conoció hacía unos días, en la oficina de Totosai, quien se la había recomendado excelentemente, le ordenó que solicitara el cambio de posición de su escritorio, quedando de lado, el ventanal a su derecha y la puerta principal a su izquierda. Afortunadamente no compartía la misma oficina con Inuyasha, sin embargo, estaban justo al lado, conectadas por una puerta interior. Controló el impulso de pedir un experto que colocara unas cuantas cerraduras de seguridad en aquella puerta. Lo que menos quería era tener un contacto más cercano con ese hombre, y esa puerta echaba por tierra aquella última esperanza.

Nisshoku no kokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora