Lentamente ambos volvieron de aquel mágico lugar, intentando recuperar el aliento, dejando que sus corazones volvieran a latir con más normalidad. Fue consciente de los musculosos brazos que continuaban rodeándola con fuerza, como si no quisieran dejarla escapar nunca, así como ella mantenía las piernas alrededor de su cadera, impidiéndole que deshiciera la unión de sus cuerpos.
Deslizó suavemente sus manos por la amplia espalda, bañada en sudor producto del apasionado esfuerzo, y notó las marcas de sus propias uñas, levantó la cabeza preocupada, horrorizándose aún más al ver una pequeña cantidad de sangre emanar de la herida en su hombro.
- Inuyasha, lo... lo... siento... – se disculpó enrojeciendo de la vergüenza. Él levantó perezosamente la cabeza que permanecía oculta entre el cabello azabache, miró en dirección de aquello que la había asustado tanto y la obligaba disculparse.
- ¡Vaya!. Una herida de guerra... – bromeó con la voz aún enronquecida, sonriéndole con unos ojos cargados de diversión – No tienes que disculparte por ello Kagome, éste tipo de heridas son más que bienvenidas. Además, hacerle el amor a una fierecilla tiene sus riesgos, aún para el más experimentado cazador – añadió pícaramente besándola con ternura, aumentando gradualmente su intensidad. Nuevamente estaba siendo consumido por deseo de poseerla... Un momento... se dio cuenta que parte del trabajo estaba hecho, aún seguía sumergido en la calidez de su compañera, eso lo encendió instantáneamente.
- ¿I..nu..yasha? – balbuceó jadeante entre sorprendida y excitada, al sentir que se avivaba nuevamente en su interior.
- Me parece que aún puedo resistir una o dos contusiones – informó mirándola malévolamente, con una sonrisa de medio lado tan sensual que la hizo estremecer. En la misma posición, caminó con ella hacia un enorme y mullido diván, se apoyó en él recostándola con delicadeza, sin abandonar su interior en ningún momento. La escuchó gemir cuando sintió el peso sobre su menudo cuerpo, deseó escucharla otra vez, y se hundió más en su interior, sonriendo victorioso al escuchar un nuevo agónico gemido desde esos tentadores labios – Eres una doble tentación irresistible para mí...una Fiera – murmuró lamiendo sus pechos aún sensibles, mordió gentilmente un endurecido pezón, escuchando un jadeo al tiempo que arqueaba su espalda ofreciéndose enteramente a él. Su lengua fue dejando un húmedo camino hacia su cuello, mordisqueó el lóbulo de su oreja, ella elevó su pelvis, atándolo más fuerte ayudada por su largas piernas, profundizando su intromisión, acariciando al mismo tiempo su espalda – y una Bruja...que me ha hechizado completamente – agregó con un áspero gemido, y en un nuevo arranque de impetuosa pasión volvió a demostrarle, cuán suya era...
Abrió los ojos lentamente, intentando enfocar su mente y recordar el lugar donde se encontraba, en eso sintió una gran mano acariciar y apretar su vientre, su corazón dio un vuelco y sus ojos se abrieron enormemente, cuando su memoria le concedió imágenes bastante explícitas de lo sucedido. Inuyasha se movió ligeramente tras ella, contuvo el aliento al sentir toda esa varonil anatomía pegada a lo largo de su propio cuerpo.
"¡Dios mío!. ¿Pero qué he hecho?...", se lamentó. No, por supuesto que lo sabía, es más, también lo deseaba, sin embargo jamás se detuvo a meditar seriamente en lo que sentiría después.
Lo amaba con toda su alma... sería absurdo negárselo a sí misma, pero la imagen de Kikyo era una maldición, y llegaba a su memoria con recuerdos dolorosos que nublaban cualquier atisbo de felicidad, estrellándola contra la realidad.
Su propia hermana y el hombre que amaba fueron amantes, desde siempre, la engañaron. Todo el tiempo se burlaron en su propia cara, simulando no tolerarse, cuando en realidad sólo esperaban que ella se diera la vuelta para revolcarse juntos. El haber consentido que Inuyasha le hiciera el amor esta noche, no borraría ese hecho, todo el engaño, el dolor, y las consecuencias del mismo, eran verdades que la atormentarían para siempre.
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Nisshoku no kokoro
RomanceAmor y felicidad, en un instante traducido a dolor y rencor. traición y maldad rodean la vida de Kagome, a causa del hombre que amaba y su propia sangre. La mente dice que el odio es más fuerte, ¿Pero que piensa el corazón, cuando cae prisionero de...