CAPÍTULO 24

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Abrió los ojos gradualmente, intentando fijar la vista en su alrededor. Blanco... "Un hospital... por supuesto", pensó sintiéndose hastiada del lugar. Se movió haciendo un esfuerzo hasta que logró sentarse en la cama. Estaba mareada, quizás por algún medicamento. Miró a su alrededor, se encontraba sola. "Qué extraño", pensó arrugando el ceño, masajeándose la sien, debido a la punzada que le aquejaba. Se percató del parche en su pómulo y otro más pequeño cerca de su labio inferior. Sus muñecas también estaban envueltas.

- Aahj – exclamó en voz baja, tocándose las vendas – ¿Qué es esto? – se preguntó extrañada, moviéndose hacia la orilla de la cama, dejando los pies en el suelo, notando que sus tobillos igual estaban vendados – ¿Qué me ocurrió? ¿Dónde... Dónde está... Inu... – murmuró deteniéndose al recordar lo sucedido – ¡Dios mío!. Inuyasha... él disparo... ¡Por Dios no!... Inuyasha... – exclamaba aterrada. Se puso de pie con dificultad, caminando en bata hacia la puerta.

Salió de la habitación, aferrándose al marco de la puerta para no caer debido a los mareos que aún persistían. Avanzó lentamente por el pasillo desierto del hospital, sujetándose en todo momento a lo largo de la pared. No sabía hacia dónde dirigirse, lo único que colmaba su mente era la idea de encontrar a Inuyasha.

"Ese hombre, quería matarlo... El disparo... él debe haber disparado a Inuyasha... ¡Dios!... Él no puede estar muerto... ¡No!... No estaba conmigo, porqué quizás tenía cosas que hacer... quizás está herido... Pero no... Inuyasha no está muerto... no está muerto..." pensaba su caótica mente, cada vez más sumida en la desesperación.

- ¡Oh! Pero Señorita Higurashi. ¿Qué hace fuera de su habitación? – exclamó una enfermera, corriendo hacia ella.

- Inuyasha ¿Dónde...? ¡¿Dígame dónde está Inuyasha?! – exigió descontrolada, aferrándose a los antebrazos de la enfermera.

- ¡Doctor!... ¡Doctor!... ¡Venga rápido! – grito la enfermera, sujetándola con firmeza. En cuestión de segundos apareció un hombre con bata blanca.

- Señorita Higurashi. Debe usted calmarse – dijo el médico tomando el lugar de la enfermera – Natsumi, por favor hay que inyectarle un sedante.

- Sí – asintió la joven corriendo hacia un cuarto.

- ¡No!... ¡No quiero que me duerman! – Negó Kagome luchando por soltarse – Quiero ver a Inuyasha... ¡¡Exijo que me diga dónde está!! – gritó

- Por favor cálmese. El señor Taisho se encuentra bien, le prometo que lo verá muy pronto – explicó el médico en tono conciliador.

- ¡No!. ¡Usted miente!. ¡Quiero verlo ahora! – exigió sin menguar su lucha. Pero en ese instante regresó la enfermera con una jeringa, la cual le inyecto guiada por el médico que la mantenía sujeta con firmeza – ¡No... no me duerman! Por favor... necesito saber dónde está Inuyasha...

- ¿Qué ocurre? – preguntó con sorpresa Nibura, quien apareció por el pasillo apresuradamente.

- Usted... dígame... – pidió Kagome al reconocerlo, pero con gran debilidad, dado que el tranquilizante comenzaba a hacerle efecto – ¿Qué sucedió?... Dígame... si... está bien... si... él... está a... salvo...

- Señorita – exclamó el oficial acercándose a ella – El señor Taisho... – pero la voz se desvaneció antes que pudiera entender lo que decía.

La intensa luz de la mañana, que se filtraba a través de la ventana, dio de lleno sobre su rostro, sacándola poco a poco de su estado de somnolencia, hasta esfumarlo por completo. Volvió a recordar lo sucedido se irguió, sentándose súbitamente en la cama.

- Buenos días, mi adorable bella durmiente – saludó una voz cerca de ella, haciendo que su corazón diera un vuelco. Con suma lentitud giró su cabeza hasta encontrarse con unos ojos dorados que la observaban con amor. Se encontraba sentado cómodamente en un sillón de espalda a la ventana – ¿Cómo te sientes cariño? – preguntó con ternura, pero sin moverse del lugar

Nisshoku no kokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora