CAPÍTULO 27

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La velocidad con la que mejoraba Shippo, fue el motivo de alivio y alegría para todos. Luego que le fuera retirado el respirador artificial y tras haber recuperado la conciencia, Kagome entró a visitarlo. La felicidad que manifestó el pequeño en cuanto la vio, la conmovió hasta lo más hondo, y no pudo evitar llenarlo de besos, pese a las reprimendas de la enfermera. Una vez que lo cambiaron a una habitación privada, decidió quedarse a dormir con él. Inuyasha no puso ningún inconveniente a su decisión, cosa que la extrañó un poco, ya que esperaba encontrarse a lo menos una mueca celosa.

Una semana después, el doctor Fuwa autorizó la salida del pequeño, y decidieron permanecer un tiempo en la casona de Hakone, ya que estaba a pocos minutos del hospital y dado que aún debían llevarlo a curaciones y controles, pensaron que era lo más prudente.

Rin y Sango ayudaron a Kagome en la organización de la casa, para la mayor comodidad de Shippo. Habilitaron dos cuartos en la planta baja, uno para el niño y otro para Kagome, que prefirió estar cerca de él, al pendiente de su recuperación.

Sango regresó a Tokio después del almuerzo, prometiendo que ella y Miroku los visitarían, el fin de semana. Mientras que Rin se quedaría con ellos por un par de días.

El depresivo estado anímico de Rin, no había mejorado luego de la partida de Sesshomaru, claro que se esforzaba por disimularlo, no queriendo inquietar a nadie, en especial a su hermana.

Se negó con firmeza a la idea de seguirlo hasta Hong Kong, argumentando que para ella su reafirmada decisión de olvidarlo era lo más sensato, ya que si él optó por marcharse, sólo significaba el término de algo, que en definitiva, jamás se inició.

Ocasionalmente salía a comer con Soujiro, y aunque a simple vista no parecía que fueran a concretar una relación, más allá que la de una simple amistad, al menos esperaban que ese joven le ayudara a superar la tristeza, quizás con el tiempo cambiaran de opinión.

Luego de la cena, Rin se retiró a descansar, y Kagome, acompañada por Inuyasha, fueron con Shippo, reanudando el hábito de leer un cuento antes de dormir. Una vez cumplido el objetivo se marcharon a su propia habitación.

Inuyasha permanecía despierto, acostado en la cama, esperando que Kagome saliera del cuarto de baño. Era la primera noche que volvían a estar juntos, luego que todo lo ocurrido. Estaba nervioso, temeroso de la reacción de la joven al ser seducida. Pero no iba a esperar más tiempo, quería estar con ella, deseaba desesperadamente hacerle el amor.

Su corazón latió desbocadamente al verla aparecer en la habitación, tan hermosa como siempre.

Kagome le sonrió con dulzura, deslizándose en la cama junto a él, arrimando su cuerpo junto suyo, abrazándolo y apoyando la cabeza sobre su pecho.

- Parecen haber pasado años, desde la última vez que te tuve entre mis brazos de esta forma – murmuró Inuyasha, acariciando la espalda de la joven.

- Tienes razón – dijo

- Te amo – susurró

- También yo – contestó adormilada

Agachó la cabeza para verla. Maldición, ¿Acaso se estaba quedando dormida?, se preguntó incrédulo.

- Kagome – la llamó

- ¿Mmm? – zumbó la chica

- Te necesito – confesó, girando su cuerpo con delicadeza, hasta dejarla recostada en la cama, la joven pareció despertar un poco ante su movimiento – Te deseo tanto que me estoy volviendo loco – agregó acercando su cabeza para besarla.

Se sintió aliviado cuando ella respondió a sus besos sin rechazarlo. Eso le dio confianza para continuar acariciándola. Recorrió el muslo de Kagome, por sobre la camisa de dormir, subiendo lentamente hasta llegar a un seno, el cual encerró con su mano masajeándolo sensualmente, mientras sus labios devoraban los de la joven.

Nisshoku no kokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora