CAPÍTULO 28

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La primavera se alejaba lentamente, llevándose consigo el recuerdo de su hermosura, plasmada en el colorido de las miles de flores que adornaron su estadía. En su lenta despedida, va dejando las puertas abiertas para dar la bienvenida a los refulgentes días bañados por la calidez del sol, dando comienzo a una nueva etapa en la existencia de todos.

Apenas dos meses habían transcurrido, pero con las experiencias vividas, bien podrían considerarse años. Sin embargo, la tranquilidad parecía haber llegado, con esperanzas renovadas, y brindando la confianza de que la felicidad ya no era una simple ilusión, sino que al fin podía experimentarse día a día, y a cada instante.

Tras oscuros años de tristezas, envidias y rencores, la mansión Higurashi, finalmente volvió a llenarse de luz, de una desbordante alegría que se reflejaba en juegos, risas, y sobre todo en amor.

Después de la completa recuperación de Shippo, los tres retornaron a Tokio, para comenzar una nueva vida en familia, precisamente en la mansión Higurashi, la cual transformaron en el hogar que los acogería de ahora en adelante.

Kagome decidió remodelar la mansión, quería llenarla de luz y un ambiente hogareño, que jamás llegó a tener, pese a los esfuerzos de su abuela Kaede, y gracias a la destructiva presencia de Kagura y Kikyo. Por ello se deshizo de todo aquello que les perteneciera o se las recordara. Liberar su hogar del aura nefasta que esas mujeres, eso era lo que deseaba.

Regaló la ropa de Kagura a personas humildes, donó las joyas a instituciones de niños y ancianos, quizás como una forma de expiar, en nombre de ella, los crímenes que cometió en su contra. Aun cuando ella ya pagaba en la cárcel todos ellos, al ser condenada a pasar el resto de su vida en aquel lugar. Lo mismo hizo con las cosas de Kikyo, quien seguía desaparecida. La policía aún no lograba dar con alguna pista de su paradero, y eso no dejaba de intranquilizarla, ya que tenía la certeza que su hermana tarde o temprano haría su jugada.

Rin los visitaba con regularidad, no había aceptado la invitación de Kagome para quedarse a vivir en la mansión, prefiriendo la independencia que le daba su departamento, aunque no descartó aceptar su oferta en el futuro.

Sesshomaru se había transformado en un tema tabú, era evidente cuánto resurgía la tristeza en ella, si se le nombraba. Aun cuando la ausencia de Sesshomaru era absoluta, dado que ni siquiera hubo una visita, ni un llamado, con todo, la herida en su corazón no cicatrizaba, mucho menos olvidaba.

El trabajo en H&T Corp., como la mano derecha de Inuyasha, se convirtió en una fuente de distracción, quien además le ayudaba a extender su conocimiento, encomendándole responsabilidades de mayor relevancia en la empresa.

Kagome iba de vez en cuando a la oficina, no deseaba descuidar a Shippo, pero tampoco pensaba dejar de lado la presidencia, afortunadamente lograba compenetrar ambas responsabilidades con mucho éxito.

Sango, para alegría de Kagome, decidió trasladarse a Tokio, específicamente a un departamento en compañía de Miroku. Obtuvo trabajo en la unidad de fisioterapia del hospital más importante de la ciudad.

Por lo cual, el contacto entre el grupo, era tan regular que Inuyasha y Miroku, bromeaban diciendo que para los conocidos era casi imposible determinar si vivían o no todos en la mansión.

El jueves, pasado el mediodía Kagome, llamó a Sango señalándole la urgencia de pedirle un favor, por lo que se citaron en el casino del hospital. Algunas horas después de su reunión, ambas caminaban alegremente tomadas del brazo.

Esa noche se dispuso a preparar una comida especial, Shippo y Mioga la observaban atentamente, yendo de un lado a otro, tarareando una alegre melodía.

Nisshoku no kokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora