cap6

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-pasen adelante- invitó el ojidorado con una amplia sonrisa. Los oficiales entraron y empezaron el allanamiento pero él se quedó de pie en el umbral de la puerta principal, recordó q su padre le había enseñado un efectivo hechizo para esconder algún objeto, animal o persona de la vista de quien lo buscaba, incluso ya lo había usado algún tiempo atrás para hacerle bromas a su hermano; recitaba el hechizo mientras veía a Sesshomaru buscar su loción y aún teniéndola en la mano éste no se daba cuenta y seguía buscando. -are exhinium boete- susurró mirando a los tipos rebuscar en cada rincón de la casa. Cada mueble, cada caja, cada colchón fue movido por los oficiales y revisado dos veces. Una hora más tarde uno de los oficiales indicó al resto q era suficiente y q era hora de retirarse, poco a poco los hombres iban saliendo y el ojidorado casi sufre un infarto al ver a uno de los hombres salir de la habitación de su padre con 2 de las 3 espadas... Su hechizo aturdidor había fallado.
-di..disculpe- titubeó nervioso saliendole al paso al oficial q traía las espadas, sabía q no debía tocarlo o el hechizo aturdidor perdería efecto y el guardaba la esperanza de q aún siguiera en función. -a donde va con esa escoba y trapeador?- indagó tratando de mostrarse sereno pero en realidad su corazón retumbaba en sus oídos.
-oh! Disculpe- respondió el oficial entregándole lo q para él era una vieja escoba y un trapeador. Inuyasha tomó las espadas sin tocarlo y le sonrió amablemente mientras los oficiales terminaban de salir... La había librado.

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Al llegar la noche Touga estaba sentado en un rincón de su celda, ya le habían dicho q al día siguiente sería llevado a juicio y a pesar de saberse inocente, sentía parte de culpa por la muerte de aquel joven ya q Inuyasha lo había matado... Seguía sin comer nada, solo tomaba el agua q le llevaban puesto q la comida q le daban contenía veneno, todo esto por orden de Naraku... "Tarde o temprano tendrá q comer, no podrá vivir a punto de agua" logro escuchar la voz de Naraku a través del vaso con agua antes de tomarselo como un migrante en pleno desierto.
-mañana... Aguanta hasta mañana Touga- se repetía una y otra vez tratando de darse ánimos a sí mismo.
-tu cena!- aquella voz era rasposa y extraña pero su presencia, su aura lo delataba. Se puso de pie débilmente y avanzó hasta la puerta de la celda.
-hijo!- susurró mirando a su vástago vestido con el uniforme policial. Inuyasha había ingresado al cuartel disfrazado de policía y con un hechizo había alterado su voz y apariencia ante los oficiales.
-padre, te encuentras bien?- preguntó evidentemente preocupado al verlo débil.
-tengo días sin comer, todo lo q me traen contiene veneno, mañana me llevarán a juicio- informó tomando la comida q su hijo le llevaba.
-no tengo mucho tiempo; sabes q este hechizo es temporal, quería informarte q Naraku compró al juez a cargo de tu caso, le pidió q te condenen a la pena máxima, la policía llegó a buscar las espadas por orden de Naraku y además...- detuvo sus propias palabras mirando a su padre comer como niño de hospicio.
-continua- ordenó con la boca llena y sin parar de comer. Inuyasha suspiró pesadamente; no era prudente decirle q habían robado el cadáver de Sesshomaru.
-padre... Por q mantienes aquí?... Si tú deseas puedes irte- Touga alzó la vista y sus ojos se clavaron en los contrarios.
-vete- ordenó con el ceño fruncido. -largo! El hechizo está perdiendo efecto!- Inuyasha dió media vuelta y salió del cuartel justo antes de volver a tomar su apariencia habitual.
Suspiró al terminar su comida, él no podía huir así como así, eso sería como evidenciar su culpabilidad... Inuyasha había dicho q todo estaba arreglado para q lo condenaran a la pena máxima pero él tenía un as bajo la manga para q eso no sucediera.
Se acomodó en la fría baldosa y trató de descansar un poco, ya mañana sería otro día y traería su propio afán.

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-dejame quitarte esa ropa, no seas terco!- por más q batallaba le era imposible quitarle la vestimenta al extraño muchacho.

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-gracias por acudir a mi llamado, creeme q no te habría citado si no fuera importante- esbozó una sonrisa y dejó pasar a su invitado.
-Naraku, mañana condenaré a Touga, ya habíamos quedado en eso, q demonios quieres?- inquirió con fastidio tomando asiento.
-necesito q mañana lleves esto en tu bolsillo izquierdo, por nada del mundo vayas a olvidarlo- le entregó una extraña bolsita de tela atada con un hilo rojo la cual fue tomada casi q de inmediato por el juez.
-q es esto?- demandó a saber apretando la bolsita.
-digamos q es un amuleto... No lo vayas a abrir- ordenó seriamente.
-está bien... eso era todo?- cuestionó poniéndose de pie.
-eso es todo- respondió haciendo un ademán para q el hombre saliera.

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-No... No... No- la joven azabache daba vueltas en su cama con la respiración agitada; hacía días q estaba teniendo extrañas pesadillas y siempre era lo mismo... La monta de aquel apuesto joven de cabellos plateados y ojos dorados. -Sessho..Maru- gimió su nombre con desesperación mirando al joven salir volando del lomo del diablo y con el rostro destrozado por el impacto frontal contra la cabeza del toro. -SESSHOMARUUUU!!!- gritó sentándose al despertar de golpe. -Dios mío, por q estoy teniendo éstas pesadillas?- se cuestionó a sí misma con la mano derecha sobre su pecho agitado.
-hija q pasa, por q gritas?- la voz de su madre trás la puerta la hizo sentir peor pues todas las noches era lo mismo y lamentaba despertar a los demás con sus gritos.
-perdon mamá, solo era una pesadilla- respondió encendiendo la luz de su habitación, abrió la puerta, le dió un beso a su madre y fue a la cocina a tomar un vaso con agua, necesitaba calmarse, sacar aquellas imágenes de su cabeza si en verdad quería volver a dormir.

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-Hola, gracias por venir- dijo el ojidorado al ver a la hermosa pelinegra llegar en su elegante caballo ibero. La había visto en horas de la tarde en el pueblo, la acompañó hasta su casa la cual quedaba cerca de donde la había visto aquella noche y la había citado esa noche en el río.
-bien, aquí me tienes... Q es eso q me quieres decir?- preguntó bajandose del equino.
-hablame de ti... Quiero conocerte- ofreció su mano y ella la tomó, empezaron a caminar hacia un sitio más cómodo donde las piedras eran planas y se sentaron.
-bien... Cómo ya sabes; mi nombre es kikyo, tengo 18 años, vivo en... Bueno, ya sabes dónde vivo- sonrió mirando aquel precioso destello dorado en los ojos de su interlocutor y continuó. -vivo con mi amiga Sango y su hermano Kohaku- sus palabras fueron cortadas por la intervención del ojidorado.
-y tu mamá, papá, hermano o hermana?- indagó con una hermosa sonrisa q hizo estremecer a la pelinegra.
-soy huérfana... Mis padres murieron cuando yo era una niña, ellos trabajaban en la mina de oro y fallecieron soterrados durante un derrumbe- su mirada se opacó y el halo de tristeza fue más q notorio.
-lo lamento mucho kikyo... Yo no sabía nada- tomó la mano de la joven y sus miradas se encontraron nuevamente.
-no te preocupes Inuyasha, eso pasó hace mucho tiempo... Mejor cuéntame de ti- sus manos temblaban ante el tacto del peliplata pero le resultaba agradable la sensación de calor q él le brindaba, se sorprendió al verlo ponerse de pie soltando su mano y darle la espalda.
-mi nombre es Inuyasha Taisho, el mes próximo cumplo 19 años, tenía un hermano y falleció montando toros, mi padre está en la cárcel injustamente... Nosotros nos dedicamos a...- se detuvo, no podía decirle q eran hechiceros, no quería espantarla en la primera cita así q le dijo una verdad a medias. -nos dedicamos al tratamiento de enfermedades con medicina natural- volteó hacia ella y le sonrió logrando hacerla sonrojar.

Máscara de hechicerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora