cap8

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-esto podría servirte- respondió ofreciéndole un revólver. -si Naraku dice q esos hechiceros usan cosas para proteger sus vidas entonces no podrás hacerle daño pero éste revolver contiene balas de plata con cruces grabadas así q no tienes de q preocuparte; eso será muerte segura- sonrió al momento en q su hermano tomaba el revolver con una maquiavélica sonrisa.
-gracias hermano, esto me será de gran utilidad- se puso de pie, estaba a punto de salir en busca de su amada cuando su hermano Renkotsu le salió al paso.
-piensas ir a pie?- indagó el calvo con tilde de burla.
-me iré en ryuu- respondió refiriéndose a su hermoso caballo moro más se llevó una desagradable sorpresa al ver q no estaba en el establo. -donde demonios está ryuu?- demandó a saber muy molesto.
-Suikotsu lo llevó con el veterinario, hoy le tocaba su vacuna- repuso Renkotsu cruzándose de brazos.
-mierda! Y ahora como se supone q iré a ver a Kagome?- sabía q el camino a casa de la azabache era intransitable; no podía ir en la camioneta, necesitaba con urgencia un caballo y conociendo a Jakotsu ni q le apuntara con aquel revólver le prestaría a su yegua "la diva". -renkotsu... Me prestas tu caballo?- renkotsu se lo quedó viendo y después de pensarlo por breves segundos aceptó.
-esta bien, llévate a "fire"... Pero no le piques demasiado, sabes q es mi consentido- el moreno asintió y fue en busca del equino.

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-jajajajaja, jajajajajajaja, q miedo me tienes Yöhei- el joven peliplata había estado viendo la escena recostado en su cómodo sillón a través del espejo. Tenía q tener vigilado a ese tipo y acaba de convencerse de eso, ellos sabían q los Taisho eran hechiceros y con ayuda de Naraku sabían cómo joder a uno. -con q Kagome eh?... tienes una novia muy bonita- admitió viendo el reflejo de la azabache en el espejo. -seria una lástima q...- se puso de pie con una sonrisa ladina y recitó el conjuro. -atempte porius- chasqueó los dedos y desapareció en medio de un humo rojizo. -con q aquí vives kagome... Suerte q Yöhei vive lejos y le falta mucho q recorrer- sonrió mirando la morada Higurashi, alzó sus manos al cielo y las bajó cruzandolas mientras chasqueba sus dedos. -Gerox nemiam obituro pokíb- tomó la apariencia de Bankotsu; sabía q ese hechizo serviría por unos minutos y luego perdería efecto dejando al descubierto su verdadera identidad pero para lo q iba a hacer no necesitaba más q 10 minutos. Tocó a la puerta y la señora Nahomi abrió.
-buenas noches- saludó con una amable sonrisa. -se encuentra kagome?- preguntó sin saber cómo referirse a la señora pues fácilmente podría ser la madre, tía o empleada de la azabache.
-por supuesto Bankotsu, pasa- ambos entraron y la señora le ofreció asiento pero él desistió. -iré a avisarle q estás aquí- dijo empezando a subir las escaleras.
-no, no es necesario- pasó sus manos hacia atrás. -Jawana rosés- susurró haciendo aparecer un precioso ramo de rosas.
-como dijiste?- Nahomi tenía excelente oído.
-es q quiero darle yo mismo la sorpresa- explicó revelando el ramo. Estaba empezando a impacientarse, no contaba con mucho tiempo y la señora esa era más fresca q una lechuga. Avanzó hacia ella y le dedicó una sonrisa, ella asintió en total acuerdo y le dejó pasar.
Guiandose por la ubicación de aquella presencia tan pura, logró llegar a la habitación de la azabache. Tocó la puerta y ocultó tras de sí las rosas y cuando ella abrió el la saludó con una amplia sonrisa.
-Hola- sacó las flores y ella dió un respingón totalmente sonrojada.
-hola Bank, q haces aquí? Hace días q no se nada de ti... Quise darte tu espacio ya q en el pueblo cuentan las malas lenguas q un tipo muy extraño te echó una maldición- tomó las flores e hizo un ademán para q él entrara a la habitación.
Si, él había estado ahí cuando su padre le echara esa maldición a Bankotsu, obviamente Bankotsu nunca admitiría delante de su novia cuales habían sido los motivos para q Touga le maldijera.
-no hagas caso a eso; son supersticiones de gente inculta, las maldiciones no existen- se acercó a ella y empezó a besarla apasionadamente logrando q la chica ahogara un leve gemido en la boca masculina.
Empezó a tratar de quitar la blusa de la chica y ella lo detuvo, ella no quería estar aún con él, ella deseaba esperar hasta la noche de bodas, lo amaba, si, lo amaba con locura pero no le permitiría tocarla antes de tiempo.
-q sucede contigo?- reclamó el moreno con el ceño fruncido. Todo aquello era un plan, uno en el q hiciera ver mal al moreno y aunque hizo la pregunta le valía una mierda si ella quería o no.
-sabes q no...- decía la azabache pero el ojiazul empezó a desvestirla sin su consentimiento; arrancó su blusa y tomó sus senos con fuerza haciendo q la chica se asustara y entre susurros desesperados le pedía detenerse, el moreno hacía caso omiso, la tomó por la cintura y la tiró a la cama escabullendose entre sus piernas. Kagome q no quería armar un alboroto no tuvo de otra q empezar a gritar; Inuyasha lo había logrado.
-sueltame, suéltame, no quiero, déjame!- exigía la horrorizada joven mientras el moreno besaba su cuello, pecho y senos con fuerza.
-q pasa?!- irrumpió la señora Nahomi entrando a la habitación y encontrándose con la escena; Bankotsu estaba abusando de su hija o al menos intentaba hacerlo.
-mamá!!!- gritó entre llanto y aliviada al verla.
-dejala maldito pervertido, lárgate de mi casa, no quiero volver a verte por aquí- gritó furiosa quitandolo de encima de su hija. -la próxima vez q te vea cerca de mi hija te voy a meter un tiro, lárgate- el moreno sonrió complacido y bajó las escaleras como alma q lleva el diablo; el conjuro estaba perdiendo efecto, salió de la casa justo antes de recuperar su verdadera identidad.
-atempte porius- dijo con una sonrisa mientras chasqueba sus dedos y desaparecía entre el humo rojizo.

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El moreno no sabía q le diría a su amada; tenía días sin verla y tenía q tener alguna excusa, debía darle una explicación del por q no la había buscado en todos esos días.
-se q te va a parecer extraño, pero no había podido venir por q un imbécil en el pueblo me echó una maldición- practicaba lo q le diría a la azabache mientras montaba al lomo de "fire" y miraba las Miles de luciérnagas a lo largo y ancho del camino. -no, obvio se va reír en tu cara Bank- dijo para si mismo negando con la cabeza. -va a decir q soy un cobarde!- a pesar de q su hermano le había pedido q no picara al caballo con las espuelas no le importó y con un par de piques lo echó a correr.

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El joven ojidorado había llegado a su hacienda con una enorme sonrisa de satisfacción dibujada en sus labios, fué a la cocina por algo de comer y se sentó en el cómodo sillón frente al espejo, por nada del mundo se perdería la escena donde la azabache mandaba a la mierda al moreno, esa sería su mejor venganza... Por el momento.

Máscara de hechicerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora