cap13

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-tú eres el chico q acompañaba a Sesshomaru el otro día en el bar restaurante, si, estabas tú y otro señor q es muy parecido a ustedes... Son familiares?- inquirió la azabache haciendo q el peliplata soltara disimuladamente todo el aire retenido en sus pulmones.
-si, él es nuestro padre, como conoces a Sesshomaru?- demandó a saber con algo de desconfianza; quizá ella sabía dónde estaba o podría darle una pista, quizá ella sabía más de lo q él y podría sacarle esa información de alguna manera. Después de todo ninguna mujer podría resistirse a sus encantos masculinos... Claro, esto lo haría sin q kikyo se enterara.
-este... Pues... Emmm...- titubeó nerviosa. -es q... Él nos preguntó sobre un evento taurino esa noche en el bar restaurante y pues... Luego lo volvimos a ver cuando montó al diablo y fue derribado- admitió con un aire de tristeza q fue evidente.
-entiendo- respondió el ojidorado; al parecer aquella chica no tenía más información sobre Sesshomaru pero aún así la mantendría vigilada.
-por cierto, mi nombre es kagome Higurashi- ofreció su diestra y el joven la estrechó mientras se presentaba como Inuyasha Taisho.

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-hora de tu medi...- decía la anciana tomando el brazo del peliplata para aplicarle la morfina pero esta vez él tomó la mano de la mujer para evitar q lo inyectara.
-no más- dijo un tanto debilitado. -necesito estar conciente para sanar más rápido- no iba a decir q necesitaba canalizar su youki ni mucho menos; él sabía q eso estaba fuera del entendimiento humano además q no deseaba dar explicaciones complejas, solo necesitaba estar conciente y punto, no quería seguir siendo drogado con medicamentos humanos.
-muchacho... Acaso no sientes dolor?- demandó a saber kaede.
-no necesito tu lástima... Largo!!!- exigió con rabia soltando y haciendo tensar a la anciana.
La verdad era q quien debía irse era él y no ella, ella estaba en su casa pero no por eso él se iba a dejar ver y tratar como un ser indefenso, era por eso q de vez en cuando alzaba la voz para darse a imponer. Sabía q eso no estaba bien, él era un tipo educado y q suficiente había hecho aquella anciana por él pero esto lo hacía por una buena causa... Autosanarse.
Midoriko no había vuelto, no quería preocupar a kaede pues aquellas quemaduras en sus muñecas se habían inflamado y habían tomado un color verdoso, en el hospital se habían quedado perplejos al ver el tipo de afección dérmica pues nunca habían visto algo similar... Hasta q recibieron la información de q en un hospital de la zona norte del país había sido ingresado un privado de libertad con quemaduras iguales a las de Midoriko. Se le preguntó al reo q como había resultado quemado pero éste no respondió nada; sabía q si abría la boca el ojidorado a quien consideraba un brujo lo mataría sin pensarlo dos veces y pensando en q tenía madre, mujer e hijos decidió guardar silencio.

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Touga estaba más q vigilado, no podía hacer un conjuro para comunicarse con su hijo pero en un momento q quedó solo en las regaderas pudo ver algo q lo dejó pensativo...
-semso jaini ogus akiem- recitó para comunicarse con Inuyasha por medio del agua q caía de la ducha en un enorme recipiente pero no pudo hablar con él, lo vió entrar y salir de un hospital en la capital y rápidamente dedujo q algo malo pasaba. Metió su mano al agua del recipiente para distorsionar la imagen ya q uno de los guardias había llegado a ver q por q Touga se había quedado en las regaderas.
-caminemos- ordenó el uniformado lanzándole al peliplata una toalla para q cubriera su desnudez.
Cuando fue hora del almuerzo y recibió aquella miserable porción de comida su sensible olfato le indicó q la comida estaba envenenada.
-ya había tardado ese bastardo- gruñó teniendo claro q nuevamente Naraku estaba trás esa orden; al parecer estaba empeñado en matarlo, ya le había pedido a Inuyasha q investigara el porqué pero aún su hijo no llegaba a verlo, eso significaba q aún no tenía una respuesta.
Los días fueron pasando y al no recibir más q comida envenenada; el ojidorado decidió arriesgarse... Tomó la almohada, una toalla y sus zapatos para hacer un bulto sobre la cama y cubrirlo con la sábana por si algún guardia llegaba a revisión viera q él estaba ahí dormido. Ya era la 1:30 de la madrugada, tenía 10 días sin probar bocado y el hambre era insoportable.
-atempte porius- susurró chasqueando los dedos al percibir q los 7 compañeros de celda dormían profundamente. Desapareció en medio de un espeso humo de color azul y llegó a su hacienda. -inuyasha!!!- gruñó haciendo retumbar toda la estructura.
Desde su habitación el joven escuchó aquel gruñido y muy contento al saber q era su padre salió de la cama a recibirlo.
-padre! Por fin decidiste salir de ese cuchitril- saludó mirando a su padre servirse toda la comida q encontraba en la cocina.
-solo vine a comer- dijo engullendose un enorme trozo de carne a la boca. La costumbre de comer 3 veces al día q había adoptado desde q decidió vivir como un humano estaba haciendo efecto; el estómago le pedía alimentos más seguido y se ponía de mal genio si no lo conseguía -naraku ordenó q envenenaran mi comida así q he venido por alimentos... Q buscabas en el hospital?- tragó el bocado y metió un par de panes bajo su camisa mientras mantenía en sus manos otro enorme trozo de carne.
-pues...- Inuyasha estaba a punto de contarle todo pero una vez más le fue imposible.
-me tengo q ir- dijo mirando el espejo; en el penal habían decidido hacer conteo a mitad de la noche. -atempte porius- chasqueó los dedos y desapareció dejando su característico humo azúl.
Apareció en la celda, todos seguían durmiendo y tuvo tiempo de quitar todo y meterse a la cama a comer sus panes y carne...

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Varios días despues Inuyasha y kikyo caminaban tranquilos tomados de la mano en el parque del pueblo cuando repentinamente un auto pasó al lado de ellos; Naraku iba al volante e intercambiaron miradas con el ojidorado por décimas de segundo.
-q sucede?- preguntó la hermosa pelinegra con una sonrisa dibujada en sus labios.
-no pasa nada... Vamos por un helado?- la joven asintió y ambos caminaron hasta el puesto de los helados, Inuyasha no prestó atención al hecho de haber visto al enemigo de su padre, no iba a dañar la cita con su novia, ya tendría tiempo de encargarse de él.

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Al llegar a su hacienda una enorme sonrisa permanecía en sus labios, ya sabía cómo iba a joder al ojidorado.
-tienes una hermosa novia Inuyasha- susurró maquinando su maquiavélico plan.

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-iras a verla?- inquirió Jakotsu mientras arreglaba sus uñas.
-por supuesto, tengo q hablar con ella y pedirle una disculpa aunque yo no recuerdo haber hecho algo así- respondió el moreno aplicándose la deliciosa fragancia.
-hablale calmadamente, no niegues lo q hiciste o se enojará aún más, dile q la amas, q la extrañas y q estás arrepentido de haber hecho lo q hiciste- aconsejó el joven gay agitando sus manos para q el esmalte secara.
-regreso más tarde, nos vemos en la cena- se despidió antes de salir y tomar a su caballo Ryuu.
En casa de los Yöhei acostumbraban cenar algo tarde así q siendo las 5:40pm aún tenía tiempo de ir a ver a su novia, hablar con ella y volver a tiempo para cenar con sus hermanos.
Montó al lomo de Ryuu y corrió hacia su destino, tenía la esperanza de q la azabache le escuchara y le perdonara, había practicado mil veces frente al espejo lo q le diría así q no podía fallar, estaba emocionado, sabía q con aquella propuesta el malentendido anterior quedaría en el olvido. Nunca imaginó lo q le esperaba a mitad del camino...

Máscara de hechicerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora