cap35

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(Este capítulo contiene lenguaje sexual, si a usted no le agrada este tipo de lectura, absténgase de leer pero si se queda...  UwU  )

-Caiste, mi amor- el joven abrió los ojos como plato y vió el cuerpo de la joven ser envuelto en una resplandeciente luz fucsia.
<<-¡Maldita humana!->> gritó el demonio lanzándose encima de la azabache, la tiró al suelo y empezó a besarla desenfrenadamente. Haciendo uso de sus garras, le rompió la blusa y ella soltó un pequeño grito por el susto. Vió el carmesí en los ojos de su contrario y no podía creerlo; no era Sesshomaru en sus cinco sentidos, era Yako quien estaba en posesión del cuerpo de su amado y a pesar de haberla llamado humana insignificante y sucia, la estaba besando de forma sugestiva.

El Reiki de la joven desapareció por completo, el demonio estaba logrando su objetivo. La besaba ansiosamente, pasaba morbosamente su lengua por el cuello de la joven, la cual, habiendo pasado tanto tiempo deseándole no podía negarse.

-Te amo- gimió con la respiración agitada, mientras el peliplata besaba su pecho.

<<-¿Me deseas?->> cuestionó al mismo tiempo que rompía el sostén de la joven y tomaba con su mano aquel redondo y firme seno.

-¿Eh?- la azabache no pudo responder, pues el peliplata pasaba su húmeda lengua por su pezón. Una extraña y nueva sensación nació en su vientre, deseaba, no, necesitaba ser poseída por aquella bestia que tenía encima.

<<-¿Me deseas?->> preguntó nuevamente antes de empezar a succionar demandante el seno de la joven que fascinada por el mar de sensaciones, arqueaba su espalda y asentía totalmente excitada.

-¡Oh! Si, si, si, te deseo, Sesshomaru, te necesito- confesó, enredando sus dedos en el hermoso y sedoso cabello plateado. El demonio rió por lo bajo y liberó el redondo seno para empezar a bajar con delicados besos por el abdomen femenino.

<<-¿Qué estás dispuesta a hacer por estar conmigo?->> Interrogó parando en el ombligo de la chica. Ella suspiró sintiendo como el joven hacia pequeños círculos con su lengua, alrededor de su ombligo.

-Pídeme lo que quieras, lo que sea estoy dispuesta a hacer por estar con el hombre que amo. No me importa que mi poder espiritual sea arrancado de mi, incluso podría pelear a muerte si así me lo pides... Igual y se que después podrás revivirme, usando la magia que usó tu madre para traerte a tí y a Inuyasha a la vida- el platinado sonrió al sentirse en control de la situación y con un hábil movimiento, le quitó el pantalón, dejándola únicamente con un cachetero azul marino.

<<-Me excita mucho tu aroma, pero me encanta mucho más lo que acabas de confesar->> gruñó de forma seductora mientras abría la cremallera de su pantalón y sacaba su monumental miembro totalmente erecto.

-¡Ahg!- gimió la chica sumamente excitada al ver el pene del platinado; se veía estúpidamente grueso, grande, rosado y estaba cubierto de palpitantes venas. -¡Oh, Dios mío!- jadeó, se le hacía agua la boca con tan solo verlo.

<<-Te gusta lo que ves?->> preguntó con una sonrisa ladina mientras lo acariciaba desde la punta hasta su base, estaba empezando a lubricarse.

-Me encanta- susurró ella en respuesta. El demonio la tomó por las muñecas  y la colocó en posición de perrito. Kagome se asustó al pensar que éste la penetraría.

<<-Vas a ser mía, no temas->> le susurró al oído con voz roca, él se había dado cuenta que ella estaba con miedo. <<-No te haré daño->> agregó antes de retirarse un poco.

Kagome estaba ansiosa pero también tenía mucho miedo, había visto el calibre del platinado y eso era cosa seria. Jamás, ni en el más morboso de sus sueños había logrado concebir que el ojidorado guardara una anaconda entre sus piernas.

Máscara de hechicerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora