cap10

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-está bien- fue lo único q dijo antes de q la ojidorada desapareciera.
Irasue llegó al hospital y sin q nadie la viera tomó la ropa ensangrentada de su hijo para luego dirigirse a la morgue donde el forense hablaba por teléfono y aprovechó la distracción para colocar por breves segundos la meidou en el pecho del ojidorado; no podía tardar mucho, ella tenía planes  y ser descubierta por un medicucho no estaba dentro de ellos. El joven peliplata abrió los ojos sintiendo todo su cuerpo doler, asintió tomando sus ropas e Irasue desapareció al instante.
-atempte porius- susurró chasqueando levemente los dedos y desapareció de aquel lugar envuelto en humo blanco.
Cuando el forense volteó el humo ya se había dispersado y lo único q vió fue la camilla vacía. Sesshomaru nunca mostró interés en aprender nada con respecto a la hechicería; cuando Touga quiso enseñarles a él y a Inuyasha, él había sonreído y se había ido mientras escupía con desprecio q él no aprendería trucos de humanos, q él poseía habilidades sobrenaturales y q un demonio tan poderoso jamás necesitaría de conjuros y hechizos... No fue sino hasta q un día accidentalmente se encontró con un viejo libro escrito con puño y letra de su padre y vió títulos como "teletransportación" "aturdimiento" "cambio de aspecto" "comunicación por medios reflectivos" "cerrar camino" y otros, fue así como se dió cuenta de q quizá después de todo los trucos humanos podrían servirle en algún momento, obviamente fue a un centro de copias, duplicó el libro y devolvió el original. Touga e Inuyasha nunca supieron de esto.

Apareció en las afueras de la ciudad, la oscuridad de la noche no le permitía ver nada además de q había empezado a sangrar nuevamente y la sangre en su rostro nublaba su visión, el dolor en su cabeza era insoportable. Recordó q su padre y hermano podían percibir su olor y presencia en cualquier parte q estuviese y él no deseaba verlos ni ser encontrado por ellos, dudaba q lo fueran a buscar pero por si acaso decidió ocultar su esencia.
-solo un... poco más- continuaba caminando en medio de la noche y su mirada estaba fija en un punto de luz a lo lejos. Odiaba estar en esas condiciones, odiaba saber q necesitaba ayuda y q era precisamente de débiles humanos, ya tendría la oportunidad de vengarse del malnacido de Yöhei.
Seguía caminando y repentinamente  cayó. Se sentía patético, como era q el gran Sesshomaru había terminado así? En q momento su inmenso poder había menguado al punto de q un trauma craneal le dejara tan mal? El había tenido batallas épicas desde el periodo Sengoku, claro... La culpa de todo la tenía su padre, él y sus estupideces de vivir como un humano normal, el y la necedad de q sus hijos buscaran un hobby, a él le gustaba el peligro, la adrenalina y era por eso q había elegido montar toros en lugar de sentarse a jugar con el Xbox como su medio hermano. La falta de entrenamientos, la nulidad de batallas y el hobby de su padre habían hecho debilitar al peliplata.
Naturalmente su padre como un ser compasivo había elegido aprender habilidades mágicas con una poderosa hechicera, habilidades q le permitían poner en práctica el poder curativo de tenseiga sin necesidad de hacerlo evidente pues esa espada era usada cuando un "cliente" llegaba con un familiar muy enfermo; Touga le pedía q dejaran al enfermo en uno de los aposentos y se quedaba a solas con el o ella hasta q muriera y luego con el poder de la espada los regresaba a la vida, éste proceso no tardaba mucho ya q había conjurado la morada para q los enfermos desahuciados murieran rápidamente en termino de dos a tres días máximo, mientras tanto los familiares eran enviados a orar en un pequeño templo construido a escasos metros de la vivienda el cual había sido construido en memoria de Tsubaki.
Así era como aquel poderoso e infalible "hechicero" había ganado tanta fama en la capital, eso sin contar q la bruja Tsubaki le había enseñado el poder curativo de las plantas y cuando alguien le buscaba para tratar alguna enfermedad él le brindaba medicina natural de alta calidad ya q con los hechizos de teletransportación podía llegar a cualquier lugar del mundo en busca de la planta q necesitaba para curar determinada enfermedad.
Touga había aprendido todo eso no solamente para ayudar a la gente sino q también cobraba muy bien por sus servicios; era infalible, si alguien llegaba siquiera a mencionarlo para q le realizara un trabajo él inmediatamente lo sabía, por medio de su espejo se enteraba quien llegaría a visitarlo y a q hora llegaría así q nadie lo tomaba por sorpresa. Sabía nombre, santo y seña del visitante y preparaba la respuesta q le daría, por tanto el cliente siempre se iba satisfecho.
Seguía caminando lentamente, estaba muy débil, lo bueno era q finalmente había llegado a aquel punto de luz q veía el cual era nada más ni nada menos q una humilde vivienda. Cayó inconsciente con la esperanza de la persona q habitaba en aquella casa le ayudara. Ahí pasó toda la noche Ahí pasó toda la noche y a la mañana siguiente...
-ay por el amor de Dios! Q es esto?!- gritó la anciana ante la funesta imagen q vió al salir a su patio trasero. -estará vivo?- se preguntó a si misma acercándose al joven para buscar sus signos vitales. -está vivo pero está malherido, tengo q... Llevarlo dentro- decía mientras trataba de levantarlo y llevarlo hacia adentro de su casa la cual estaba hecha en su totalidad de madera. Cuando por fin lo logró, lo colocó en su cama ya q era la única q había y empezó a limpiar sus heridas con mucho cuidado.
Así pasaron los días; kaede aplicaba algunos medicamentos q conseguía en sus idas al hospital ya q ella había sido enfermera.
Lo realmente extraño era q siempre q trataba de desvestir al muchacho éste gruñía y aún con la cara vendada balbuceaba diciendo q no le quitara la ropa.
-dejame quitarte esa ropa, no seas terco!- por más q batallaba le era imposible quitarle la vestimenta al extraño muchacho. -te pondré ropa limpia!- nunca logró convencerlo, él permanecía con aquella ropa cubierta de sangre seca y así fué como Midoriko lo encontró en el momento en q llegó a ayudarle a kaede con la curación de aquel extraño muchacho.
-yo si te quitaré esa ropa, no puedes permanecer así, es antihigiénico!- regañó la joven enfermera desprendiendo los botones de la camisa.Sesshomaru la tomó de la muñeca mientras gruñía guturalmente. -yo no te tengo miedo- afirmó con el ceño fruncido.
-deberias pues no sabes de lo q soy capaz- sentenció el peliplata.
-con esas heridas? Já! Me sorprende q aún estés vivo y q puedas moverte, seguramente tienes un trauma craneal severo- se burló y con su otra mano trato de continuar desprendiendo los botones de la camisa pero ésto hizo enfurecer al ojidorado quien tomó la otra muñeca de la joven y aplicó su potente veneno haciendo gritar de dolor a la joven.
-aaaaaaaaaaah!!! Maldito, q me hiciste!!!- gritó alejándose de él.
-te dije q no sabías de lo q soy capaz- reiteró con burla pero su débil estado hizo q cayera en un sueño profundo.
-q... Q... Q le pasó?- cuestionó la joven al verlo dormir.
-no lo sé, creo q está muy cansado- respondió la anciana.
-oye kaede, voy a traerte algo de morfina, eso debe dolerle mucho... Sabes q fue lo q le pasó?- inquirió Midoriko mirándolo fijamente.
-no, él no habla mucho... Tus manos!- exclamó viendo las quemaduras en las muñecas de la chica.
-no te preocupes kaede, aplicaré alguna pomada, es solo una quemadura india- mintió para hacer calmar a la anciana, ella sabía q el peliplata no había aplicado una simple quemadura india, eso había sido algo más, algo... sobrenatural. -tu cuida de él mientras yo traigo la morfina- la anciana kaede asintió y Midoriko se fué a buscar lo antes mencionado no sin antes escucharla decir q no mencionara nada a nadie.
Un par de horas después Midoriko regresó con el sedante y lo aplicó al joven mientras dormía.

Máscara de hechicerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora