cap17

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Habían llevado a Touga a una sala de interrogación, le cuestionaban quién era la chica de cabellos plateados y ojos dorados que había llegado y asesinado a uno de los guardias de la penitenciaría; por q habían pegado de él? Sencillo, por el gran parecido q había entre ellos, suponían q aquella mujer debía ser familiar de él, lo q no se explicaban era como es q se había transformado en una esfera de luz y había desaparecido, la declaración de los demás guardias sonaba fantasiosa pero todos afirmaban haber visto exactamente lo mismo.
Agradecía q la ojidorada le haya llevado algo de comer pero con lo q había hecho en su salida había estropeado todo; quería teletransportarse y salir de aquel lugar sin hacer alboroto y no podía hacerlo delante de todos, no quería ser tildado de brujo como estaban refiriéndose de su ex pareja.
Necesitaba salir de aquel lugar lo más rápido posible, debía ir en busca del cadáver de su hijo o del hechicero q lo había robado, siendo su hijo un daiyoukai de sangre pura le otorgaría inmortalidad al hechicero q hiciera el conjuro de sabiduría y juventud y él no podía permitirlo.
-habla de una maldita vez Taisho, todos vieron como esa mujer mató a nuestro compañero y luego desapareció, quien es ella? Q relación tienes con ella? Es una bruja verdad?- las interrogantes quedaron en el aire por enésima vez, el ojidorado estaba tan concentrado en sus pensamientos q no escuchaba lo q le preguntaban a su alrededor.
-escuche decir q tu también eres un hechicero- afirmó otro de los guardias. Esto hizo q el ojidorado saliera de sus pensamientos.
-como dices?- inquirió con el ceño fruncido. -si así fuese ya te habría matado y habría salido de aquí a como lo hizo ella- siseó suprimiendo las ganas de realizar lo antes dicho.
-intentalo Taisho- retó con una sonrisa ladina. -demuestranos q tenemos razón y eres un hechicero- agregó. El peliplata sonrió y se puso de pie.
-ya me tienen harto... no soy un hechicero... SOY UN DAIYOUKAI!!!- gritando esto último sus ojos se tiñeron de rojo intenso, su rostro se deformó y fue envuelto en una intensa luz q se acrecentó en cuestión de segundos, lo q los guardias vieron al menguar la luz fue un can blanco de enormes proporciones el cual botaba de su hocico una gran cantidad de baba más esto al caer al piso lo derretía como si se tratase de un poderoso ácido. Gruñó y de un ligero movimiento rompió la pared q lo mantenía preso y cayó al patio donde todos los días tomaban sol, se transformó en una esfera de luz y desapareció al igual q Irasue dejando pasmados a todos los guardias q no hicieron ni el más mínimo esfuerzo por sacar sus armas y disparar.

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Finalmente Sesshomaru despertó sintiéndose completamente renovado, se sentó a la orilla de la cama y vió a la anciana profundamente dormida en su vieja silla de madera, tenía en sus manos unas medicinas y vendas nuevas las cuales pretendía ponerle al joven.
-nadie te pidió q me ayudaras, sin embargo lo hiciste, te desvelaste muchas noches, me atendiste como si de un hijo se tratase, a pesar de q te cuesta un poco caminar eso no fue impedimento para q fueras hasta el pueblo en busca de medicinas, aguantaste mis desprecios y groserías... Mujer... Dije q te pagaría por tus atenciones y las molestias ocasionadas pero creo q no podría pagar por todo lo q has hecho por mí... Ni mi padre se ha preocupado tanto por mí como tú lo has hecho, te debo mi vida y eso nunca lo voy a olvidar, quizá tu paso por este mundo es algo efímero pero haré de ésta última etapa una muy placentera para ti... Palabra de daiyou...- detuvo sus propias palabras al ver a la anciana despertar y reacomodarse en la vieja silla.
-hola Sesshomaru, como te sientes- preguntó medio adormilada.
-hmph... Ya estoy bien- respondió mirando fijamente a la anciana quien sonrió contenta al escucharlo.
-vas a dejarme cambiar el vendaje?- indagó poniéndose de pie y con las vendas en las manos.
-ya no es necesario, velo por ti misma- la anciana se acercó y empezó a quitar el vendaje q le había colocado hacía varios días, a medida q quitaba el vendaje veía sobre éste manchas hemáticas.
-hijo, aún no has sanado- soltó con preocupación.
-hijo...- repitió en un susurro inaudible. -continua- ordenó tranquilamente. La mujer obedeció sin alegar más nada y antes de terminar de quitar el vendaje cerró los ojos con fuerza deseando con toda el alma q las graves heridas del peliplata no estuvieran sangrando. -abre los ojos- demandó el joven al tenerla frente a frente y verla con sus ojos cerrados. La señora abrió sus ojos lentamente e inmediatamente sus lágrimas inundaron sus ojos, segundos después esas lágrimas rodaron por sus arrugadas mejillas haciendo nacer en el corazón del peliplata una alegría enorme pues él sabía q ella lloraba de alegría al verlo recuperado y eso le hacía sentir muy bien ya q nunca nadie se había preocupado tanto por él.
-hijo!- su llanto se acrecentó y le abrazó tan efusivamente q una sensación de calidez acunó el frío corazón del youkai.
Sesshomaru sin darse cuenta correspondió al abrazo con su rostro pegado al pecho femenino, se sentía tan bien estar así, irasue en sus largos siglos de vida nunca le había dado un abrazo similar, realmente sintió lo q era un abrazo materno... Después de todo el desprecio q había sentido hacia los humanos empezaba a experimentar los sentimientos de los mortales y no eran del todo repulsivos al contrario; eran placenteros.
Poco a poco la mujer dejó de llorar y deshizo el abrazo, miró nuevamente aquel rostro con manchas de sangre y con todo el cariño del mundo empezó a limpiarlo para encontrarse con las obvias cicatrices faciales.
-tienes algunas cicatrices, esto no es nada tomando en cuenta q venías casi muerto- susurró acariciándolo.
-mañana estaré bien- afirmó esbozando una sonrisa.
-aun no me dices q fue lo q te ocurrió, como es q lograste sanar tan rápido?- aprovechó q el joven estaba más abierto, quería saber más sobre él.
-tengo algo q contarte- la tomó de la mano y la atrajo para q ella se sentara a su lado. -me ves como un humano normal más no lo soy- la anciana frunció el entrecejo con duda, quiso preguntar más el joven no la dejó. -soy un ser sobrenatural, lo q muchos conocen como un demonio, soy un daiyoukai, mi padre, mi hermano y yo decidimos vivir como humanos para pasar desapercibidos entre ustedes, mi padre nos pidió q buscaramos algún pasatiempo y decidí montar toros, fue así como casi pierdo la vida... poseo poderes especiales y es por eso q logré sanar más rápido q cualquier persona... En mis tiempos esto habría sido más rápido; 2 o 3 días máximo pero mi poder ha menguado por inactividad... Hubo un tiempo en q odié a los humanos, los creí seres débiles incluso inútiles pero con el tiempo me he dado cuenta de q no es así... kaede, te agradezco mucho lo q has hecho por mí, espero no haberte asustado y q seas discreta con lo q te he dicho- ella asintió y el sonrió.
-entiendo a la perfección, no te tengo miedo, si quisieras matarme ya lo habrías hecho Sesshomaru... No te preocupes, no diré nada a nadie ahora descansa- tomó la mano del joven y depositó un beso en el dorso. Se puso de pie para volver a su vieja silla pero el peliplata la tomó del brazo.
-kaede, descansa en tu cama, ya hiciste bastante por mi, es hora q duermas bien- caminó y se sentó en la vieja silla de madera y asintió con una sonrisa, ella asintió y se recostó, necesitaba un descanso.
Al día siguiente cuando la anciana despertó el joven ya no estaba en la vieja casa; se había ido durante la noche.

Máscara de hechicerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora