Capítulo 34

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Las noches no eran mis favoritas pero me sentía estúpidamente más valiente, tal vez sea el hecho de que ahora sabia la verdad y no cuestionaba mi estado mental o que sentía que yo podía vencer a una de esas cosas si me lo proponía.
Enfundé la daga que Tristán me había dado y la guardé bajo mi chaqueta, ya no volvería a salir desarmada.
Me miré en el espejo.
Las estúpidas pollera que traía ocultaban bien mis piernas pero si me encontraba en una lucha con una jodida criatura, mi atuendo de nerd no seria de ayuda.
Haría un rotundo cambio de imagen.
Saqué de las bolsas la ropa que Juliet me había obsequiado y comencé a vestirme.

—¿Cómo está Samanta?— Pregunté cuando bajo y encuentro a Juliet y John. Ambos me miran sorprendidos, seguramente les llama la atención mi vestimenta.
Traigo jeans oscuros, botas militares negras y una chaqueta al cuerpo.

 Traigo jeans oscuros, botas militares negras y una chaqueta al cuerpo

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—Bien, fue una cortada menor. Aún no entiendo que pasó — Me mira. —¿Sabes que sucedió?— Me pregunta.

—No. Yo estaba con Thomas y Tristán guardando libros en otra ala de la biblioteca, escuchamos un grito y luego la encontramos a ella desmayada. No vimos nada. — Cuento.

—No lo entiendo— Dice ella tristemente

—Hablando de eso, ¿Porqué fue qué te castigaron?— Pregunta John.

—Discutí con... Samanta. —Le cuento.

—Ya no se que hacer con ustedes. ¿Se odiarán toda la vida?— Juliet se veía cansada.

—Creeme que me pregunto lo mismo— Digo buscando jugo.

—¿Porque presiento que esto tiene algo que ver con el chico Black?— Pregunta Juliet mirándome seria.

—¿Tristán? ¿Qué hay con él? Me agrada ese chico— Dice Jonh.

—No peleamos por un muchacho si es lo que crees Jul, Samanta es cruel y yo estoy cansada de soportarla. Te amo y eres como una madre para mi, pero ya no dejaré que ella me humille de nuevo— Digo saliendo.

Al llegar a la casona estrujo a Eva en un abrazo parecía un siglo sin ella.
Pasamos el fin de semana juntos, en familia, sin trabajo, escuela o criaturas sobrenaturales.

Encuentro en un baúl guardado en mi habitación cosas que había olvidado entre ellas mi arco con las flechas que John me había regalado.

Al rededor de los doce años me había obsesionado con los libros Los Juegos del Hambre, y obviamente me creía Katniss, por lo que le pedí que me comprara un arco, perdí el interés en él cuando noté que no tenía mucha  puntería.

Salí al patio trasero dispuesta a mejorar mi puntería, coloqué un par de manzanas sobre un tronco caído e intenté darles.
Me sorprendí a notar que no había errado ni un solo tiro.
Tal vez... era buena para algo después de todo.

El lunes al llegar a la escuela siento sus miradas pero esta vez no son de miedo sino más bien de sorpresa.

—¡Cassy!— Thomas me mira sorprendido. —Wow.— Aclara la garganta. — ¿Sigues enojada?—  Pregunta.
Camino hacia mi casillero.

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