𝔄𝔤𝔲𝔞 𝔭𝔞𝔯𝔞 𝔇𝔢𝔪𝔬𝔫𝔦𝔬𝔰

Capítulo 50

—¡Tristán! ¡Tristán por favor!— Pido asustada, examinandolo. Él abre los ojos lentamente y se sorprende al verme.

—¿Cass?— intenta pero lo detengo.

—No, No gastes energía. Te sacaremos de aquí — Digo, trato de ayudar a Cruz quien no puede quitar las espadas de las alas de nuestro amigo. Tristán grita cada vez que tocamos las espadas, haciéndole daño sin quererlo.

—¡Largo... Es... es una trampa!— La voz sale ronca y cortada.

—Lo sé. Cruz... intenta sanarlo por favor— Pido. Aun cuando intentaba con todas mis fuerzas quitar las malditas cosas de las alas no podía hacerlo, ni siquiera las movia.
Cruz toma a Tristán  de las muñecas y veo como las heridas del pecho comienzan a sanar, el Ángel cierra los ojos con fuerza al ser lastimado por el tacto del otro, aun asi no deja de ayudarlo.

—Hice lo mejor que pude — Recupera el aliento, parece cansado. Vuelve a ayudarme pero no logramos nada. Me quejo de la puntada en mi cabeza, aprieto mis ojos con fuerza. —Tus ojos son dorados nuevamente. Eso me deja un poco tranquilo— Me dice al mirarme. —Azul significa malo.

—¿Y rojo?— Pregunté.

—Muy... muy malo— Responde Tristán con poca fuerza. Sigo intento liberarlo. —No... no las podrán sacar.— No me doy por vencida.
La puerta tras de nosotros de abre y veo entrar al monstruo que trajo aquí a mi amigo.  Rápidamente me planto delante del indefenso demonio, Cruz se acomoda a mi lado, ambos sosteniendo fuertemente nuestras espadas.

—Crei que no vendrías. — Dice aquella criatura. No me daba miedo pero tampoco me agradaba tener eso frente a mi. Sus enormes alas de murciélago están escondidas tras su espalda y sus enormes cuernos me hacen retorcer el estómago. —Bienvenida al infierno— Susurra.

—La verdad es que esperaba una fiesta de bienvenida como mínimo. —  Digo sonriendo.

—No pensé que fueras tan valiente como para bajar hasta aquí y buscar a nuestro Duque Infernal, pero me equivoqué y como premio a tu valentía te daré dos opciones— Él cambia de forma, comienza a transformarse y toma la apariencia de un chico no mas grande de veinte años, su cabello rubio dorado, con algunas hondas y sus ojos verdes, extremadamente verdes como la hierva de verano.
—Te asesino aquí y ahora junto a tus amigos o —Me mira y sonrie. —Me permites desposarte —

Instintivamente miro a Tristán, quien apenas tiene sus ojos abiertos.

—Prefiero morir luchando. — Digo y me lanzo con fuerza sobre él.
Obviamente me golpeó tan fuerte como era de esperar.
¿Qué creian le ganaría al príncipe de las tinieblas?
¡Por favor solo era una tonta adolescente creyéndose la super chica!

—¡Cassy!— Cruz me ayuda a levantarme. —¿Estás bien?— Pregunta. Asentí y limpié la sangre en mi boca.

—Mira Cariño, las cosas son simples. Nos unimos y ellos siguen sus tristes y miserables vidas o los tres mueren. De todas formas yo gano.