Capítulo 04

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Intensa.

Mi padre me observa, curioso, esperando una respuesta de mi parte.

—No, obvio no papi —hago un gesto con mi mano para que tenga más veracidad lo que estoy diciendo —eh, solo dejé la tv encendida, estaba viendo una película, se llama "Quiero matar al español", sí esa, muy buena de paso.

—¿Ah sí? —papá mueve la cabeza como si estuviera buscando en su mente alguna película con ese título.

—Te la recomiendo. —le digo con mucha confianza, que no se atreva a buscarla, porque no existe.

Sin más nada que hacer les aviso a los dos que iré a mi habitación.

De la que me salvé.

Ese Lowell me va a oír, juro que lo estrangulo.

Cuando llego a mi habitación lo primero que veo es el portarretrato de mi foto con Oliver hecho añicos en el suelo. Inhala y exhala, Nicole. Pongo el seguro de la puerta y luego giro hacia mi cama en donde Lowell estaba sentando con una almohada en su rostro.

—Te juro que no fue aposta —habla él sin quitar la almohada de su cara.

No digo nada y me quito la pantufla, espero que baje un poquito la cosa en su cara y se la tiro, pero él logra esquivar el objeto. Me quito la otra y se la tiro, esta sí logra pegarle en el brazo.

—Te puedo comprar uno nuevo —vuelve a replicar.

Me acerco a él y empiezo a pegarle en el brazo.

—Estoy enfermo, ¿recuerdas? —dice mientras me agarra y trata de dejar que yo lo golpee.

—Sí, claro —le digo sin darle importancia a sus reclamos.

De un momento a otro me tira a la cama y él queda encima mío, me agarra de los brazos y no deja que me mueva. Demasiado comprometedor diría yo.

—Suéltame, engendro malagradecido. —musito mientras trato de soltarme.

Se ríe.

—Si te calmas lo hago. —dice mirándome.

—¿Es que por qué justamente tenías que dañar el portarretrato? ¿no pudo ser otra cosa?

Lowell voltea un momento su cabeza y analiza el desastre que causó.

—Ya te dije que fue sin querer, iba a encender la luz y tropecé, lo pagaré, lo prometo.

Mentira, yo sé que es mentira.

—Más te vale, porque como no lo hagas sufrirás las consecuencias.

Lowell sonríe de medio lado.

—Sí, señora.

Ruedo los ojos.

—¿Ya me puedes soltar? —le pregunto abriendo los ojos.

Él asiente y se separa de mí.

—Recoge los vidrios —le ordeno —en el baño hay una escoba.

Lowell entra al baño y luego sale con la escoba en sus manos.

Mientras él limpia miro por la ventana la calle desierta y ni rastro de ningún vehículo andando, las personas prefieren no salir cuando está este clima, evitando cualquier accidente que se pueda presentar.

—¡Mari! —grita mi padre —do you know where I left my checked pants?

Escucho hablar a mi papá desde el pasillo, giro lentamente hacia Lowell quien también ha escuchado la pregunta de mi padre.

En Medio de CoronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora