Capítulo 18

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Sin ganas de acabar.

Siento cómo las manos de Lowell recorren toda mi espalda hasta que se detienen en el broche de mi sujetador, sigo concentrada en sus labios cuando lo desabrocha y agarra mis pechos, suelto un jadeo que provoca que me una más a él.

—Ya conozco la parte restante de tu lunar, sabía que algún día lo vería.

—Mhm —es lo único que soy capaz de articular.

Tenía los pelos de punta, los dedos de Lowell sobre mis pezones producían una corriente por toda mi columna vertebral, cuando su lengua empieza a deslizarse por mi clavícula inclino mi cabeza cerrando los ojos, disfrutando de la sensación.

—De hecho, tienes cientos de lunares que me pierdo.

Abro lentamente mis ojos y lo encuentro mordiéndose el labio inferior, su mirada viaja de mi cara a mis pechos, me planta un fugaz beso provocando que sonría.

—Eres preciosa —suelta antes de agarrarme de la espalda y volver a besarme.

No sé por cuanto tiempo seguimos manoseándonos y comiéndonos la boca, al final tuvimos que separarnos por falta de aire, Lowell me deja en el suelo y empieza a jugar con mi cadenita, miles de preguntas se formulan en mi mente sobre lo que estará pensando en estos instantes.

—¿Ya te he dicho que me encantas?

Sonrío mientras le agarro de las mejillas y lo beso.

—Tú me encantas el doble, joven Lowell.

Aprecio su cara y de verdad que lo que tiene este chico no lo había visto en nadie más, el sentimiento se profundiza cada día más y ni hablar de la importancia que se crea del uno para el otro.

—Oigan, par de sinvergüenzas, sé que están dentro —escuchamos el súper grito de Oliver tras la puerta y los golpes repetitivos sobre esta —salgan de ahí que la fiesta es acá afuera, oye Lowell de Jesús cuidado me perjudicas a la muchacha, porque te las verás conmigo —recuesto mi frente en el pecho de Lowell mientras él se ríe, qué pena —ya la gente está llenando el lugar, si no salen a la cuenta de tres, tumbo la puerta ¿oyeron?

Te odio Oliver.

Agarro la parte del traje de baño y empiezo a colocármelo, frente a los ojos curiosos del español.

—1... —escucho que empieza a contar, ¿en serio lo está haciendo?

Me levanto con la ayuda de Lowell y camino hasta donde dejé mi camisa.

—2...

Ruedo los ojos, me dirijo hacia la puerta antes que el castaño y siento mis piernas heladas debajo del jean.

—3...

Abro la puerta y me encuentro a la belleza tropical cruzada de brazos, al momento en que me ve sonríe. Ya la música estaba en su máximo volumen y Mathias al parecer quiso comenzar con una cumbia de su país.

—3 cachetadas te voy a dar a ti por andar de entrometido —le digo rabiosa.

Oliver hace una cara y me remeda en silencio.

—Pues qué pena, pero yo tenía que vengarme —responde y se acerca para hacerme cosquillas.

Frunzo el ceño, ¿de qué pepinos habla él?

—¿Vengarte de...? —entonces recuerdo la vez en el baile de bienvenida cuando le dañé su rollo con Leslie en los baños, bien vengativo salió el chico —eso.

Siento la presencia de Lowell a mi lado y Oliver lo revisa completo.

—Bro, dime que al menos usaron protección, porque si no la extraditan para un convento y dan en adopción a la pequeña criatura —expresa mi primo y yo tengo que llevarme una mano a los ojos de la vergüenza, él y su puerca imaginación.

En Medio de CoronasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora