Fácil de querer.
10:31 am.
—¿Que hiciste qué? —aparto mi teléfono de la oreja de repente ante el tremendo grito que acaba de pegar Eliana, ella nunca cambiará ese hábito y creo que Oliver no será el mejor remedio para eso.
Reviso que Lowell aun siga en el baño y me acerco al balcón a paso rápido, esta muchacha habla muy fuerte, seguramente hasta desde adentro puede escucharla.
—Eliana ya tú sabes qué —le respondo mientras me rasco la cabeza, aun no asimilo que haya tenido el valor de hacerlo, nunca pensé tener la valentía de desnudarme completa frente a alguien, pero es que Lowell no es simplemente alguien y lo tengo clarísimo.
—Pero quiero escuchar que lo digas, Atenea —repite emocionada, ya me la puedo pintar imaginándose todo con cada detalle, ella hasta recién levantada y sabiendo que ayer estaba brincando de la embriaguez, no pierde sus ganas de molestarme.
La brisa me remueve la sudadera de Lowell que llevo puesta con mis shorts de ayer, ya estaba lista para irme a casa, solo que la llamada de Eliana me había espantado de repente y Lowell fue a cepillarse los dientes. Ya había avisado a mi madre que iba en camino y ya le había contado a Eliana todo lo sucedido anoche y de que quedé con Diego para que me cubriera las espaldas porque ella ni podía sostenerse, mi madre no había llamado a su casa, gracias a Dios.
—Ay por favor, déjate de cuento.
Escucho su risa y hace que yo sonría al escucharla.
—Atenea, dilo, sabes que no voy a dejar de insistirte.
Ella en verdad no iba a dejar de insistir hasta que escuchara lo que quisiera.
—Sexo, Eliana, sexo, tuvimos sexo ¿contenta? —me resigno mientras escucho como grita, por Dios, ella como que no tiene resaca, yo con un dolor de cabeza no estaría soltando grito por diversión y no entiendo por qué tanto show.
—Pero ¿cómo ha sido?
Abro mis ojos cuando escucho la puerta del baño abrirse.
—Ni creas que te voy a contar —enseguida le digo —a Oliver y a ti son a los únicos que conozco que desean saber cada parte del proceso, respeten, par de cochinos.
—Bueno, bueno, ya me lo puedo imaginar ¿pero entonces han desayunado juntos?
Lowell Banch hace unas buenas tortillas, la verdad es que sí y ya se había mencionado a ella.
—Sí, y para que sepas cocina riquísimo.
Mi amiga se ríe.
Nos habíamos despertado como hace cuarenta y cinco minutos a causa de una llamada de Unai y justamente el teléfono de Lowell estaba en la mesita al lado de mi cabeza, ni siquiera me dio rabia, empecé a reírme y sabía que no era porque eso nos hubiera quitado el sueño, sino por todo lo ocurrido antes. Apenas abrí mis ojos empecé a asimilar todo lo que hicimos.
—¿Él sí será de verdad? Es demasiado perfecto como para ser real —comenta ella y yo asiento, aun sabiendo que no me ve.
—Eso mismo me pregunto yo y creo que me aterra.
—¿Por qué?
Volteo para comprobar que el chico se encuentre amarrando sus deportivos.
—Nada en esta vida es perfecto, Eli, lo bueno busca el equilibrio con lo malo —respondo mientras observo los edificios frente a mí, este barrio está de lujo —pero bueno, debo empezar a pensar que esto es un reconocimiento por mi buen comportamiento durante mis diecisiete años.
ESTÁS LEYENDO
En Medio de Coronas
Novela JuvenilNicole nunca se imaginó fijarse en él, pero su desinteresada forma de ver el mundo y su maravillosa manera de hablar la volvían loca. Él tenía apariencia de chico coqueto e insensible, pero lo que nadie sabía era que sobre su espalda recaía el rumbo...