España.
Septiembre
Miércoles.
No estaba segura de lo que estaba haciendo.
Tal vez en realidad solo lo hacía por alguna que otra curiosa idea de conocer el lugar donde vive la familia real, donde vive Lowell, porque, aunque la aceptación de la escuela de negocios esa —que de paso no la pedí —me ponga a dudar, no creo que sea la única razón de mi arranque de salir corriendo de la casa, hay algo dentro de mí que no quiere arrepentirse de poder haber hecho algo que de verdad deseaba.
Acepto que dudo entre querer estudiar en un país diferente al mío o quedarme en la misma monotonía de los últimos meses, dudo si quizás una persona puede hacerme cambiar de opinión tan rápido y dudo si en verdad lo voy a hacer por mí o por él.
Me había despedido de mis padres hace minutos, venía sentada en el asiento trasero del coche de Unai intentando aclararme un poco, porque yo no soy de las que sale del país sin haber planeado todo antes.
Ya me voy imaginando la reacción de Eliana cuando se entere de que estoy volando sin avisarle a España y lo peor, con la madre y el hermano de Lowell.
El viaje al aeropuerto se estaba volviendo eterno, de hecho, ni siquiera desayuné bien, solo tomé un pocillo de café y listo, había algo dentro de mí que ansiaba por conocer otro país, sin importar que las razones de la visita fueran para hablar con alguien a quien de verdad no sé cómo reaccionaré al ver.
Unai venía hablándome sobre el protocolo de abordaje, esto de verdad era muy diferente a lo que uno acostumbra, los controles de seguridad eran una pasada y podías llevar lo que te apeteciera, solo debían asegurarse de que el equipaje cupiera en el avión y nada más.
Nunca había visto un jet en vivo y en directo, en mi cabeza solo podía imaginarme a los famosos posando en las dichosas escaleras y luego presumiendo las fotos en sus perfiles. Era muy lujoso a simple vista, las banderas de España y Portugal estaban plasmadas a un lado de la ventana del piloto, esto es tener mucho poder. El precio promedio de un jet privado es de 439000 euros, mucho más que el presupuesto a la educación de muchos países. Una barbaridad. Me quedo estática analizándolo por completo, es muy bonito, algún día me compraré uno, algún día.
Camino al lado de Unai hasta donde un sonriente Brahim me estaba esperando, el look que llevaba ahora era mucho más fashion que el de ayer y ni hablar del traje de la princesa, un hermoso vestido coctel adecuado a la estación del año. Y yo mientras tanto con un vestido blanco no tan corto y un gorrito de pescador rosa de lo más casual.
No me puse a pensar sobre lo que significaba viajar con la realeza, el apuro que tenía por llamar a Unai nubló las prioridades de mi cabeza, pero me daba igual, yo también tengo mi estilo.
—Nicole, viniste —me saluda el niño rubio, otra vez abrazándome.
Me rio.
—Me quedé imaginando cómo sería tu habitación y no quiero perder la oportunidad de conocerla —me explico moviendo mi cabeza, él sonríe.
—Me alegra que hayas venido —dice la señora princesa y yo le regalo una sonrisa tímida.
—Te ves muy guay —habla Brahim observándome, él en verdad hace los mismos gestos del hermano que me aterra.
—Gracias, tú también.
El niño me agarra de la mano y me empieza a arrastrar hacia dentro del avión, saludo al sexy piloto que estaba en la entrada, por Dios, si así son los pilotos de los jets privados, pues déjenme decirles que parecen sacados de una misma pasarela.
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En Medio de Coronas
Teen FictionNicole nunca se imaginó fijarse en él, pero su desinteresada forma de ver el mundo y su maravillosa manera de hablar la volvían loca. Él tenía apariencia de chico coqueto e insensible, pero lo que nadie sabía era que sobre su espalda recaía el rumbo...